Hemos hablado incontables veces de todo lo que está mal dentro de la institución psiquiátrica (incluyendo aquí también a les psicólogues, como término paraguas). Sin embargo, una y otra vez nos encontramos con la patologización de unos sufrires y la huida hacia delante de otros por no ser considerados como tal. De nuevo, se crea una jerarquía en la que unas experiencias no pueden ser patologizadas porque no son patológicas, según la propia norma capitalista que ve útil ciertas características. Y otras que siguen sufriendo la patologización con todas las violencias asociadas que ello tiene.
Estar enfermes no es algo negativo, nunca lo ha sido. Lo negativo es que no podamos vivir siendo enfermas porque no se garantizan nuestros derechos fundamentales. El problema siempre será las violencias asociadas a los grupos oprimidos a los que pertenecemos, no el grupo en sí. Ser enferma en una sociedad que te odia solo por serlo es agotador. Porque, a las violencias explícitas que se nos ponen, hay que añadir la vulneración del acceso, en igualdad de condiciones, a los sistemas sanitarios y a nuestras necesidades médicas. Pero cuando se trata de temas de la mal llamada «Salud Mental», no paramos de ver cómo pretenden imponerle una biologización a unos problemas que son en sí mismos sociales. Que nacen de un sistema violento que nos desgasta física y emocionalmente.
«Se crea una jerarquía en la que unas experiencias no pueden ser patologizadas porque no son patológicas, según la propia norma capitalista.» #OrgulloLoco #OrgulloDisca
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Violencia cuerdista
En los mal nombrados centros de «salud mental» es bastante habitual encontrarse con varias violaciones de los derechos humanos. Lo peor de todo es que se hace con total impunidad, mientras la gente piensa que lo hacen «por nuestro bien». Necesita que sigamos dependiendo de un sistema corrupto que nos hace más daño de lo que podemos imaginar. Un sistema que en lugar de ayudarnos a sobrevivir, nos ata, nos empastilla y nos violenta. Muchas son las supervivientes que han contado sus historias en esos centros, pero muchas más son las que no pueden contarlo. ¿Cómo vamos a confiar en un sistema que ignora por completo que es el máximo culpable de nuestra situación? Más bien, que le da igual serlo, que lo único que le interesa es seguir lucrándose de nuestro dolor y de nuestra vulnerabilidad. Un sistema que utiliza las violencias a las que nos somete y la respuesta reactiva a las mismas, para justificar sus propias vulneraciones de derechos humanos. Ocasionando que las locas seamos mayoritarias, que las mujeres y otras disidencias seamos patologizadas y encerradas bajo la prescripción médica de una cárcel en vida solo para impedir que podamos exigir ser tratadas como seres humanos.
No hay una razón biológica a que las mujeres suframos más que los hombres las diversas etiquetas clínicas que patologizan nuestros sufrires. El problema no es nuestro cuerpo, ni nuestro cerebro que está defectuoso. El problema es que las mujeres sufrimos cientos de violencias a lo largo de nuestra vida por culpa de la misoginia. Lo que nos lleva a responder de diferentes formas que no corresponden a lo que socialmente es aceptable. El problema es que nos rebelamos contra un sistema que nos canibaliza en lugar de quedarnos a merced del mismo. Y ahí es cuando nos patologizan, ahí es cuando pretenden desacreditar nuestros sufrimientos colocándoles una etiqueta clínica y una medicación alienante. Sentir tristeza crónica en un mundo donde todo se está yendo a la mierda, es como mínimo una respuesta lógica a ese sufrimiento.
Estamos cansadas de que se nos ignore cuando exigimos los cuidados básicos más necesarios de cara a la supervivencia de todas en sociedad. Estamos cansadas de que la locura se entienda desde un modelo privilegiado que ignora nuestras necesidades por simple egoísmo. No queremos tu lástima, ni que nos des un discurso vacío sobre lo que nosotras debemos hacer para no sentir nuestro dolor. Queremos que te ocupes de tus responsabilidades como ser social: Que cuides a tu entorno al completo, que no permitas que nos violenten por nuestras identidades, que nos defiendas de las violencias que vivimos de parte de las instituciones, que pelees de nuestra mano contra las injusticias a las que nos enfrentamos. Queremos que la gente cuerda deje de ignorar que existen violencias que no les interpelan y que esas violencias las cometen elles mismes. Que no somos nadie inocente de las cosas que nos ocurren a las locas dentro y fuera de las instituciones psiquiátricas. Porque no cuidar a las personas que te rodean es violencia en sí misma, no preocuparte de las necesidades de quiénes están a tu lado en todo momento, es egoísta e injusto.
La otredad
Cuando decimos que las personas disidentes sufrimos mucho más en torno a los padecimientos psíquicos, no estamos diciendo que todas las personas de grupos oprimidos sean obligatoriamente psiquiatrizadas. Muchas de las personas disidentes han encontrado dentro de su disidencia un espacio en el que pueden ser elles mismes y que les permite vivir sin sufrires. Y muches otres tienen de su lado un privilegio de clase que les permite ignorar múltiples formas de violencia. Esto se explica en el Modelo de Estrés de las minorías, que investiga las causas por las que se dan altas tasas de padecimientos psíquicos en mujeres, personas del colectivo queer, personas racializadas, discapacitadas y en situación de pobreza. No hablamos de unos datos sin importancia, sino de unas diferencias claramente notables que a menudo han llevado a creer que había algo malo en nosotres en lugar de en la sociedad. Ser rechazades por la sociedad al completo durante toda nuestra vida, contribuye a que podamos sentirnos fuera de lo que se considera cuerdo. Contribuye a que respondamos de formas consideradas dañinas para nosotres mismes, contra esa frustración o contra las propias violencias. Enfrentarnos y desafiar el sistema capitalista que no nos quiere aquí, supone que el mismo sistema busque las formas de desacreditarnos. Busca justificar las violencias que ejerce sobre nosotres y sobre nuestros cuerpos y mentes.
Obviamente hay miles de sufrires que no son únicamente una cuestión social, que realmente tienen una base biológica. Pensamos por ejemplo en el típico cliché argumental de la esquizofrenia. Pero lo que sí es social es no tener acceso a que se te trate como un ser humano, a que se te den las herramientas para poder vivir con esquizofrenia, que se te acompañe y ayude a soportarlo. Al igual que ocurre con la discapacidad. Al igual que debemos entender que, que exista base biológica, no elimina en absoluto el peso social de nuestros sufrires. No solo porque no se puede saber qué fue antes, si el desencadenante social o el biológico, si no también porque pretende quitar responsabilidades al sistema en lugar de enfrentarnos al mismo.
Por supuesto que existen vivencias que son en sí mismas condiciones que nos dañan en nuestro día a día, independientemente de nuestra productividad. Pero en una sociedad donde no tengamos que preocuparnos de las cuestiones sociales de supervivencia, nuestros sufrires serían más amenos. En una sociedad donde se tengan en cuenta nuestras necesidades y cuidados, ninguna vida dejaría de merecer ser vivida. Es hora de entender que la locura y la discapacidad son sociales, por supuesto. Somos locas y tullidas porque la sociedad capitalista nos señala como tal en un nuevo intento por borrarnos de la sociedad. En una forma deleznable de separarnos como la otredad para que nuestros derechos humanos no sean entendidos como derechos fundamentales.
«Somos locas y tullidas porque la sociedad capitalista nos señala como tal en un nuevo intento por borrarnos de la sociedad. En una forma deleznable de separarnos como la otredad para que nuestros derechos humanos no sean entendidos como derechos fundamentales.»
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Padecimientos Psíquicos
La mayoría de veces que hablamos del término padecimientos psíquicos, lo hacemos desde una perspectiva meramente revolucionaria, queriendo romper con el binomio de salud-enfermedad que se da dentro de la institución psiquiátrica. Es un término que pretende señalar que sí, hay un sufrir en nuestra psique, pero no es una enfermedad orgánica. Es una cuestión social creada por un sistema que no nos permite vivir. Hablar de padecimientos psíquicos es conceptualizar a su vez dichos padecimientos dentro de su contexto sociocultural y económico. No nos quedamos solo en que sufrimos por algo abstracto y no orgánico, señalamos al sistema capitalista, al cuerdismo y a todas sus violencias como responsables directos de dichos sufrires.
Renegamos de la idea de Salud Mental por las implicaciones que tiene respecto a este tema. No podemos seguir pensando que estas cuestiones son culpa de nuestro cerebro que no funciona bien. Tenemos que señalar al enemigo y señalar lo que hace con nuestro bienestar. El problema es que mi respuesta ante los abusos del capital no es servil al propio capitalismo. Que me duelo y me sufro, dejando de producir para cuidarme. El problema es que las respuestas que experimento ante mi contexto, hacen inviable que pueda continuar, porque el sistema no me lo permite. Conceptualizamos la psiquiatrización como una forma más de darwinismo social, en la que se pretende expulsar del marco cotidiano a las locas porque su rebeldía se nos atraganta en el servilismo capitalista. Teorizamos, como de costumbre, desde la rabia que nos nace de nuestros cuerpos y mentes adolecidas por un presente incierto, un pasado de violencias y un futuro que se nos presenta cada vez más nefasto y aterrador.
Capitalismo y psiquiatría
Es absurdo pretender hablar de todas estas violencias sin señalar de forma específica a los culpables de la mismas. La precariedad y el malestar social no salen de la nada por ciencia infusa. El capitalismo se lucra de la alienación que surge de la locura, se lucra de la medicalización de esa locura, se beneficia de la explotación sistemática de las personas y de su individualismo. Todo el sistema está perfectamente engrasado para que nuestro sufrimiento se traduzca una vez más en beneficio de una forma o de otra. Al mismo tiempo que ese sufrimiento surge y se acentúa de la propia situación socioeconómica y cultural que nos acecha y nos carcome las entrañas. De este modo es habitual vivir múltiples padecimientos psíquicos cuando la precariedad llama a tu puerta y es parte de tu cotidianidad.
¿Cómo no tener depresión mientras no ves futuro? ¿Cómo no vivir con ansiedad mientras buscas de dónde sacar el dinero para pagar tus facturas? ¿Cómo no desarrollar TCAs mientras la sociedad al completo nos vende como ideal una alimentación que no podemos pagar y una forma corporal que muchas veces es irreal? ¿Cómo no tener pensamientos irreales mientras todo en las RRSS y los medios nos dirige hacia los pensamientos paranoicos y las teorías de la conspiración como forma de meternos en las filosofías fascistas? ¿Cómo no acabar metides en las adicciones mientras muchas personas no tienen más opción para poder soportar su propia miseria? Mientras el capitalismo nos devora, no podemos hablar de una «enfermedad mental» porque no estamos enfermes, es social. Al mismo tiempo que la enfermedad en todas sus formas, es política. Da igual lo mucho que huyamos de la etiqueta patológica, la realidad es que las violencias van a seguir estando ahí. Necesitamos más la hermandad entre locas, desquiciadas, tullidas y enfermas que la conceptualización del binomio enfermedad/salud impuesto por el sistema para entender la sociedad. Podemos seguir conceptualizando sin olvidar que nos afectan las mismas violencias y que necesitamos apoyarnos, cuidarnos y acompañarnos. Necesitamos dejar de ignorar nuestras necesidades por una falsa individualidad que no responde a la realidad del ser humano. Patologizar a quien estamos hartas de pelear y respondemos desde la rabia, no es más que hacerle el juego al enemigo que pretende crear una única forma de llegar a la revolución social, la que le conviene porque sabe que nunca será posible. Una revolución alejada de los afectos, los cuidados y que no pone la vida y la camaradería en el centro, no será posible en un mundo capitalista.
Conclusiones
La locura está causada por un conjunto de situaciones y de relaciones de causa-efecto que menoscaban nuestro bienestar. No podemos pretender tratar nuestras mentes con las mismas sustancias alienantes que causan otros padecimientos en forma de «efectos secundarios». Ni podemos pretender que nuestro malestar se solucione con meditación, mindfullness o la gilipollez de turno que no sirva para absolutamente nada más que distraernos del objetivo real de nuestra rabia. La psiquiatría está pensada, en consecuencia, como un sistema alineante que nos conduce de la manita contra el mismo sistema para seguir produciendo e ignorando los cuidados que merecemos y que debemos dar al resto.
Si la locura no es una enfermedad y tampoco lo son las neurodivergencias o muchas discapacidades, es lógico entender el capacitismo y el cuerdismo como unos constructos que nacen de este mismo sistema asesino. Es lógico no querer encajar en las etiquetas que nos arrojan los opresores para dañarnos, pero seamos coherentes: Los opresores nos seguirán vapuleando con unas etiquetas o con otras. Da igual cómo llames a la opresión, da igual que la vistas de un falso respeto por los derechos humanos, porque no les renta respetarnos y en consecuencia no lo harán. Es hora de que dejemos de querer encajar en los modelos capitalistas y abracemos nuestra disidencia. No queremos tu molde de persona «normal», somos les rares, les Queer, les tullides, loques, neurodivergentes… No vamos a parar hasta hacer entender que nuestros derechos humanos valen lo mismo. Que nuestra rebeldía es la que va a cambiar realmente el sistema y no lo que el mismo sistema nos vende como revolucionario. Marginades del mundo uníos en solidaridad, cuidados y afectos contra el capitalismo y el neoliberalismo que nos roba nuestro futuro.
Marginades del mundo uníos en solidaridad, cuidados y afectos contra el capitalismo y el neoliberalismo que nos roba nuestro futuro.
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Bibliografía
- No hay evidencia de que la depresión sea causada por niveles bajos de serotonina, según una revisión exhaustiva
- Aportaciones sociológicas al estudio de la salud mental de las mujeres
- Las personas trans y la salud mental: hablamos con Eva Vildosola
- Salud mental en población transgénero y género no conforme en Chile
- Diario de una autoetnógrafa de @autoetnografa
- ¿Qué es la antipsiquiatría?
- Darwinismo Social: Definición
- Darwinismo Social y Racismo
- Darwinismo Social y Capacitismo
- Día de la Salud Mental
- El modelo del «estrés de minorías» y la salud trans.
- La mente en disputa: Estrés postraumático
- La Mente en Disputa: Abuso Sexual Infantil.
- La mente en disputa: Agorafobia
- TLP y Violencia de Género
- Orgullo Loco: Locas Resistiendo al Estigma.
- Trastornos Incapacitantes
- Infradiagnóstico Patriarcal
- Autolesiones y monstruos.
- La Fiscalización del Amor
- Uso y abuso de las benzodiazepinas
- Antidepresivos: Recibe consejos para lidiar con los efectos secundarios
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