¿La Intersexualidad debe estar en el colectivo QUEER?

La duda respecto a si las personas intersexuales deben o no formar parte de la lucha del colectivo de disidencia de género y sexual es un debate que lleva mucho tiempo abierto y del que hay argumentos perfectamente válidos para ambas posturas. Sin embargo, creemos que parte de esos argumentos son resultado de una LGTBAfobia generalizada en nuestra sociedad. Es no querer que te relacionen con el colectivo Queer entendiendo que «no eres como ellos». Lo que resulta problemático desde todos los ángulos.

Nuestra opinión, como de costumbre, quedará muy marcada porque nos parece importante posicionarnos de formas radicales en todos estos temas. La neutralidad no va con nosotres.

¿La #intersexualidad debe estar en el colectivo #queer? La eterna pregunta que siempre nos hacéis.

¿Por qué no incluir la Intersexualidad?

La mayoría de personas que hablan sobre no incluir a las personas intersexuales en el colectivo suelen aludir a una verdad irrefutable: la intersexualidad no tiene nada que ver con la identidad de género ni con la orientación sexual de la persona en cuestión. Esto es así, ser intersexual es completamente independiente del género que nos identifica o de la orientación sexual que politicemos. La intersexualidad es un conjunto de características biológicas que simplemente no encajan en los moldes impuestos por parte de la sociedad cisnormativa y binaria. Es una disidencia anatómica y/o fisiológica. Esto está muy relacionado con las imposiciones respecto a la intersexualidad. Se nos somete a cirugías de adaptación de nuestros genitales, se nos presiona para adaptar nuestra apariencia también a la normatividad, se nos hormona a veces de forma innecesaria y se nos deja sin prácticamente información sobre nuestras condiciones; porque todo ello pone en cuestionamiento el orden cisnormativo y diádico de la sociedad capitalista. Todos estos prejuicios emanan directamente del sistema sexo-género que influye de forma interseccional en múltiples opresiones. Las personas intersexuales somos ignoradas por la sociedad capitalista al salirnos de la normatividad binaria del sexo que contribuye a mantener el binarismo de género y las creencias acientíficas de superioridad e inferioridad entre sexos. Si una persona puede entenderse como algo «intermedio» entre lo que sería impuesto como mujer o como hombre por parte del constructo social del sexo deja patente que ese constructo no obedece a una realidad. Es decir, las personas intersexuales con su politización somos una piedra más en el camino del sistema que quiere seguir jerarquizando entre personas que impone como mujeres y personas que entiende como hombres. Somos una demostración más de que el binarismo no tiene sentido y de que la realidad de nuestra sociedad es diversa.

El problema es que muchas de las personas que no quieren ser incluidas en una lucha de la que llevamos formando parte décadas lo hacen intentando escapar de la otredad. Tratan de adaptarse al sistema patologizando sus condiciones, dando a entender que es simplemente un error natural y que no por eso son menos personas. Como si las personas discas o enfermas no tuviéramos bastante con el capacitismo, ahora pretenden autopatologizarse solo para escapar de la violencia LGTBIAfoba. Esta idea es muy dañina para las personas intersexuales, ya que crea una idea de la intersexualidad patologizadora y negativa. Es decir, justifica las operaciones de reasignación de sexo (mutilaciones genitales) en bebés intersexuales como una forma de «curarnos» o de «arreglar» ese error natural. La intersexualidad no es un error, no es una patología, no es algo malo. Simplemente es un espectro más amplio del sexo del ser humano. No tiene nada dañino mientras no tenga consecuencias problemáticas en la salud, ergo denominarlo enfermedad es absurdo.

¿Por qué sí incluir la Intersexualidad?

El principal motivo es el motivo histórico. La intersexualidad ha sido politizada desde las alianzas con el colectivo de disidencia de género y de la mano con las compañeras y compañeres trans. Desde el auge de la ciencia médica moderna en las sociedades occidentales aquellas personas intersexuales que nacían con genitales externos ambiguos se les sometía a mutilaciones genitales, modificando quirúrgicamente sus órganos sexuales. Esto se hacía buscando que esos genitales se adaptasen a la norma binaria, es decir, para que se pareciesen más a los genitales femeninos o masculinos. Los cirujanos han considerado a los bebés intersexuales como «emergencias sociales» en el momento de su nacimiento debido a su disidencia anatómica, pero también con claro componente económico. Es más fácil realizar una vaginoplastia que una faloplastia, resulta más barato, y muchas veces ese es el criterio que se sigue a la hora de acudir a estas cirugías. Hubo progenitores de infantes intersexuales que no estaban contentos con la situación porque implicaba mutilarles de forma permanente. Implicaba someterles a cirugías que en muchísimos casos eran completamente innecesarias y que podían producir daños permanentes: incontinencia urinaria, infecciones crónicas, problemas intestinales crónicos, dolor crónico, insensibilidad genital, entre otras muchas consecuencias.

Varios científicos creen que realizándose una intervención temprana se evita que aquella persona tenga confusión dentro de su identidad de género, es decir, se relacionaba la intersexualidad con la identidad de género de forma directa. Estas prácticas se denominaron como «Política de género óptimo» y fueron desarrolladas inicialmente en los años 50 por el psicólogo John Money. Este psicólogo que desarrolló polémicas posturas (como es el caso de David Reimer) creía que los infantes eran más propensos a desarrollar una identidad de género que coincidía con el sexo de la crianza, la cual podría determinar mediante los cromosomas, las gónadas o las hormonas. El objetivo principal es elegir el sexo que conduciría a la menor inconsistencia entre la anatomía externa y la psique asignada por el individuo (identidad de género).

Todo lo anterior son prejuicios clínicos completamente erróneos como muchas veces hemos desmentido. Pero ha influido en cómo se ha luchado por los derechos de las personas intersexuales en todo el mundo. La lucha se ha construido en torno a pelear contra el binarismo y a reclamar que la identidad de género no tiene nada que ver con la biología, sino que es un constructo social al que se accede a través de la propia socialización. Lo que se ha comenzado a hacer recientemente con los avances en teorías feministas es entender que el sexo también es un constructo social y, en consecuencia, no hay nada erróneo o enfermo en la anatomía intersexual. La realidad es que mucha gente intersexual ni siquiera lo sabe hasta avanzada edad porque su disidencia solo sale a la luz durante la pubertad. Nuestra identidad de género o sexualidad pueden ser disidentes independientemente de nuestros genitales, pero ya por el hecho de que nuestra anatomía cuestione el binarismo sexual estamos cuestionando la cisnorma. Somos disidentes en cuanto a que nuestra mera existencia pone en duda todas las bases de la sociedad cisnormativa y diadista. Pone en duda las bases en las que se ha construido el género y el sexo en todo el mundo.

Cuando se investiga respecto al género, la sexualidad, la identidad y el colectivo queer nos encontramos con que muchas vivencias son comunes. Muchas vivencias son las mismas que tienen otras personas disidentes porque nosotres también lo somos. No podemos pretender ignorar la realidad social e histórica de nuestra identidad solamente por resultar más cómodas al sistema capitalista. La intersexualidad es una disidencia y estamos orgulloses de luchar de la mano de nuestras compañeras trans, de les no binaries, de las lesbianas, las bisexuales, las asexuales, etc. No vamos a dejar a nuestres compañeres atrás simplemente porque pretendáis seguir excluyéndonos o queráis justificar vuestras violencias.

Conclusiones

Parece obvio decir que la disidencia del colectivo Queer no puede ser únicamente reducida a identidad u orientación sexual, porque la ruptura del sistema cisheteropatriarcal va mucho más allá de estas cuestiones. Interseccionan la raza, la discapacidad y la intersexualidad con esas otras formas de identidad. Porque como ya hemos dicho, la construcción de la norma es racista, capacitista y diadista. Cuando hablamos de la lucha del colectivo, es imprescindible que sea una lucha interseccional que incluya la diversidad de cuerpos no solo en torno a la intersexualidad, sino también contra el colonialismo, el racismo, el capacitismo y el cuerdismo. Necesitamos resignificar todo lo aprendido respecto al género, al sexo y a la identidad para avanzar en una sociedad más justa.

La lucha intersexual siempre ha estado ligada al colectivo por una cuestión práctica y de sororidad. Podemos observar cómo influye el sistema que nos daña como queer en nuestra identidad intersexual. Es absurdo, por tanto, pretender alejar y despolitizar nuestra lucha, como es también absurdo pretender patologizar nuestra identidad.

Bibliografía

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