En marzo de 2017 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dio luz verde a las empresas para que prohibieran el velo a sus trabajadoras sin miedo a represalias. Desde entonces, miles de musulmanas viven en una constante búsqueda de empleo. Muchas de estas mujeres se ven obligadas a quitárselo para que las acepten en una empresa, pero para las que se nieguen no hay muchas posibilidades de encontrarlo.
Los que no se sienten afectados por esta ley, afirman que una empresa privada tiene derecho a hacer lo que quiera y que, por tanto, puede exigir a sus trabajadoras no llevar velo dentro del horario laboral. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea se apoya en esa supuesta neutralidad política para justificar la aprobación de esta ley. Pero lo que no saben o no quieren saber los del tribunal, esas empresas y todos los que los apoyen, es que el velo para nosotras no es simplemente un símbolo religioso, el velo es también nuestra identidad.
Identidad y racismo
Palabra que según la RAE se define como: (1) Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás, y (2) consciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.
Viendo estas definiciones, señores, ¿Quién podría entrar al trabajo sin su identidad? ¿Quién podría estar durante 8h desempeñando un trabajo simulando ser quién no es? ¿Quién podría? Y es que, todas las leyes que van en contra del velo se sustentan en un solo argumento que encima es falso y machista.
Los prohibicionistas defienden su posición afirmando que quienes nos ponemos el velo lo hacemos porque “nuestros maridos, imames y la propia presión de la comunidad en la que vivimos encerradas nos impone esa vestimenta”. Argumento, completamente falso: nos ponemos el velo porque queremos. Este argumento lo han usado muchos políticos en sus campañas. Nicolás Sarkozy no dejó de blandir esta falsa afirmación cuando pedía la prohibición del velo en la enseñanza superior, lo mismo que hizo el partido popular aquí en España alegando que el velo denigra a la mujer. Pero no hay mayor denigración para una mujer que la de sentirse cuestionada, juzgada e infravalorada por su forma de vestir.
Al prohibicionismo se sumaron también algunos socialistas: Manuel Valls en abril de 2016 dijo que el velo se tenía que prohibir en las universidades porque según él, “el Islam no es compatible con los valores de la república”; falso: ¿acaso la libertad no es un valor de la república? Pero lo preocupante no son las declaraciones de estos políticos, lo preocupante de verdad son que a su opinión se suman otras mujeres, que por desconocimiento, alienación o inluso racismo, incurren en violar nuestras libertades religiosas.
La ministra de los derechos de la mujer en Francia, Laurence Rossignol, comparó a las mujeres que llevan velo con las mujeres negras sometidas a la esclavitud en el siglo XIX, y en la Federación de mujeres progresistas aseguran que el hiyab es «una forma de hacer visible la discriminación de la mujer«. En todos los argumentos se repite una y otra vez que el velo oprime a la mujer y que el velo es discriminatorio. Pero en sus discursos en ningún momento han dejado de ver a la mujer velada como un objeto, como un ser que no tiene voz ni voto y que necesita ser liberada. ¿Acaso en algún momento preguntaron a esas mujeres lo que querían? ¿Por qué ni la Unión Europea, que dice defender los derechos humanos; ni los gobiernos de esos países supuestamente libres, escuchan a las mujeres que repiten una y otra vez que lo llevan porque quieren?
En ningún momento han dejado de ver a la mujer velada como un objeto, como un ser que no tiene voz ni voto y que necesita ser liberada. ¿Acaso en algún momento preguntaron a esas mujeres lo que querían?
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Pues la respuesta es sencilla y clara: porque son machistas y racistas, porque se creen con el derecho de decir a una mujer qué hacer, porque para ellos somos el género débil que necesita de su ayuda para ser liberadas, porque nos quieren encarcelar predicando la libertad, porque nos quieren sumisas a las órdenes de sus manuales. ¿Y las mujeres que les apoyan en sus opiniones, también son machistas? Esas mujeres viven arraigadas a la idea de que una mujer libre es aquella que va con el cabello suelto y pantalones leggins, que son incapaces de comprender que una mujer con velo también es libre si lo lleva por voluntad propia. Esas mujeres están tan aferradas a su ego blanco que son incapaces de ver la libertad fuera de los patrones occidentales. Es una cuestión de alienación y racismo.
Los políticos lo que hacen es utilizar los derechos de la mujer para justificar la violencia sobre algunas mujeres, en este caso, sobre las mujeres musulmanas que llevan velo. Apoyándose en aquellas mujeres que desde fuera de la comunidad Islámica, opinan quitándole voz a las que queremos llevarlo y lo llevamos como símbolo de nuestra identidad.
Falacias sobre el velo.
“Sin el velo eres más guapa” o “el velo te hace más mayor” son algunos de los comentarios que solemos escuchar a todas horas. Ya no solo en boca de desconocidos fisgones, sino que también en boca de nuestras propias amigas.
Incluso, esta falacia se ha convertido en el razonamiento de muchas jóvenes que, en falta de fuerzas para luchar por sus derechos, se arrodillan ante este sistema opresor que les obliga a vestirse como ellos quieren. Renuncian a llevar velo para que les permitan trabajar o estudiar.
Dejando de lado las presiones sociales, vamos a analizar estas afirmaciones aparentemente inocentes: “Sin el velo eres más guapa”, ¿Ah, si? ¡Vaya! ¿Que mi objetivo en esta vida es ser guapa? ¡No lo sabía! Pues gracias por decírmelo, voy a quitármelo para ser más “guapa”. No señoras, esta afirmación esconde más de lo que muestra. Para empezar, ¿por qué una persona, a quien mi vida no le debería importar, se siente con el derecho de valorar mi belleza?
«No es para tanto Khadija» dirían algunes, pero de lo que no se dan cuenta es que esa simple afirmación tiene un sentido negativo, porque me objetiza a mí como mujer. Esa simple afirmación relega mi personalidad, mi intelectualidad y mis valores al olvido. Resaltando así ese aspecto externo,la belleza vista desde unos ojos desconocidos, que para nada me define. Esta misma frase, en boca de un hombre, todavía es más venenosa e inaceptable. Porque no olvidemos señoras, que si le damos la razón a quien hace dicha afirmación, le estamos dando la razón en su objetización sobre nosotras.
Si nos rebajamos a hacer caso de estas afirmaciones no somos libres, por mucho que a simple vista parezca un comentario o consejo inofensivo. Por eso, nosotras, las feministas islámicas decimos que llevar el velo nos hace sentirnos más libres, porque mantenemos el control sobre nuestro cuerpo, mostrando nuestro cabello solamente a los nuestros. Dejando así que el resto del mundo nos conozca, valore y admita por nuestros modales, valores e intelecto.
Referencias
- Mila Klimt (2021). El complejo de salvador blanco y redes sociales.
- Birdicita (2021). Fetichismo: el racismo invisible
- Khadija Ftah (2018). La lucha de las Feministas Islámicas
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