No todo el mundo es Bisexual.

Todes hemos escuchado la frase de «todo el mundo es un poco bisexual». Sin embargo, pocas veces nos hemos parado a analizar lo que significa en realidad. No, no todo el mundo es Bisexual. Afirmar esto es, por un lado, bifobia, al dar a entender que no tenemos de qué quejarnos porque no existe opresión y, por el otro, lesbofobia, al insinuar de nuevo que las lesbianas se sienten atraídas por los hombres de alguna manera, lo que nos parece terriblemente violento, ya que pone una piedra más hacia la heterosexualidad obligatoria que sufren las compas lesbianas.

Que la sexualidad no sea algo rígido e inmutable durante nuestra vida, que fluya y que vayamos descubriéndola con el paso del tiempo no hace que todas las personas sean bisexuales. Hace que las personas nos autoconozcamos a nuestro tiempo y eso no invalida nuestra identidad política en absoluto. Las únicas que podemos definir lo que es la bisexualidad somos las personas bisexuales.

La #bisexualidad como identidad política es algo que todavía se pone en duda en nuestra sociedad, pero no, no todo el mundo somos bisexuales.

Origen de la mentira

Esta mentira, repetida por todos lados, viene de una investigación mal explicada y mal hecha. Pues esa estadística, hecha por alguien que pretendía demostrar que todo el mundo es bisexual, Alfred Kinsey, para empezar no puede ser usada como verdad universal (la ciencia no funciona así) pero es que, además, no hablaba de atracción sino de relaciones. Una lesbiana puede tener relaciones con hombres por heterosexualidad obligatoria y compulsiva, un gay puede tener relaciones con mujeres por armario, las personas asexuales tienen relaciones aunque no tengan atracción sexual y una persona bisexual puede tener relaciones con personas solo de alguno de los espectros del género y eso no elimina su realidad como bisexual. Lo curioso es que esta mentira se dice incluso en clases de psicología social, donde esa estadística sale como ejemplo de ello y se toma como realidad.

Se forma a futuras generaciones de psicólogos en una mentira que lo único que hace es seguir invisibilizando la bisexualidad, porque si todo el mundo es «un poco bisexual», nadie puede hablar de las dificultades que tiene serlo. Es la misma premisa que cuando se dice que «todo el mundo tenemos capacidades diferentes», pues ignoras que hay personas que son violentadas por su diferencia. Si no se señala el problema, nunca se podrá solucionar. Y precisamente en este sentido es en el que tan fácilmente caemos en repetir estas falsedades porque nos calman la conciencia. La realidad es que la socialización y la construcción de nuestra identidad es algo que evoluciona con el paso del tiempo y se nutre de nuestras vivencias y de cómo nos influye el entorno también. No es lo mismo construir nuestra identidad bisexual en términos occidentales que en términos de otras culturas y realidades. Y esto (aunque sea una obviedad) no hace que la construcción occidental sea la correcta o la mejor. Simplemente hace que las vivencias sean diferentes, plurales y necesarias de ser analizadas.

De la misma forma pasa con todo, las orientaciones sexuales son identidades políticas que tienen su validez no solo para explicar nuestras emociones y nuestras vidas, sino también para poder reclamar aquellos derechos que tenemos negados por el hecho de ser como somos. La identidad bisexual pasa porque tengamos que politizar que se nos cuestione cuando hablamos de nuestra atracción hacia el mismo género, pasa porque se nos encasille según la relación que tenemos, que se nos patologice como ninfómanas o que se nos estigmatice como viciosas. Pasa por que no podamos vivir nuestra orientación sexual en libertad porque siempre vamos a ser cuestionadas. Este es el origen de la ausencia teórica de la bisexualidad, que no se aborda porque no se considera suficientemente real o relevante para los estudios queer o para el estudio de la sexualidad desde una perspectiva social. Así se construye la identidad bisexual como una identidad temporal y pasajera, una fase mientras nos decidimos por alguno de los bandos validados por el régimen capitalista. Se nos dice que no podemos ser bisexuales porque es algo pasajero, una parada en nuestro autoconocimiento, que culminará con la revelación de que solo estábamos experimentando.

«Du Plessis sugiere que el discurso sexual borra conscientemente la bisexualidad al asignarla modos de temporalidad distintos al tiempo presente, como si “todos hubieran sido bisexuales alguna vez, o serían bisexuales en el futuro, pero nadie es bisexual aquí y ahora».»


Lachlan MacDowall en «Historiorizando la bisexualidad contemporánea»

Esta construcción de la bisexualidad daña de forma directa a las teóricas en torno a la sexualidad, porque pone en entredicho todo su trabajo en construcción de la identidad bisexual desde la perspectiva social y no biologizante. Porque biologizar las orientaciones sexuales es en sí mismo un error. No es necesario que algo sea biológico para que sea real, y esto es algo que debemos aceptar de una vez, porque seguir biologizando los sistemas de opresión (de género, de raza, de capacaidad o de sexualidad) solo hace que darle al régimen capitalista una forma de invalidar nuestras identidades. La ciencia es política, y siempre va a estar influenciada por los prejuicios de la persona que investiga, pero además es que las ciencias sociales también son ciencias.

Identidad y Sexualidad

Cuando hablamos de género es sencillo comprender que afecta de forma directa a nuestra socialización en una sociedad que nos sitúa de diferente forma según nuestro género. Pero con la sexualidad no parece tan obvio. Sin embargo, la psicología social entiende la identidad construida desde diferentes partes de nuestras posiciones como opresores u oprimides; que no es nunca un espectro completamente blanco o negro, pero que pretende dar sentido a cómo nos relacionamos en sociedad. Así interviene necesariamente nuestra sexualidad en la ecuación, ya que es imposible ignorar cómo nos relacionamos sexo-afectivamente a la hora de construir nuestra identidad como personas. Es una parte importante de nosotras y, como tal, es algo a lo que tenemos que prestar atención para no reproducir comportamientos nocivos que emanan de la heterosexualidad obligatoria y la familia nuclear monógama.

Lo curioso es que la bisexualidad está intrínsecamente relacionada con la racialidad, pues al biologizar en sus orígenes la bisexualidad se le daba una concepción de «sexualidad inmadura» propia de las bestias o de seres menos evolucionados, lo que significaba a menudo (en esa época) personas racializadas. Así, nos encontramos con que la bisexualidad existe mucho antes de lo que históricamente nos han tratado de vender, siempre fuera del tiempo como una fase hasta alcanzar la madurez sexual, lo que ha ayudado a construir un discurso bifobo que se mantiene a día de hoy.

«El continuo borrado de la bisexualidad por parte de los académicos queer, además de los críticos de la corriente principal, revela que las teorías queer aún no se han movido más allá de su posición como oponente homosexual a la heterosexualidad y, por lo tanto, que la teoría bisexual tiene un papel que desempeñar en las teorías queer.»

Laura Erickson-Schroth y Jennifer Mitchell

Politización Bisexual

La primera cuestión a discutir dentro de la opresión dirigida hacia la bisexualidad es el origen de dicha opresión. En muchas ocasiones hemos hablado de cómo el capitalismo se sostiene en parte sobre el gran pilar que supone la familia tradicional monógama y sus implicaciones en la construcción del Sistema Sexo-Género. Sin embargo, este binarismo también se ve reflejado en la orientación sexual, y el capitalismo busca perpetuarse a través de la adaptación a los avances sociales. Así, en los últimos tiempos donde la homosexualidad ha conseguido un mínimo de visibilización y aceptación por una parte de la sociedad, el capitalismo la ha presentado siempre desde la perspectiva de una familia tradicional. Así ha impuesto de nuevo un modelo relacional en el que pueda perpetuar sus intereses y reformar el activismo queer a su antojo. Este es el principal motivo de la invisibilización de la bisexualidad, pues si todo se sostiene sobre el binarismo heterosexual-homosexual, es necesario eliminar cualquier creencia de que existe algo más. La bisexualidad es temida por el régimen heterosexual, al desestabilizar no solo la binariedad de la sexualidad, sino también la idea binaria y cisnormativa del género. En última instancia, la figura del bisexual es una amenaza para la infraestructura existente de la sexualidad que se basa enteramente en una población heterosexual dominante y una homosexual opositora.

«Los deseos y la existencia de los bisexuales se borran de la vista y posteriormente se reconfiguran para encajar dentro de nuestro cómodo, y cómodamente estrecho, binario homo-heterosexual, incluso por otros dentro de la comunidad queer, muchos de los cuales tienen la intención de normalizar la homosexualidad como una familia conservadora. Orientada a la identidad no se diferencia de la heterosexualidad tradicional. La bisexualidad es fundamentalmente inquietante para la institución hegemónica de la heterosexualidad y su contrapunto queer.»

Laura Erickson-Schroth y Jennifer Mitchell

En consecuencia se hace patente la necesidad de politizar la identidad bisexual y, en especial, la identidad de las mujeres bisexuales o birromáticas, lo que a partir de aquí denominaremos como Bifem. El principal problema que nos encontramos las personas bi en general es que cuando el comportamiento o la autoidentificación de los individuos no se ajusta a ninguna de las categorías binarias homosexual o heterosexual, en lugar de aceptar una nueva categoría (la bisexual), ampliamos las antiguas para dar cabida a realidades recientemente visibilizadas. Así se crean términos cuyo significado es exactamente el mismo que el que tiene la etiqueta bisexual, pero que nos alejan de una lucha común como colectivo y pretende ignorar nuestra existencia a través de la ridiculización de nuestras identidades.

Por otro lado, las bifem nos encontramos con un problema al vernos siempre ancladas al deseo masculino por misoginia interiorizada y, así, se nos dirige siempre a una heterosexualidad asimilada que no es real y que no se corresponde con nuestra identidad. Se nos dirige de nuevo a seguir perpetuando ese binomio homo-heterosexual y la familia nuclear monógama a través de priorizar la atracción teánica por encima de cualquier posible relación sáfica, lo que conlleva a que casi una de cada dos bifem en Estados Unidos ha sido víctima de violación, el triple respecto a los datos que presentan las mujeres heterosexuales y lesbianas. A mayores, el 75% de las bifem han sido víctimas de otras formas de violencia sexual y tenemos el doble de posibilidades de sufrir violencia de género respecto a las cifras de las mujeres heterosexuales. Los datos de todo el colectivo arrojan mucha luz respecto a las diferentes formas de violencia que sufrimos por nuestra identidad, y confirman algo que ya hemos avisado con anterioridad: Las personas bisexuales registran mayores tasas de depresión, ansiedad, autolesión y pensamientos suicidas que los heterosexuales, gais y lesbianas, lo cual también está vinculado a un mayor riesgo de sinhogarismo, maltrato y violencia.

Conclusiones

La idea de la bisexualidad como una identidad temporal en la que todas las personas nos vemos representadas en algún punto de nuestra vida, no hace más que despolitizar la realidad de nuestra identidad como personas bisexuales. La bisexualidad es una identidad en sí misma y no supone en ningún sentido una fase de autoconocimiento hacia nuestra identidad verdadera. Es necesario conseguir que se comience a estudiar desde las perspectivas queer la construcción de nuestra identidad disidente y la implicación de dicha construcción en la destrucción del sistema capitalista.

Necesitamos nombrarnos y autoconocernos desde la disidencia. Crear una nueva forma de entender la sexualidad y la identidad es necesario en este escenario en el que el sistema capitalista cada vez devora con más rapidez los movimientos sociales como métodos de autoconservación. En este sentido, buscamos crear una revindicación de la bisexualidad que rompa con el binarismo de la sexualidad, que rompa con lo que socialmente entendemos por atracción.

Bibliografía

17 comentarios sobre “No todo el mundo es Bisexual.

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  1. Hola, soy activista Bisexual desde hace muchos años y me encantó este artículo. ¡Bravo! Solo me gustaría ver si puedo conversar con lx escritorx para demostrarle con los libros originales de Kinsey “Sexual Behavior in the Human Male (1948) and Sexual Behavior in the Human Female (1953) que él nunca planteó que todoxs éramos bisexuales. En la página 656 del primer libro da los porcentajes siguientes: Exclusivamente heterosexual 50%, exclusivamente homosexual 4% y bisexual 46%. y de hecho estos datos no los inventó sino que los obtuvo de una amplísima encuesta. Yo creo que estos números son muy interesantes porque dicen que la bisexualidad es más común de lo que la mayoría de la gente cree. Les mando abrazos y besos Bisexuales.

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    1. Holi, yo soy la autora (no uses el neutro con X que es capacitista, please) el problema de esa encuesta es lo que ya digo en el artículo: No responde a la atracción, si no a las relaciones. Puedes tener relaciones con Hombres siendo lesbiana por comphet, entre otras. Ese es el problema de la encuesta.

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    2. Creo que la persona que ha escrito el artículo no ha leído a Kinsey, solo ha leído sobre él (que no es lo mismo), o si lo ha hecho, no ha acabado de entenderle.
      Kinsey nunca planteó que todos fuésemos bisexuales, simplemente que hay un continuo en la sexualidad.
      Por otro lado, Kinsey no basó su escala solo en con quién tienes relaciones, sino que muchas de sus preguntas también iban referidas a por quién te sientes atraído.
      También decir que, hasta donde yo conozco, en ninguna facultad de Psicología se forma a la gente diciendo que todos somos bisexuales.
      Por lo demás, es un buen artículo, pero hay que vigilar un poco esas imprecisiones.

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      1. Literalmente he tenido que leermelo en clase de psicología. Pero en fin, quédate defendiendo un argumento rancio y biologizante de la sexualidad en lugar de quedarte con el análisis del artículo

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  2. Solo hay una cosa que me parece fuera de lugar en el artículo, y es la vinculación que se hace entre crear una identidad sexual (la bisexualidad) y luchar y pretender destruir el capitalismo. De verdad que no entiendo ese aspecto del discurso.
    ¿Qué alternativa se plantea?, ¿es necesario dinamitar nuestra civilización para incluir una identidad sexual? Éstas son algunas dudas que me surgen al respecto.

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    1. Sí. Es el capitalismo el que nos oprime y somete por no encajar en el modelo de familia nuclear cishetero que plantea como forma de perpetuación. Llamar civilización a un sistema socioeconómico que tiene a la mayoría de la población en la miseria y en la exclusión social ya es de risa.

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  3. Culturalmente, de acuerdo.
    Pero el artículo está absolutamente equivocado cuando se habla desde un punto de vista biológico. La bisexualidad universal en el ser humano es un hecho científico debido a que no existe nada que pueda probar a nivel estrictamente científico la existencia de una persona ni heterosexual, ni homosexual.
    La orientación sexual no existe a nivel anatómico ni biológico. La orientación sexual es algo netamente cultural. Anatómica ni biológicamente se puede ubicar a ningún ser humano en este mundo como homosexual ni como heterosexual. En ese sentido están equivocados tanto los conservadores al creer que la heterosexualidad sea biológica solo por ser capaz de producir reproducción, cuando la reproducción no tiene que ser el único fin de las relaciones humanas, como también están equivocados los LGBT más extremistas al mostrar un escépticismo algo agresivo de quienes desmientan (sin ningún tipo de pruebas) que «nazcamos con determinada orientación». Podemos nacer con preferencias sexuales, o descubrir dichas preferencias sexuales, pero dichas preferencias son insuficientes para hablar de una orientación biológica.
    Tanto al hombre que se crea más heterosexual del mundo como a la mujer que se crea más lesbiana del mundo, les puede atraer física y sexualmente un varón. Biológicamente no lo impide nada.
    Lo más contradictorio es su contundente forma de enfatizar «la ciencia no funciona así». La filosofía de la ciencia funciona probando la existencia de lo existente (principio básico del conocimiento) jamás la inexistencia de lo inexistente. Debido a que la supuesta «orientación sexual» de una persona es algo cuya condición solo puede saberse a través del testimonio subjetivo de la misma persona, caemos en algo donde no puede haber falsabilidad y donde no hay falsabilidad no hay método científico en ninguna parte.

    Ninguna persona ha probado jamás que su heterosexualidad ni homosexualidad sean biológicas. Culturalmente si una persona se clasifica con determinada orientación sexual es como que se clasifique preferir un refresco de determinado sabor o preferir un determinado género de películas: Un gusto personal que debe respetarse y no tratar de cambiarse contra la voluntad de la persona, pero no se puede meter a la biología ni a la anatomía en algo dónde sólo hay una subjetividad percibida por la cultura coexistente.
    La verdadera bifobia es borrar la bisexualidad de la naturaleza anatómca y biológica del ser humano.

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    1. Con ese argumento biologicista que se contradice en la segunda frase no sé qué pretendes hacer. Si la orientación sexual es un constructo social (que lo es, ojo), ¿por qué la bisexualidad es natural en el sentido biológico? Podéis ser menos ridículos, os lo prometo. La orientación sexual no es más que un constructo de cómo nos posicionamos socialmente frente a las relaciones humanas, no es algo ni biológico ni «natural». Es algo creado por el sistema y precisamente por eso se violenta a todas las orientaciones que no son la heterosexual. Y no, la ciencia no funciona en absolutos, si no que tiene muchísimos matices y muchísimos sesgos que la atraviesan.

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      1. Es ridículo que tilde de argumento «biologicista» algo que es netamente biológico y que no se está usando para ningún otro propósito más que el argumento en sí. Equivale decir que es «racismo» citar la definición del término racismo. Cuando yo argumento la bisexualidad como naturalmente biológica en todo ser humano, no lo hago desde la «bisexualidad» que se se conoce en el Argot de las orientaciones sexuales, sino a la capacidad biológica de poder relacionarse con cualquiera de los dos sexos biológicos, como especie binaria donde todo individuo posee un ADN con características tanto masculinas, como femeninas.
        Si reconoce que el significado de la etiqueta que reclama su artículo no es biológico ni natural, «sino una construcción social», entonces no meta a la ciencia en su artículo netamente político.

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      2. La sexualidad no es biológica, es un constructo social al igual que el género, la raza, la discapacidad, etc. https://rebelionfeminista.org/2022/07/05/el-problema-de-la-narrativa-born-this-way-en-la-comunidad-lgbtia/
        Y la especie humana no es binaria, es bimodal. En cuanto al sexo, que no es género, existimos las personas intersexuales que tenemos características de ambos o ambiguas. Y no, la identidad no está en nuestro ADN, no hay nada predeterminado en la identidad sexual o de género, es una construcción. En el articulo que te he puesto se explica mejor.

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      3. Leí el artículo, pero no veo cómo se conecta con mi argumentario.
        La sexualidad es biológica por el simple hecho de que todo ser humano (NO un 100% literal, pero sí una tasa cercana o superior a 99,9%) está biológicamente capacitado para sexualizarse con varones y con mujeres tanto emocionalmente (argumento no atendido de su parte: con una manta en los ojos cualquier «homosexual» u «heterosexual» puede ser estimulado por el género que supuestamente no le atrae creyendo ser el que reconoce que le atrae, argumento ya excluyente de su ejemplo de «la lesbiana que se acuesta con hombres por heterosexualidad obligatoria y compulsiva» por coexistir satisfacción sexual) como anatómicamente (todo el cuerpo es erógeno).

        El ser humano está capacitado biológicamente para relacionarse con cualquier sexo (para mí, género y sexo son sinonímicos y al no ser existir consenso dentro de la comunidad científica ni sociológica de que existan todos los géneros que algunas personas de la comunidad LGBT usan, estoy en razones académicas de emplearlo así, aunque por su condición como autora del artículo, si le ofende seguiré diciendo solo «sexo», como una forma de empatía), hecho que lo convierte en un ser sexual de forma tan natural como la capacidad de nutrirnos tanto de carne como de vegetales nos hace omnívoros.

        Dicho esto me parece a mí que el resumen de toda esta discusión se reduce a la semántica, mi reclamo ha ido en especial a la incoherencia de reclamar «la ciencia no funciona así», en algo que es evidente que tampoco funciona como usted insinúa.

        Dice que «la ciencia no es absoluta», pero el pilar filosófico del método científico que yo reclamé, de probar la existencia de lo existente, no la inexistencia de lo inexistente, es un concepto cuya omisión abre paso a poder defender cualquier cosa (a esto se aferran los fanáticos religiosos «nadie puede probar que Jesucristo NO existe»).

        Ninguna de sus «compas lesbianas» puede probar científicamente que es lesbiana, independientemente de cuan alto sea su grado de convencimiento sobre la exclusividad de su gusto por el sexo femenino. No se lo tome personal, es algo que aplica para la humanidad hegemónica incluyéndome, yo tampoco puedo probar que prefiero mil veces tomarme una lata de coca cola que una taza de café, pero no puedo poner a responder a la ciencia por ese gusto, ni tampoco decirle «orientación x» a eso. Los hombres homofóbicos que se creen «heterosexuales», tampoco pueden probar su heterosexualidad. Estoy de acuerdo en que a nivel cultural este tipo de declaraciones pueden prestarse para acosar a mujeres que se identifican como lesbianas, pero dicho acoso debe tratarse desde la falta de respeto al individuo, no inventar factores científicos en donde no los hay, porque la ciencia no entiende de ética ni sentimentalismos.

        Somos bisexuales, y por lo general cuando una persona hace esa declaración se refiere a lo que estoy explicando, no a que todos los seres humanos pasemos por las barreras sociales que pasan los bisexuales —desde la cosmovisión LGBT del término— ni tampoco a que esto abra automáticamente paso para que cualquier hombre conquiste a una lesbiana. Esto último es político y cultural. Negar esto es como negar la esfericidad de la Tierra.

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      4. Simple y llanamente: El género, la sexualidad, la orientación sexual, la identidad en la más absoluta extensión de la palabra no son términos biológicos. Son términos sociales y SÍ hay consenso al respecto. Son constructos sociales y pretender biologizarlos es absurdo y ya lo explicamos en el artículo de born this way. Mucho texto para usar falacias de autoridad aludiendo a que la biología es la ciencia superior que nos define al ser humano. No es así, estamos compuestes de muchas cuestiones. Léete libros de sociología y sal del libro de biología de cuarto de primaria, por dios. Ah, y no, género y sexo no son lo mismo.

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      5. No, no existe consenso al respecto, si lo existiera, ustedes, los usuarios del lenguaje inclusivo estarían académicamente avalados, y no serían una disidencia. La realidad me da la razón a mí. El género académicamente es sinónimo de sexo en infinidades de contextos. En miles de transacciones bancarias, hospitalarias, y en muchas escuelas de numerosas culturas aún se sigue empleando el término género como sinonímico de sexo en formularios, reclamos y tarjetas de identidad. En no menos del 95% de los baños públicos de Occidente se sigue separando con figuritas (género) para varones y mujeres. La existencia de ello es prueba de que no existe consenso. Su postura es una opinión objetable y controversial, jamás un hecho falsable.
        Yo en ningún momento descarté otras ciencias además de la biología no sirvan, dije que usted estaba equivocada al reclamar que «la ciencia no funciona así», cuando pone a responder factores genéticos y culturales en algo no correspondido por la biología en un texto que sí iba en un contexto claramente biológico (su reclamo en el texto refiriendo a Kinsey es claramente de índole biológico).

        ¿O acaso sí pretende que se tenga que probar la inexistencia de lo inexistente?

        Por último, enviar a leer libros simplemente por el desacuerdo es una afirmación gratuita sin ninguna diferencia filosófica en que yo le diga exactamente lo mismo. Insinúa conocer mucho de sociología, pero comete errores filosóficos muy básicos. Curioso.

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    1. Si sexo y género fueran lo mismo, no se podría abolir el machismo y el patriarcado porque existiría por razones biológicas. Además que si género y sexo fueran lo mismo, habría 3 concepciones de los dos, como existe en cuanto al sexo (aunque 3 ya sea incorrecto, pero bueno). Creer que son lo mismo es acientifico e incorrecto.

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