La inteligencia emocional

Una aproximación a la inteligencia emocional partiendo desde una perspectiva diferente, anticapacitista y anticapitalista.

Llevamos tanto tiempo oyendo hablar de la inteligencia emocional que ya casi sabemos lo que es. Pero no nos olvidemos de que vivimos en un sistema capitalista que todo lo que toca lo pervierte para poder sacar dinero. Así ha pasado con todo: con el feminismo, con la lucha por los derechos LGTBIA y, también, con la inteligencia emocional.

Se puso tan de moda durante un tiempo que hasta se hablaba de que debería haber una asignatura en los colegios, durante ese tiempo parecía que por fin se aprendería a entender las emociones y transmitirlas al resto, pero al final lo que pasó, como suele suceder, es que se dotó a las bibliotecas de los colegios de algunos cuentos más o menos acertados que hablan sobre emociones y que el concepto inteligencia emocional tomó la deriva capitalista de Mr. Wonderful.

De repente, la inteligencia emocional era una suerte de coaching, reiki, homeopatía para el alma. Y al final, seguimos en el mismo punto, sin saber entender(nos) y si hablas de inteligencia emocional, o te venden una taza de “si la vida te da limones, hazte limonada” o te desprecian por fomentar lo que creen que es una pseudociencia. Y ni una cosa ni la otra. 

La fluidez emocional como debería entenderse, es la forma de conocer lo que nos pasa, de buscar las raíces de nuestros bienestares y nuestros malestares para poder actuar en consecuencia.

Inteligencia. 

La inteligencia, a lo largo de la historia, es lo que se ha utilizado para diferenciarnos a los seres humanos de los animales. No obstante, no podemos negar que también el concepto de inteligencia se ha utilizado para crear jerarquías discriminatorias entre los propios seres humanos. Por este motivo, quizá habría que cambiar el término propuesto, ya que más que «inteligencia» son varios recursos, herramientas, pistas, etc. que nos ayudan a entender(nos). Quizás podemos hablar de fluidez emocional, porque, según algunas de sus acepciones, la fluidez es: 

  1. Que marcha o se desarrolla de forma ordenada, bien estructurada, sin obstáculos o interrupciones.
    «un sonido fluido»
  2. [expresión, pensamiento] Que surge de manera natural, fácil y clara, y está bien estructurado.
    «habla en un inglés fluido»

Sería genial entender nuestras emociones de manera fluida, para así poder comprender mejor al resto. La fluidez emocional que se persigue en el momento actual es la de la felicidad permanente. Se ha intentado que el optimismo sea el eje que guíe nuestra vida y que, a pesar de las adversidades, seamos capaces de sonreír. 

Pretenden borrar de un plumazo todo lo que nos sucede alrededor para que no nos quejemos, porque la queja incomoda y aburre, y no hay nada peor que gente aburrida con problemas, ya que puede darnos por pensar y buscar soluciones. La fluidez emocional como debería entenderse, es la forma de conocer lo que nos pasa, de buscar las raíces de nuestros bienestares y nuestros malestares para poder actuar en consecuencia. La fluidez emocional es la base de lo que desde el movimiento feminista se lleva demandando desde hace mucho: poner los cuidados en el centro. Y si no nos cuidamos a nosotres difícilmente podremos cuidar a nadie.

Para poder entrenar la fluidez emocional es necesario conocer ciertos conceptos y términos básicos, no sólo las emociones que se enseñan en educación infantil, si no diferenciar entre emoción, sentimiento, temperamento, ahondar un poco más en las emociones y, por supuesto, desarrollar la empatía, el autocontrol o las relaciones sociales. 

Para poder desarrollar la fluidez emocional se pueden leer muchos libros que explican el componente biológico de las emociones, cómo el cerebro las regula, los componentes de la inteligencia emocional… (Mayer y Salovey, Howard Gardner…) y estará muy bien, pero estos autores no explican cómo podemos aplicar todo ésto a la sociedad que nos ha tocado. 

Imagen de fondo en colores pastel. En letras negras se lee: «La fluidez emocional como debería entenderse, es la forma de conocer lo que nos pasa, de buscar las raíces de nuestros bienestares y nuestros malestares para poder actuar en consecuencia: poner los cuidados en el centro.» Bajo ella, nuestro logo en morado.

Porque de poco nos sirve conocer cómo funcionan las emociones en nuestro cerebro si no sabemos qué es lo que estamos sintiendo, por qué, ni qué hacer con ello. Según Daniel Goleman, famoso por poner de moda la “inteligencia emocional”, indica que ésta consta de 5 componentes: 

  • El conocimiento de las propias emociones.
  • La capacidad de controlar las emociones.
  • La capacidad de motivarse uno mismo. 
  • El reconocimiento de las emociones ajenas. 
  • El control de las relaciones.

La fluidez emocional. 

Si vemos la fluidez emocional como una herramienta para mejorar como individuos y para mejorar de forma colectiva, entonces es básica. Sí la entendemos como una inteligencia más, dentro de un sistema jerárquico, entonces nos encontramos con una herramienta más del capitalismo para culpabilizarnos a nosotras y nosotres de lo que nos afecta. De decirnos: «el problema no es que no llegues a fin de mes, el problema es que no tienes inteligencia emocional para gestionar tu frustración»

Kimberlé Crenshaw fue la primera feminista que acuñó el término interseccional para hablar de todas las facetas de nuestras vidas que nos atraviesan. No podemos pensar como si solo tuviéramos una forma de ser o estar en el mundo: somos mujeres, hombres, no binaries, trans, negras, caucásicas, discapacitades, homosexuales… y todo a la vez. Por este motivo, porque el mundo está lleno de intersecciones, es ridículo pensar que unas recetas irán bien para todo el mundo, por mucho que, según Ekman, existan expresiones faciales universales.

La fluidez emocional debería servirnos para comprender(nos) mejor y para hacer de este un mundo más amable, poner los cuidados en el centro y no descuidar (más todavía) el bienestar mental (y físico, claro) de quiénes nos rodean. Y aún así, solo estaríamos hablando de zonas concretas, porque siempre vamos a observar el mundo desde nuestro propio prisma, y mientras que en Europa, por ejemplo, hay docentes que pretendemos acabar con el acoso escolar, en otros lugares están intentando construir escuelas o luchando para que las niñas puedan estudiar. La fluidez emocional no puede ser la misma. 

Para aplicar la fluidez emocional de forma adecuada en el momento social actual tenemos que tener en cuenta más cosas, no solo los componentes de los que hablaba Goleman.

Reconocimiento de nuestras emociones y de las circunstancias que nos rodean. 

Hasta qué punto nuestras emociones son (o no) fruto de nuestro momento vital, de todo lo que se nos ha venido encima sin quererlo, de la sociedad en la que estamos… Reconocer nuestras emociones es un buen punto de partida para analizar nuestro contexto y poder no solo tomar decisiones, si no descargarnos de una parte de “culpa” que se nos inocula por no tener una vida llena de “éxitos”. 

La capacidad de asimilar y aceptar las emociones, y emprender el viaje de los autocuidados. 

Una vez nos hemos detenido a conocer nuestras emociones y analizar nuestras circunstancias, tenemos que asimilar lo que nos pasa (bueno, malo o regular) y determinar si hay algo que podemos hacer para estar mejor, para cuidarnos, para alejarnos de las posibles circunstancias que nos oprimen. En muchas ocasiones será imposible y habrá que buscar formas de seguir recordándonos que somos personas y nos merecemos cuidados, y si no los podemos conseguir desde fuera, que no nos falten, nunca, los cuidados que nos podemos proporcionar nosotres mismes. 

La capacidad de seguir adelante, motivarnos para mejorar nuestras circunstancias. 

Ligado al punto anterior, si una vez hemos tomado conciencia de lo que nos pasa podemos hacer algo, por poco que sea, tenemos que encontrar esa fuerza necesaria para hacerlo. Hay muchas emociones que nos pueden frenar, recuerdos o ansiedades por el futuro, pero si de verdad necesitamos hacer algo, hay que intentarlo. En ocasiones es muy difícil hacerlo de forma individual, sola no puedes, pero con amigas sí. La mejor motivación puede ser una mano amiga, una asamblea o un sindicato, un grupo de apoyo mutuo; hay muchas opciones, encuentra la tuya.

El reconocimiento de los demás, de sus emociones y sus circunstancias. 

Aquí seguimos necesitando la empatía, comprender a los demás y sus circunstancias para poder entender reacciones, tratos, etc. Sin embargo, la empatía no puede nunca ser un arma para utilizar en nuestra contra. No podemos perder derechos frente a otras personas porque sus circunstancias sean distintas, refiriéndonos sobre todo, al trato personal. Establecer canales de comunicación respetuosos ha de ser la base de cualquier relación. 

Las relaciones y los cuidados. 

Si tenemos claro todo lo anterior podemos entablar relaciones sanas y respetuosas, porque analizamos nuestras circunstancias, las del resto, y de esta forma la comunicación y las relaciones serán herramientas de cuidados. En relación a estas cuestiones, existen estilos comunicativos que nos avisan a la hora de saber en qué plano de la relación estamos: 

  • Estilo agresivo: hablar a los demás de forma agresiva, violenta, creyendo que se tienen más derechos que el resto, de forma imperativa y nada respetuosa. 
  • Estilo pasivo: quedarse siempre por debajo del resto, no levantarte por tus derechos, permitir que te pisoteen. 
  • Estilo asertivo: una forma de hablar en la que todes los interlocutores están en el mismo plano, se habla de forma respetuosa y se puede hablar de cualquier cosa sin faltar al respeto. 

Es muy difícil hablar siempre desde una posición asertiva, sobre todo si el tema levanta pasiones (en el buen y en el mal sentido) pero otra parte muy importante de la comunicación y de las relaciones es saber parar, dar un paso atrás, pedir perdón, callar, escuchar… No siempre se puede saber de qué forma afectan los temas a nuestres interlocutores, por lo tanto es mejor tener tacto previamente.

Por supuesto, la fluidez emocional no está exenta de prejuicios, como todo lo que nos rodea en la sociedad en la que estamos. Una correcta aplicación de la fluidez emocional nos serviría para poder entender que no todos los seres humanos son vistos igual y que no a todas las personas se nos permite expresar (incluso sentir) de la misma forma.

Según el psicólogo Paul Ekman, como avisábamos previamente, las expresiones faciales de las emociones básicas son universales en todas las culturas, es decir, que una sonrisa significa lo mismo en cualquier parte del mundo, que si nos enfadamos, ponemos la misma cara en cualquier parte del mundo… afirmando que las expresiones faciales tienen un origen biológico. Puede que haya expresiones faciales comunes a toda la humanidad, pero nuestros propios sesgos y nuestros propios prejuicios hacen que seamos incapaces de valorarlos de la misma forma.

Sin embargo, las evidencias científicas dicen que las personas blancas, al considerar a las personas negras un exogrupo, es decir, la otredad, distintos, no les miran a los ojos y no son capaces de diferenciar bien si su sonrisa en falsa o sincera. En pocas palabras: racismo social inculcado por toda una vida mamando de prejuicios.

Conclusiones

Según Ekman, existen unas llamadas «Reglas de manifestación» y de esta forma se llega a un consenso social sobre qué emociones pueden ser expresadas y cuándo. Ekman dice que varían en las distintas culturas, pero dentro de la misma cultura, hoy mismo, pensemos: No está del todo «permitido» que una mujer se exprese en los mismos términos que un hombre, ni las personas negras,  ni otras personas racializadas, tampoco lo está que las personas LGTBI+ se expresen igual que las personas cis hetero normativas, más aún las personas enfermas o discapacitadas, o los niños, niñas, niñes… Precisamente las expresiones de los grupos vulnerables siempre son entendidas como exageradas o incorrectas. Si las mujeres expresan enfado, son histéricas; si las personas negras expresan enfado, son violentas y salvajes; si las personas discapacitadas expresan enfado, son tratadas como infantiles. Todo el mundo de las emociones ha sido construido sobre una jerarquía y es esta jerarquía la que debemos destruir.

Es importante conocer todo esto a la hora de hablar de fluidez emocional porque de poco sirve conocernos, entender nuestras emociones, canalizarlas… Si solo lo hacemos con nuestro propio sesgo y seguimos arrastrando prejuicios contra otras personas. Si tenemos una estupenda fluidez emocional pero seguimos siendo racistas, machistas, lgtbifóbicos, capacitistas, entre otras; desde luego que no estamos desarrollando mucho nuestra fluidez emocional.

Bibliografía y webgrafía. 

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