La loca de tu ex y Johnny Depp.

Johnny Depp ha sido condenado por violencia de género hacia su ex mujer después de un juicio lleno de polémica machista y de responsabilizar una vez más a las mujeres de las agresiones que viven. Porque si no encajan en el imaginario de buena víctima, es que entonces no había sido agredida realmente, y este pensamiento es misoginia pura. Es el mismo fenómeno que ocurre cuando el tío de turno te suelta la famosa frase de «es que mi ex está loca».

La mayoría de las veces, él es quién nos vuelve locas a través de su violencia psicológica, emocional, física y social. Hablamos de que castigos típicos de los maltratadores, como es el castigo del silencio, llevan a que cualquiera pueda acabar respondiendo de forma violenta, lo que es leído como una inversión de la culpa. La agredida pasa a ser la agresora simplemente por defenderse. Es lo que ha acabado sufriendo Amber en este juicio en el que se le ha acusado de ser ella la maltratadora, cuando ninguna de las pruebas que ha presentado el famoso actor de Piratas del Caribe ha sido suficiente realmente para ver que haya sido ella la responsable de la violencia. Ni siquiera ha servido para demostrar que la violencia estaba en igualdad de condiciones, porque no lo estaba; hay una situación de indefensión por el hecho de ser mujer que se ha ignorado a sabiendas por la opinión pública.

#JohnnyDepp ha sido condenado por violencia de género hacia su ex mujer después de un juicio lleno de polémica machista y de responsabilizar una vez más a las mujeres de las agresiones que viven.

La carga de la culpa

En el tema de la violencia de género y los tipos de violencia, que están influenciados por situaciones de diferencia de poder, nos encontramos con que no es tan sencillo como decir que quién agrede es la persona responsable de este maltrato. Porque una mujer que lleva soportando maltrato psicológico durante años, puede responder de forma violenta, pero no es la maltratadora. Será juzgada y penada por la agresión, por supuesto, pero esta agresión jamás debería servir de excusa para negar la violencia sistemática que ha llevado hasta ahí; como está pasando con el caso de Johnny Depp y Amber Heard. No es algo nuevo y precisamente por este motivo, es necesario que haya psicólogos forenses formados en estos casos. Porque hay que demostrar que la violencia no ha sido bidireccional (recurso utilizado a menudo por los agresores), si no que ha sido una explosión de parte de una persona que estaba siendo maltratada por otra en una intención de defenderse. Un incidente de violencia aislado no es el mismo delito que la violencia sistemática de un maltratador a su víctima. Esto no quiere decir que no vaya a castigarse, quiere decir que el castigo no puede ser el mismo. Ya que no es el mismo delito, para eso están los agravantes.

Se utiliza como prueba de la inocencia de Johnny, unos audios en los que sale ella insultándole o amenazándole. Como si eso no fuera una respuesta bastante natural cuando estás pasando por una situación como la que se ha demostrado. Esas pruebas en realidad no probaban lo que querían probar, si no que demostraban la desesperación a la que llegó la víctima para acabar explotando en actos de violencia ante un maltrato continuado. Cuando te hartas de ser siempre la víctima, puedes reproducir comportamientos abusivos en un intento de escapar. Reproduces los castigos que te han hecho, intentando que esa persona se dé cuenta de que están mal. Pero eso nunca funciona, porque un maltratador lo hace por poder sobre ti; que te rebeles solo ocasiona violencia de otro tipo. Y esto lamentablemente lo aprendemos por las malas.

Cuando la opinión pública utiliza la respuesta de una víctima como excusa ante el abusador, está dando alas a la violencia. Tenemos derecho a defendernos y no siempre lo vamos a hacer como esperan de nosotras, porque no somos perfectas. Somos seres humanos que hemos sido educadas en un sistema patriarcal. Por supuesto que vamos a repetir comportamientos nocivos, no solo con nuestras parejas, también con el resto de relaciones interpersonales. Pero cuando nos encontramos en una situación como la relatada, parece obvio que se va a responder con violencia y eso no elimina la carga de la culpa en nuestro agresor.

El ejemplo más sencillo respecto a esto es la mujer que, harta de que la justicia no haga nada, mata a su maltratador. ¿Está bien asesinar a alguien? Obviamente no. ¿Podemos culparla de que se defienda con ese fatal resultado? No, es un atenuante de condena, ya que es un asesinato en defensa propia. Entonces, ¿Por qué cuesta tanto verlo en este caso?

El poder de la fama patriarcal

La respuesta a la pregunta anterior parece sencilla: Es un hombre. Pero en otros casos también han sido hombres y la gente se ha alegrado de que la mujer se defendiese. La diferencia es de clase y de posición social. Aquí interactúan de forma magistral el patriarcado y el capitalismo para retroalimentarse y mantenerse al servicio de esa parte de la sociedad. Johnny Depp no solo tiene de su parte el ser un hombre blanco, cishetero, guapo y completamente sano. Tiene de su parte todo el dinero del mundo y un prestigio social que va a suponer que la gente lo defienda sin cuestionarse sus propios sesgos. Porque lo ven como un ejemplo a seguir, como el ideal a alcanzar, su ideal no puede ser un maltratador. Si aceptan que su ideal de ser humano es un maltratador, tendrán que aceptar que se han visto reflejados en el mismo. Tendrán que mirarse en el espejo de los privilegios y aceptar que tal vez ellos hubieran hecho lo mismo.

Y así se crea un fenómeno social de fanatismo en el cual se defiende a una figura pública después de que haya quedado demostrado que es un maltratador y que haya sido condenado por ello. Da igual lo que diga el juez de turno si tú quieres creer que no es cierto. Y esto pasa constantemente con los famosos y sus agresiones. Desde Brad Pitt hasta Torbe; sin olvidarnos de Ghandi, Picasso, Neruda, Chris Brown, entre otros tantos artistas que se sabe que abusaron, violentaron o robaron a mujeres y nunca han pagado por ello.

Conclusiones

En definitiva, la violencia de género no puede ser interpretada de forma sesgada por un público influenciado por la fama del agresor, para eso están las profesionales del sector que nos especializamos en ver cómo influye todo el patriarcado para poder reconocer situaciones reales de maltrato frente a otras situaciones de violencia cruzada. No sirve de nada que se intente excusar a un agresor condenado que ya se ha demostrado ante un juez especializado que ha cometido las agresiones de las que se le acusa. No somos jueces, hacer juicios de valor en redes sociales solo crea más vulnerabilidad a las víctimas que ven como se despelleja a una víctima que tiene todo de su parte y no es suficiente para ser creída. Estas acciones solo contribuyen a que otras siga callando las agresiones que sufren por miedo a ser cuestionadas y violentadas por el entorno.

Todo ello contribuye al patriarcado, que se sirve del silencio de las víctimas para seguir manteniendo esa violencia. Que aquellas que pueden hablen de lo que sufren, ayuda a que las demás lo veamos más fácil para salir de ello y denunciar.

Bibliografía

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