Concepto acuñado a finales de los 70 y desarrollado a los largo de los 80 del siglo pasado para plasmar una realidad: el predominio, aún creciente, de las mujeres entre la población empobrecida. El término aparece por primera vez en "The feminization of poverty: Women, work and welfare" (1978), de Diana Pearce investigadora estadounidense, donde correlacionaba con datos contrastados una mayor pobreza por ingresos y una peor calidad de vida en los hogares monomarentales, tendencia que iba en aumento.