Debido al traje que llevó Cara Delevingne a la Met Gala de hace unos días, esta palabra ha pasado a estar en boca de todo el mundo. «Pegging» es un término acuñado por el columnista sexual Dan Savage en 2001. En la cultura popular es conocida desde hace siglos. Como ejemplo, en el libro «La filosofía en el tocador» (1975) de Marqués de Sade ya se describía el acto. Estos últimos años, y fruto de la desestigmaticación de prácticas sexuales disidentes, se ha empezado a hablar más de nuevo del pegging. Define una práctica sexual en la que una mujer cis heterosexual penetra analmente a un hombre cis heterosexual empleando una prótesis o dildo. Usualmente va sujeta en el pubis por medio de un arnés de cintura (denominado strap-on). Esta práctica también puede implicar la estimulación del pene o los testículos.
Durante la práctica sexual se produce un intercambio de roles en este tipo de parejas: la persona que normalmente penetra y que tiene pene, es penetrada por una persona con vulva gracias a un arnés que sujeta un juguete sexual. Así pues, el pegging está vinculado a la estimulación de la próstata ya que es una zona erógena muy placentera para estas personas.
Aunque es un tipo de penetración que puede ser realizada y disfrutada por cualquier persona independientemente de sus genitales y/o de su orientación sexual, el término «pegging» no se utiliza comúnmente para referirse a otras circunstancias que no sean las mencionadas arriba. Esto se debe a que el término lleva asociado el tabú hacia la penetración anal como práctica sexual en la que participen hombres cis heterosexuales. Por otro lado, ser penetrados por una mujer se asocia con la humillación y la sumisión, ya que invierte los roles binarios tradicionales de la pareja heterosexual. Es decir, que vuelve a demonizar la penetración planteándola como una humillación a los hombres.
En algunos entornos feministas la práctica del pegging es entendida también como una “práctica sexual feminista” sin entender que dotarlo de ese carácter sigue perpetuando ese concepto estereotipado de que el hecho de ser penetrado por una mujer deba desencadenar sentimientos de humillación, sumisión o vergüenza y que tener preferencia por una u otra práctica sexual no te hace más o menos feminista. Por todos estos motivos es por lo que el mensaje del conjunto de Cara Delevigne sigue estigmatizando el sexo anal. Sigue entendiendo la penetración anal como una forma de humillación y aún más al relacionarlo como una forma de destrucción del patriarcado.
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