Ya hemos hablado con anterioridad de la heterosexualidad obligatoria, un fenómeno que, entrelazado con la misoginia, afecta a las mujeres y a su relación con la sexualidad e identidad propias, definiéndolas en relación al hombre. Este artículo es fundamentalmente una traducción y síntesis del artículo “Am I a lesbian?”, de Anjeli Luz, que analiza en detalle este fenómeno en lesbianas.
Desde pequeñas, socialmente se nos introduce la idea de que hacer feliz al hombre es la labor principal de la mujer. Ya sea por referencias en la cultura popular como películas románticas o consejos amorosos y estéticos en las revistas, por consejos de seres cercanos sobre cómo resultar atractiva a los hombres o por mera observación del comportamiento ajeno, se interioriza el mensaje de que las mujeres han de gustarle a los hombres romántica y sexualmente. Por ello, entendiendo por lesbianas a las mujeres o personas no binarias alineadas femeninas que no sienten atracción (romántica ni sexual) real por hombres o personas no binarias alineadas masculinas pero sí por personas con otras identidades, la heterosexualidad obligatoria supone para ellas una lucha entre el deseo interiorizado aprendido de estar con hombres y el deseo real de estar con mujeres.
La heterosexualidad obligatoria está muy relacionada con la heteronorma, la asunción de que se es heterosexual por defecto, de la cual también se derivan otros fenómenos como la heterosexualidad asimilada. El mensaje del sistema sexo-género, en el que solamente las relaciones con el otro género binario son válidas, interiorizado desde el nacimiento, lleva un largo tiempo en lograr ser desmantelado a nivel de individuo.
A partir de este punto, y por facilitar una lectura ligera, se utilizará “hombre” como “hombre o persona no binaria alineada masculina” y “mujer” como “mujer o persona no binaria alineada femenina”, a no ser que se indique explícitamente lo contrario.
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¿Cómo saber si se es lesbiana?
La diferencia entre atracción real y debida a la heterosexualidad obligatoria se localiza en sus causas, y diferenciarlo conlleva un proceso largo de cuestionamiento, introspección y experimentación, por lo que es más importante cuestionarse otras preguntas más sencillas y centradas en los sentimientos en el presente, como si sería posible mantener una relación extendida en el tiempo con un hombre de manera feliz y plena y si esta perspectiva resulta atractiva. Si no fuera así en alguno de los dos casos o en ambos, podría ser lesbiana, aunque también podrían influir otros factores como las violencias machistas.
Además, los efectos de la heterosexualidad obligatoria se pueden sufrir incluso tras aceptar que no se desea estar con hombres. Existen procesos de negación o incomodidad hacia el amor por otras mujeres derivados de la internalización de la idea patriarcal de que el valor de una mujer solo se puede expresar en relación al hombre, siendo esto un problema social y no del individuo.
Autonegaciones del lesbianismo
Hay muchas formas a través de las cuales las ideas socialmente impuestas nos pueden hacer estar inseguras o no reconocernos como lesbianas y que son importantes de descartar. La etiqueta de lesbiana, como muchas otras etiquetas, se refiere a los sentimientos, actitudes y comportamientos en el presente. No obstante, la presión por adecuarse a la heteronorma dificulta enormemente la identificación con etiquetas disidentes.
Entre los pensamientos de autonegación del lesbianismo es muy frecuente la idea de que no se puede ser lesbiana si no se tiene completamente claro que se es lesbiana, si se ha sentido atracción anteriormente por hombres (reales o ficticios) o si existe la posibilidad de que se sienta atracción en el futuro. A veces, estos miedos se acompañan con sentimientos de culpa como pensar que solo se quiere llamar la atención o que definirse como lesbiana y explorar el deseo por otras mujeres sin estar segura de serlo podría ser egoísta y lesbófobo.
La presión social puede incluso llegar a negar la etiqueta del lesbianismo, pero seguirse manifestando este como un deseo de ser lesbiana para poder dejar de salir con hombres o estar con mujeres, o, en el otro extremo, sentir un miedo tan fuerte a ser lesbiana que se intenta constantemente probar que no lo es. Un caso especialmente complejo es el de los traumas relacionados con la masculinidad, como los que se pueden dar en personas transfemeninas, o relacionados con el sexo con hombres. Aquí, la preocupación nace de que sea el trauma y no la orientación en sí la causa de la atracción que excluye a los hombres.
Todas estas ideas son preocupaciones irreales y desmedidas que pueden causar un malestar psicológico importante a la persona que las vive. Por ello, es importante la reafirmación en las ideas iniciales que ayudan a desmentirlas. La etiqueta de lesbiana se refiere a la actitud hacia las relaciones con hombres y mujeres en el presente y, en muchos casos, es necesaria la experimentación con etiquetas para sentir reafirmación en una concreta, no tiene nada de malo hacerlo y no por tener dudas se es menos lesbiana.
Actitudes hacia los hombres
La disonancia entre el deseo personal de excluir a los hombres de la vida amorosa y la imposición social de la heterosexualidad obligatoria lleva a conductas y actitudes muy diversas hacia los hombres, como la aparente atracción hacia personajes masculinos ficticios o inalcanzables, la negación de los deseos actuales por experiencias pasadas como haberse sentido atraída por los hombres con anterioridad, o sentimientos ambivalentes hacia los hombres y la interacción con ellos.
La atracción por famosos o personajes masculinos ficticios es una forma de adecuarse a la heteronorma mientras que, por otra parte, se mantiene una distancia con esos hombres que asegura que no se produzca intimidad ni romance. Otras manifestaciones similares de este efecto son una lista de criterios inalcanzables para poder sentirse atraída por un hombre, solamente acceder a relaciones a distancia en línea o fantasías con hombres poco realistas sin rasgos definidos, más centradas en seguir la narrativa típica de las fantasías que en los detalles y las emociones positivas derivadas de la misma.
Las relaciones pasadas con hombres pueden ser una forma de negar los sentimientos del presente. Como se ha comentado anteriormente, la identidad es un hecho del presente y haber sentido atracción por hombres en el pasado o la existencia de alguna posibilidad de que se experimente en el futuro no es esencialmente relevante para identificarse como lesbiana. Identificarse como lesbiana es válido con tal de que la situación actual sea la de ser mujer y no experimentar atracción por hombres o, teniendo en cuenta las dificultades de distinguir la atracción real de la heterosexualidad obligatoria, sentirse solamente cómoda, preferir y priorizar a las mujeres y las relaciones con ellas.
El ideario de la sociedad cisheteropatriarcal nos inculca que todo sentimiento positivo, cálido o intenso de una mujer hacia un hombre debe ser atracción, que no es posible otro tipo de amor más allá del de la pareja hetero monógama. Esto genera una serie de actitudes ambivalentes hacia los hombres, de modo que se pueden sentir sentimientos positivos hacia hombres, pero en cuanto se da una situación en la que hay posibilidad de intimidad o de una relación romántica o sexual, se desarrollan sentimientos de miedo, rechazo o culpa, que normalmente se tratan de explicar erróneamente como un fallo en la personalidad de quien sufre la heterosexualidad obligatoria. Hay muchas formas de experimentar estos sentimientos ambivalentes tanto a nivel de relaciones como sexual, como aceptar la idea teórica de estar con un hombre pero sentirse incómoda con toda posibilidad en la práctica, buscar validación masculina pero temer la interacción posterior, tener crushes con todos los hombres que resulten simpáticos al no distinguir amistad de atracción, confundir gestos de ansiedad o nerviosismo como sonrojarse o revolverse el estómago con los estereotipos de atracción romántica o decidir iniciar o avanzar en relaciones porque “es el momento” sin tener una convicción clara.
Esta ambivalencia genera una necesidad de dar explicaciones a estas actitudes, como la autoculpabilización por ser incapaz de mantener relaciones con hombres, ya sea achacándolo a algún defecto de la personalidad, a ser demasiado exigente o al miedo al compromiso o pensar que por no desear mantener relaciones sexuales con hombres se ha de ser asexual y acabar viendo como una obligación o un deber dichas relaciones.
Actitudes hacia otras mujeres
La heterosexualidad obligatoria también afecta a cómo percibimos y aceptamos, o más bien negamos, nuestros sentimientos por otras mujeres. Muchas de estas negaciones se resumen en no reconocer la atracción por otras mujeres, que se expresa mediante diversas acciones como querer besar a amigas concretas o sentir un amor “platónico” por ellas, querer impresionarlas o pensar que si una de las dos no fuera mujer, la relación sería perfecta.
Esto también suele ir acompañado por la admiración hacia personajes LGTBIA, una gran empatía hacia el colectivo, un grupo de amigos bastante diverso en este tema y una respuesta emocional inesperadamente fuerte ante las historias sobre relaciones entre mujeres. En este imaginario también se incluyen ideas de que las mujeres son objetivamente mucho más atractivas que la mayoría de hombres, pero achacar el interés en ver mujeres atractivas a la objetificación de la mujer en los medios.
Otras experiencias relacionadas con esto son querer poder disfrutar de interacciones románticas o sexuales con otras mujeres, no sentirse identificada con las mujeres en historias de parejas hetero, solo expresar atracción por mujeres en estado de ebriedad o que resulte emocionante la malinterpretación como pareja de relación con una amiga pero no con un amigo.
Lesbianismo y género
La identidad es un concepto complejo que incluye factores muy diversos, como los rasgos de la personalidad, las relaciones interpersonales mantenidas con otras personas o pertenencia a determinados grupos, factores que además establecen interrelaciones complejas entre sí. Así pues, la identidad de género no es un ente independiente del resto de la identidad y se ve influida por la identidad sexoafectiva y el sistema sexo-género, lo que puede llevar a experiencias de género complejas. Esto da lugar a un amplio debate, por lo que solo se comentarán pinceladas relacionadas con el tema de hoy.
Debido a la fuerte influencia del sistema sexo-género, es relativamente común que la no atracción por hombres cause una desconexión de la feminidad tradicional que pueda llevar a una persona a plantearse su género y estar disconforme con los roles impuestos. Por ello es importante remarcar que, independientemente de ser binaria o no, toda persona alineada mujer puede ser lesbiana. También, por las dinámicas socialmente aceptadas, se podría desarrollar disforia por las partes del cuerpo que los hombres hetero creen que le pertenecen.
Además, en el caso de las lesbianas trans intersecciona también la disconformidad con el género asignado al nacer, dando experiencias muy diversas, como creerse gay e intentar estar en relaciones con hombres pero presentando bastantes rasgos de heterosexualidad obligatoria hasta descubrir que se es lesbiana trans, saber que se siente atracción por las mujeres pero sentirse incómoda al interactuar con ellas como hombre hetero hasta descubrir que se es mujer o la dificultad en aceptar, siendo no binarie, que las personas no binarias alineadas mujer también pueden ser lesbianas.
Conclusiones
La misoginia, el patriarcado y el sistema sexo-género hegemónico dejan una impronta fuerte en las mujeres y en sus sentimientos hacia los hombres. Este artículo no pretende ser una guía diagnóstica de la heterosexualidad obligatoria, sino ayudar a aquellas personas que se estén cuestionando su orientación e invitarles a probar y experimentar con las etiquetas. Ni todas las experiencias con la heterosexualidad obligatoria son iguales, ni todas se verán recogidas en este artículo, ni cumplir alguna tiene que deberse estrictamente a la heterosexualidad obligatoria.
La etiqueta de lesbiana es una etiqueta del ahora, no se es menos válida por relaciones anteriores. Tampoco se es menos válida como lesbiana por ser una mujer trans o una persona no binaria, siempre que se esté alineada con la feminidad y se excluyan los hombres de la atracción. Siempre han existido lesbianas trans y no binarias, como Leslie Feinberg, autora de Stone Butch Blues. Descubrir y aceptar la propia orientación es un proceso complejo, pero el resultado es gratamente positivo.
Bibliografía
- Heterosexualidad obligatoria de @acengela
- Am I a Lesbian, de Anjeli Luz (@cyberlesbian en Tumblr)
- Heterosexualidad asimilada de @calyvd
- El sistema sexo-género de @bambulajebitiesa y @eirepandemonium
- La fiscalización del amor de @eirepandemonium
- Stone Butch Blues, de Leslie Feinberg (disponible gratuitamente en su web)
- https://veganscully.tumblr.com/
- http://thatdiabolicalfeminist.tumblr.com/
- http://cyberlesbian.tumblr.com/
- https://closet-keys.tumblr.com
- http://positive-lesbian-vibes.tumblr.com/
- https://adviceforwlw.tumblr.com
- https://butch-kira.tumblr.com