Coescrito con Ariana Alonso Celorio (@eirepandemonium)
La construcción del género en la sociedad capitalista actual, acorde a una supuesta biología, ha servido para legitimar el sistema patriarcal. Separando en dos realidades opuestas lo que es ser mujer de lo que es ser hombre. Históricamente, la valía de una mujer en un sistema basado en una dicotomía sexo-género ha dependido siempre de su estado reproductivo, lo que ha conllevado a múltiples violencias al rededor de la capacidad reproductiva de las mujeres. Esas violencias responden a los intereses capitalistas de controlar la (re)productividad de las mujeres por un motivo de perpetuación del sistema. A través de bien el legar a los vástagos los bienes, o bien a través de la obtención de mano de obra barata por parte de las mujeres de clase obrera. Es por ello que parece obvio indicar que, en el momento en el que una mujer, no puede cumplir su papel como productora de obreros, es una no-mujer a ojos del capitalismo patriarcal. Esto ocurre con las mujeres trans, con algunas mujeres intersexuales, con feminidades no binarias que son violentadas también en relación a su feminidad no reproductiva y, por supuesto, a las mujeres mayores que están en la menopausia.
De esta manera, la etapa en la que una mujer deja de ser fértil es considerada de esta forma como una pre-muerte, un estado donde la mujer pasa a ser lo que podemos llamar una no-mujer y que, por lo tanto, debe ser o arreglada o apartada de la sociedad. Así, se aparta a las mujeres mayores de la esfera pública al no poder ya cumplir su rol dentro del sistema patriarcal y (re)productivo. Como decía Beauvoir la identidad femenina se construye como la otredad, pero esto va más allá, porque el cuerpo masculino y sus procesos biológicos han sido y siguen siendo considerados el estándar dentro de las ciencias biomédicas. La profesora y filósofa Jacquelyn Zita profundizó en ese problema, ya que al salirse del estándar, los procesos biológicos y reproductivos de las mujeres son considerados anormales. Sin embargo ella lo llevó un paso más allá hablando sobre cómo afecta en este contexto también la raza de las mujeres a recibir múltiples formas de violencias.
Como decía Beauvoir la #identidadfemenina se construye como la otredad, pero esto va más allá, por el #androcentrismo dentro de las ciencias biomédicas.
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Arreglar la disidencia
En los años 60 el ginecólogo Rober A. Wilson publicaba el best seller «Feminine Forever’‘ donde argumentaba que la menopausia era una enfermedad casi como la diabetes. La diferencia es que mientras la diabetes te roba la salud, la menopausia además te roba la juventud, la feminidad y la sexualidad. Sin embargo, Wilson proponía una solución a todas esas pobres mujeres que iban a dejar de serlo o que ya lo habían hecho: terapia de remplazo hormonal (en adelante TRH). Lo que no se dice a menudo es que esto ya se estaba haciendo de manera desproporcionada y descontrolada con otros grupos sociales como son las personas intersexuales, que durante la infancia son sometides a terapias de este índole si su desarrollo de carácteres sexuales secundarios no encaja con lo que la medicina considera que es correcto con su cuerpo. Pero también se han realizado procesos similares (aunque no iguales) con muchísimas mujeres cis jóvenes a través de la píldora. Se ha suministrado a mujeres y otras identidades no normativas, dosis no controladas de hormonas como método de eliminar su disidencia, como forma de encajar en los moldes escritos por el patriarcado capitalista y la repronormatividad.
Si una mujer mayor en menopausia rechazaba la TRH, las consecuencias serían desastrosas pasa su verdadera esencia, para su feminidad y rol social. Aparte esta terapia no beneficiaría solo a las mujeres, sino también a sus maridos. Algo similar a lo que también ha ocurrido con la famosa «viagra femenina» que pretende recondicionar el deseo y los afectos de las mujeres para ponerlos al servicio, una vez más, del patriarcado capitalista. En este contexto, de sus maridos y patriarcas que buscan la perpetuación de su linaje a través de la sumisión de las mujeres en el rol sexual.
«Todas las mujeres posmenopáusicas son castradas. Pero, con la terapia hormonal, los pechos y los genitales de una mujer no se marchitarán. Será mucho más agradable vivir con ella y no se volverá aburrida ni poco atractiva».
Escribió Rober A. Wilson.
Este autor aseguraba que las hormonas ayudarían a mantener la familia y el matrimonio puesto que “una mujer rica en estrógenos capaz de sentirse física y emocionalmente satisfecha por su esposo… Es menos probable que se aleje en busca de encuentros casuales”. Con esta terapia al final no se buscaba el bienestar de las mujeres sino el mantenimiento del sistema con todas y cada una de sus normas. La biología ha sustentado el sistema sexo-género permitiendo que la “ciencia” y sus sesgos probase la existencia de unas diferencias naturales e irremediables entre hombres y mujeres. Es necesario recordar aquí que la ciencia no deja de ser una institución social que depende del contexto en el que es producida.
En un sistema patriarcal, por lo tanto, el conocimiento transmitido y validado debe adecuarse a unas normas que permitan su existencia y mantenimiento a lo largo de los años. Se ha manipulado la idea de lo que es la ciencia y de cómo esta configura la sociedad a la que da explicación, para perpetuar, una vez más, aquellas ideas que al sistema más le beneficiaba en cada momento. Sin embargo no es cierto que la única opción para las mujeres menopaúsicas sea la TRH, existen otras opciones mucho más respetuosas con el bienestar de las mujeres que mantiene su calidad de vida durante el tiempo que quede de vida.
¿Realmente es mala la menopausia?
La segunda ola feminista ayudó a una desestigmatización y visibilización de la menopausia como un cambio producto de un proceso biológico natural. Esto ha llevado a que desde una perspectiva científica se haya visto cómo cada vez hay más mujeres que ven esta etapa como un alivio que cierra su etapa reproductiva. No la perciben como algo negativo (aunque tampoco necesariamente positivo).
Sin embargo, prevalece una narrativa negativa hegemónica en las ciencias. Falta mucha investigación sobre la menopausia y sus síntomas reales y complejos como los sangrados irregulares, cambios radicales en la tensión y en la temperatura corporal que provocan sofocos; entre otros. También se ha excluido las vivencias de las personas trans, intersexuales y mujeres no blancas en las investigaciones sobre la menopausia. Por el momento la propuesta mayormente aceptada desde una perspectiva médica sigue siendo recetar terapia de remplazamiento hormonal, que si bien no tendría por qué ser dañina, en la mayoría de casos al igual que la receta de la píldora menstrual, se hace sin pruebas previas y sin un seguimiento correcto. Es decir, la TRH no tendría por qué producir todos los problemas que produce a día de hoy con un control adecuado de las hormonas y una guía adecuada de las personas que la toman. Sin embargo, a día de hoy, se ha demostrado que produce muchos más problemas que beneficios a largo plazo. Un ejemplo de esto es el riesgo a sufrir ciertos tipos de cáncer por la sobreexplotación de los tejidos a las hormonas sexuales durante más tiempo del deseado por el propio organismo.
Si bien no se puede dejar a las personas en la menopausia sin solución de los síntomas molestos que ésta produce, la predominancia de los tratamientos arcaicos lleva a excluir otros medicamentos que pueden ser igual o incluso más beneficiosos que la TRH.
Queda una batalla por delante para eliminar definitivamente las nociones patriarcales sobre la #menopausia y la valía de las mujeres en cuanto a su capacidad reproductiva.
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Conclusiones
Ser mujer está intrínsecamente relacionado con el papel reproductivo y el de cuidados, se relaciona de forma directa con las imposiciones en torno a estos roles las violencias específicas que se cometen contra todas aquellas mujeres que son catalogadas como no-mujeres por no encajar en estos moldes capitalistas que nos oprimen y someten. Queda una batalla por delante para eliminar definitivamente las nociones patriarcales sobre la menopausia y la valía de las mujeres en cuanto a su capacidad reproductiva.
Quienes estemos pasando o tengamos posibilidad de llegar a pasar por este cambio nos merecemos poder hacerlo con la información completa, libres de miedo y vergüenza.
Bibliografía
- Ciclo Menstrual: Una guía queer, trans e intersexual. por Ariana Alonso Celorio
- El sistema Sexo/Género por @bambulajebitiesa y Ariana Alonso Celorio
- Mitos del sexo por @bambulajebitiesa y Ariana Alonso Celorio
- La Lucha Intersexual por Ariana Alonso Celorio
- ¿Se me pasa el arroz? Mitos y verdades de la medicina reproductiva por @curriviry
- Uso de “bloqueadores” hormonales en menores trans: guía de introducción por @erosgarcia
- ¿Necesitamos perspectiva de género en la salud? por @calyvd
- Terapia hormonal en la menopausia y el riesgo de padecer cáncer
- (Un)Changing Menopausal Bodies: How Women Think and Act in the Face of a Reproductive Transition and Gendered Beauty Ideals, Heather E. Dillaway (2005)
- The Other Within Us: Feminist Explorations Of Women And Aging. Marilyn Pearsall (1997): Routledge
- «What Do These Women Want?»: Feminist Responses to «Feminine Forever», 1963-1980 JUDITH A. HOUCK Bulletin of the History of Medicine Vol. 77, No. 1 (Spring 2003), pp. 103-132.
- A Postmodern Feminist Discourse on Distress during the Menopause Transition. Marcianna Nosek, 2007
- Myth and the menopause. Patricia A. Kaufert, 1982
- Gender Inequality: Feminist Theories and Politics. Judith Lorber (1998): Roxbury Pub Co
- Feminine Forever. Robert Wilson, 1966: W.H. Allen / Virgin Books
- Science as a Social-Institutional System, Sibel Erduran & Zoubeida R. Dagher (2014)
- The Normative Structure of Science. Robert K. Merton (1942)