Son un elemento de la superestructura que mantienen una serie de jerarquías en la sociedad: género, raza, capacidad, orientación e identidad sexual y obviamente, clase. Mediante las relaciones de poder se legitima el ejercicio de la violencia contra grupos oprimidos, la cual sirve asimismo para mantener dichas relaciones de poder a través de una política del miedo. De esta manera, la burguesía, capaz de moldear la superestructura conforme a sus intereses de clase, mantiene a la sociedad estratificada. Por ejemplo, la violencia sexual que los hombres ejercen con impunidad mantiene a las mujeres en el espacio doméstico reforzando la división sexual del trabajo.