Khaula, el asesinato que no importa.

El pasado miércoles amanecimos con una de las noticias más horribles que nos ha dejado este año, una niña de 14 años ha sido asesinada y violada en Jaén. Pero no se llenan las calles ni las redes de descontento. No se habla del tema y solamente unas pocas personas lo mencionan. No llega a nada la noticia, no levanta ampollas, no sale a flote la dignidad humana. Solo nos topamos con el más absoluto silencio.

En un primer momento, pensamos que esto era por la horrible normalización de la violencia contra las mujeres. Estamos tan hartas y tan cansadas de luchar porque no nos maten, que ya nada nos revuelve. Ese fue nuestro primer pensamiento. Y ojalá hubiéramos estado en lo cierto. Porque aún en lo horrible del hastío, tiene algún arreglo.

Sin embargo, la realidad es otra muy diferente. La realidad está teñida de racismo y un odio absoluto hacia aquellas que consideramos víctimas de segunda. Aquellas que quedan en el conteo de víctimas sin que se les dediquen ni siquiera unas letras en el medio feminista de moda. Y eso nos da aún más rabia. Porque esta niña merece que quememos las calles por ella. Pero su procedencia, color de piel y clase determinan nuesto nivel de indignación. Han asesinado a una niña después de violarla y aquí estamos escribiendo una vez más un comunicado ante la pasividad de quién podría hacer más.

«La realidad está teñida de racismo y un odio absoluto hacia aquellas que consideramos víctimas de segunda. Aquellas que quedan en el conteo de víctimas sin que se les dediquen ni siquiera unas letras en el medio feminista de moda»

¿Acaso no era mujer?

Nos preguntamos una vez más, como ya lo hiciese Sojourner Truth hace más de 170 años, una pregunta que a día de hoy responderíamos con rabia. No, no se considera suficientemente mujer a todas aquellas que habitamos los márgenes. Aquellas que nos desangramos en los límites de nuestra propia existencia. No somos suficientemente mujeres porque primero se ve todo lo demás. Primero se ve que Khaula era una niña de ascendencia marroquí. Y después si acaso se ve que la mataron porque era una mujer, pero parece que no importa.

El silencio es cómplice de ese asesino. El silencio hace que, todos los que piensan que ese asesinato no está mal, se sientan respaldados por una sociedad racista. El silencio inunda las vivencias racializadas, las empuja a los márgenes del olvido en sociedades donde no importa que asesinen y violen a una niña, simplemente porque no es blanca. Y eso es aterrador.

«El silencio inunda las vivencias racializadas, las empuja a los márgenes del olvido en sociedades donde no importa que asesinen y violen a una niña, simplemente porque no es blanca».

Nos da mucho miedo ver cómo ha calado el discurso del odio de «los MENAs» y «las bandas» que nos roban el trabajo. Tanto que llegamos a deshumanizar así a una niña. Y es trabajo del feminismo cambiar esto. Es nuestra responsabilidad como activistas pelear porque todas las mujeres seamos escuchadas y tenidas en cuenta. Que todas seamos lloradas cuando sufrimos violencia. Que todas merezcamos un minuto de silencio en las calles y cientos de horas de revolución.

Conclusiones

Puede que no hayamos salido a las calles, al menos en toda España, pero en su pueblo las mujeres salieron a defenderla. Salieron las mujeres marroquíes que tanto crítica cierto sector del feminismo, ante nuestra impasibilidad. Y van a seguir saliendo aunque sea a pequeña escala, aunque no se les dé la cobertura que merecen. Porque sus vidas merecen ser reclamadas. Las feministas debemos defender a todas las mujeres, niñas y disidencias que nos interseccionan. Debemos pelear porque el racismo no sea motivo de ignorar a una víctima. Debemos luchar porque no gane el discurso del odio que reina desde hace años en nuestro país. Que no nos digan que los asesinos son racializades, mientras las víctimas siempre son blancas. Porque no es verdad, estadísticamente la precariedad empuja a las personas racializadas a sufrir múltiples violencias. En especial a las mujeres y las niñas.

Nosotras, como de costumbre, solo podemos sentir en el alma la pérdida e intentar reclamar su vida desde nuestro activismo. Descansa en todo tu poder, Khaula, seguiremos luchando para que esto no ocurra.

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