Es habitual que las personas trans acudamos a tratamientos hormonales para cambiar nuestro cuerpo según nuestros propios intereses. Estos tratamientos se suelen llamar tratamientos de sustitución hormonal (TSH para abreviar). En el caso de personas transfemeninas y algunas personas no binarias, lo habitual es que se desarrollen caracteres sexuales asociados a un balance hormonal favorable a la testosterona. El TSH que se sigue para cambiar este balance suele combinar unos fármacos para rebajar la testosterona que produce el propio cuerpo (es decir, anti-andrógenos) y otros para subir el nivel de estrógenos.
El TSH es fundamental para la salud trans, y está asociado a mejoras en indicadores de salud mental ─ansiedad, depresión, estado de ánimo y autoestima, trastornos disociativos─ y de calidad de vida en general, y especialmente junto con el apoyo y la suficiencia económica. Además, los riesgos del TSH para la salud no son altos, sobre todo si los comparamos con los riesgos reales de vivir en una sociedad tránsfoba. La transfobia estructural y sus consecuencias son el primer problema para la salud de las personas trans.
El TSH es fundamental para la #saludtrans, y está asociado a mejoras en indicadores de #saludmental y de calidad de vida en general, especialmente con el apoyo y la independencia económica.
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El problema del desabastecimiento
Sin embargo, en el caso de los estrógenos, es habitual desde hace algunos años que nos encontremos con problemas para encontrar los medicamentos que tomamos. Este año ha sido especialmente duro, y no encontrábamos información en ningún lado. Por eso, desarrollé un cuestionario y redacté un informe con los resultados.

Los resultados del informe son limitados: se recogen 126 respuestas válidas, y más de la mitad de ellas son solamente de Andalucía, Catalunya y Madrid. Además, la mayoría de las personas que han participado tienen 23 años o menos, y han empezado su tratamiento hormonal en los últimos dos años. De las 126 participantes, casi la mitad (61) habían tenido que cambiar la medicación en las últimas seis semanas; más de un cuarto de ellas (36) habían tenido que acudir a otras farmacias para encontrar su medicamento de uso habitual; y, en las situaciones más difíciles, unas pocas (10) han tenido que dejar el tratamiento por el momento. Sólo el 15% afirma no haber tenido problemas en relación con el desabastecimiento.
Hay situaciones que se repiten en la mayoría de los casos: ansiedad y miedo por la incertidumbre, retrasos en las farmacias y desplazamientos; cargas económicas adicionales (hay menos medicamentos financiados, son más caros…) Unas cuantas personas han tenido que cambiar de fármaco varias veces en las últimas semanas o meses. Alguna también comenta que ha tenido que racionar el tratamiento. Una persona migrante explica que no le ha llegado su medicamento a la farmacia y no ha podido ver a su endocrino. Otra persona compra una marca de Francia.

El informe preliminar se lo envié al ya exsenador Eduardo Rubiño para que tuviera algo más de información a la hora de preguntarle a la ministra de Sanidad sobre la disponibilidad de los medicamentos basados en estrógenos para el TSH (que seguimos muchas personas trans, pero también muchas mujeres cis y particularmente mujeres intersex). La ministra de Sanidad respondió que el problema de desabastecimiento se debía a la falta de capacidad de la planta de Bayer, que produce varios de los fármacos usados, pero dijo que Lenzetto se distribuía con normalidad. El cuestionario muestra que esto último no es cierto, y muchas personas de todo el país están teniendo complicaciones con él.
El problema del desabastecimiento no viene solo: se suma a la ausencia de interés en las necesidades trans tanto desde la política institucional como desde la investigación científica. La comunidad trans nunca ha tenido medicamentos específicamente producidos para nuestros intereses, y siempre se han recomendado fármacos para el cáncer testicular y para la menopausia, anticonceptivas y hasta diuréticos, pasando por “bloqueadores” y fórmulas para castrar químicamente a violadores. Desde que la Agencia Española del Medicamento retirara de la distribución Topasel ─otro anticonceptivo─ en 2006-2010, ni siquiera tenemos acceso a inyectables, que son más seguros.

La inclusión de las necesidades trans en la Sanidad pública es condición necesaria para una atención sanitaria universal, y no se cumple. Es por ello que la literatura científica habla de un «borrado trans». El borrado trans no es un simple concepto teórico, es una realidad que vivimos decenas de miles de personas trans en España. El estigma y el desconocimiento de las vidas trans producen abusos, agresiones y discriminaciones que suponen un peligro para todas nosotras y, en el ámbito de la atención sanitaria, conducen a problemas constantes, incluidas las barreras de las personas trans gestantes para acceder a una atención obstétrica y ginecológica mínima.
La literatura científica habla de un «borrado trans», que se manifiesta en políticas o en infraestructuras que excluyen la existencia de las identidades o los cuerpos trans.
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Conclusiones
Para terminar esta presentación, quiero quedarme con uno de los comentarios que recibí al cuestionario:
«Necesitamos una garantía de producción estatal para evitar situaciones tan límite como las que sufrimos actualmente. No puede ser que haya sitios donde una persona trans se vea obligada a dejar de hormonarse por completo porque nuestra salud no es algo rentable.»
Anónimo
Tenemos recomendaciones científicas y jurídicas sencillas y de calado. Las personas trans llevamos décadas exigiendo unos derechos que son imprescindibles para nuestras vidas y potencialmente para la de cualquiera. Necesitamos que se apliquen inmediatamente, y que la producción y distribución de los recursos no dependan de los posibles beneficios de una entidad privada, sino que estén al servicio del bien común y de la salud pública. La vida no es un negocio.
A continuación puedes leer el informe completo: