La Cañada Real.

Las cañadas reales son vías pecuarias por donde se practicaba la trashumancia: el paso del ganado de una zona a otra para los pastos; a partir de los años 60, se modificó una ley para que se pudieran plantar huertas y levantar pequeñas construcciones para guardar los aperos en las cañadas reales pero, desde entonces, La Cañada Real madrileña ha ido creciendo hasta albergar a miles de familias de distintos orígenes: árabes, gitanas, rumanas… Aproximadamente 7300 son las personas que viven el barrio situado al sureste de Madrid. En La Cañada viven más de 2500 menores de edad.

Miles de personas, entre ellas menores de edad, viven en #CañadaReal al sureste de Madrid, y han padecido cortes de luz en pleno temporal Filomena. @Naturgy había cortado el suministro de luz en octubre del 2020.

En octubre de 2020, la empresa de luz Naturgy alegó irregularidades, consumo excesivo y no regulado, así que la Comunidad de Madrid cortó la luz a cientos de familias, castigando de esta forma a toda una población por el hecho de que algunas personas presuntamente cultivaran marihuana, razón que, por otro lado, no nos parece suficiente para dejar sin servicios básicos a esas personas. A pesar de los enfrentamientos con la policía que se saldaron con incluso 12 detenidos, a pesar de las protestas, a pesar incluso de que el Consejo de Derechos Humanos de Las Naciones Unidas denunciara la situación e instase a restaurar la luz, llegó el temporal Filomena y miles de familias tuvieron que padecer el frío sin luz eléctrica. El Centro de Asesoría y Estudios Sociales (CAES) es el despacho de abogados que más está peleando la asunción de responsabilidades por parte de las dos entidades ya mencionadas. Carlos Castillo, letrado del bufete, es quien ha interpuesto las denuncias pertinentes: «La primera la hicimos a mediados de diciembre, cuando nunca nos planteamos que el corte de luz pudiera llegar hasta esa fecha, justo al inicio del invierno. Pusimos en conocimiento de los Juzgados de Plaza de Castilla una serie de daños y lesiones que sufren parte de la población, todos ellos corroborados por documentos médicos«. Se refiere a intoxicaciones como consecuencia de la necesidad de utilizar estufas de gas, sabañones, quemaduras y personas que no podían disponer de su medicación debido a que esta debe guardarse en el frigorífico.

Muchísimas familias se encontraron con menores superando los diez grados bajo cero durante el temporal y sin muchas alternativas para evitar el frío. Fueron muchos los menores que tuvieron que ser ingresados durante la pasada ola de frío debido a hipotermias sin que al gobierno le temblara ni lo más mínimo el pulso, criminalizando de manera vil y justificando con esa criminalización el tener sin calefacción a cientos de familias. A pesar de ello, prácticamente no se ha cubierto esta injusticia por parte de la mayoría de medios ni digitales ni físicos. La razón principal es el claro racismo que se puede ver de pensar que si son inmigrantes, no merecen los derechos más fundamentales. La otra es el capitalismo de no querer que veamos que es absurdo que los recursos básicos estén en manos de empresas privadas a las que no les importamos lo más mínimo. Ya no es solo que sea inhumano cortarles la luz o el gas a las personas, sean como sean, sino que se debe socializar todos los servicios básicos y garantizar así el bienestar básico de las personas.

«Barrios, familias, crianzas y cuidados a la intemperie que, si bien adquieren más dramatismo con las condiciones extremas, no por ello la foto del árbol nevado impide ver el bosque gélido de desamparo que acecha más allá de la tormenta.»

Paco Herrero Azorín, enlace a su blog.

El racismo, clasismo y aporofobia que interseccionan explican el abandono por parte de las instituciones de este barrio. Son familias migrantes y sobre todo pobres, y la pobreza se castiga. A su precaria situación se añade la criminalización por parte de medios de comunicación y del propio gobierno de la Comunidad de Madrid, del que la actual presidenta dijo:

«Para tener los Porsches ahí aparcados, bien; para pagar las facturas que es lo que está provocando esos cortes, no»

Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid, diciembre de 2020. Enlace a la noticia.

Las soluciones ofrecidas por el gobierno madrileño pasaban por realojar a las familias en albergues durante el temporal, medida que no soluciona nada, puesto que las personas que viven en La Cañada no quieren abandonar sus casas, quieren ser tratadas como ciudadanía de pleno derecho y que se les consulte para tomar cualquier medida. «Quieren vivir como personas», nos explican Silvia Agüero y su marido Nicolás Jiménez, ambos gitanos con familia en La Cañada Real.

«Es un barrio de Madrid que se extiende también por otros municipios que ha ido surgiendo en los últimos 40 o 50 años en las márgenes de la Cañada Real Galiana, una vía pecuaria (para el tránsito de ganado, especialmente ovejas) cuya específica legislación permite (deja en un limbo legal) las construcciones. En principio, era gente que cogía el terreno y se hacía una huerta e iban los fines de semana a cultivar. Luego fueron haciendo casas ante la permisividad de las autoridades. Cuando las viviendas en el resto de la ciudad se hicieron inalcanzables para el común de los mortales, mucha gente se hizo allí su casa. Mis sobrinos viven allí porque no pueden ni comprar ni alquilar una vivienda en Madrid ni en ningún sitio porque como tantas otras familias gitanas sobreviven recogiendo chatarra o haciendo trabajos similares.»

Nicolás Jiménez. Su blog, Gitanizando .

Ya en el año 2017 se llegó a un pacto para La Cañada Real del que todavía no se han visto sus frutos. El Pacto Regional garantiza la participación de todos los agentes implicados en la búsqueda de soluciones, a través de una estructura de trabajo permanente. Tras la primera reunión de las Mesas de la Asamblea el pasado 6 de octubre de 2017, todos los órganos colegiados están constituidos y funcionando con normalidad y de forma periódica. También consta de un proyecto de realojo de 150 familias que todavía a día de hoy no ha comenzado ni siquiera a darse.

«Ninguna institución ha querido solucionar la situación. Actualmente, creo que todo está conectado con razones especulativas: esos terrenos antes valdíos hoy tienen valor y sobra la gente que vive ahí; ninguna institución ha querido solucionar la situación»

Nicolás Jiménez.

Para Silvia Agüero y Nicolás Jiménez, conocidos activistas gitanos y defensores de los derechos de toda la comunidad racializada, los cortes de luz han sido un «modo de hostigamiento para que las familias se harten y se marchen». Durante el mes de diciembre y enero, en plena ola de frío y temporal Filomena, las cerca de 4000 familias afectadas por los cortes de luz han sufrido de forma mucho más intensa y peligrosa el frío, ha fallecido al menos un hombre y tanto adultos como menores de edad han presentado problemas de hipotermia, inflamaciones o bronquitis. Las condiciones de pobreza posicionan al barrio de La Cañada Real en una posición extremadamente vulnerable, y una situación extrema como el temporal ha puesto sobre la mesa el problema que presenta el sistema capitalista para la vida misma.

Este temporal ha vuelto a darnos la oportunidad de comprobar como una vez más, las personas en situación de vulnerabilidad no solo no son ayudadas ante la tragedia, además, son doblemente castigadas cortando su acceso a luz eléctrica, un bien básico para un país que se dice «desarrollado» como es España. Y también nos ha vuelto a demostrar que el capitalismo no funciona, porque un sistema que asesina socialmente a su población pobre, no es más que un sistema parasitario que no va a servir para nada más que para seguir enriqueciendo a unos pocos a costa de las vidas de todas las demás.

Desde Rebelión Feminista mostramos nuestro apoyo a todas las familias de la Cañada Real, pero también de todas las zonas que, como esta Cañada, se encuentran en situaciones similares. No olvidemos que Madrid no es el único lugar en el que existen estas situaciones, Cañadas Reales hay en todos los puntos de nuestro país y son muchas las familias que se han visto afectadas por Filomena y la pandemia que asola sobre todo a las familias más vulnerables sin acceso a ayudas ni a ningún tipo de seguridad de no acabar en la calle.

Bibliografía

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