El concepto de raza es algo de lo que se ha hablado varias veces en Rebelión Feminista, no solo por mi visión desde una posición de mujer migrante latina, sino desde el prisma de otras compañeras con otras experiencias. Es importante saber que cada persona vive lo que es ser una persona racializada de manera diferente, debido al entorno que le acompaña, ya que actualmente sufrimos dos problemáticas diferentes pero hermanas: el racismo y el colorismo.
La historia de Abya Yala es la historia de los pueblos masacrados y lanzados al olvido por el #colonialismo que celebramos #NadaQueCelebrar
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La raza y el colorismo
Es importante recordar que la consolidación de lo llamado en aquel entonces «raza» ocurrió en el momento de la colonización del continente americano. La problemática actual es la herencia del sistema de castas, el racialismo, la exclusión social y de la religión. Ya que la creación de una pirámide de privilegios y derechos negados en el que aquel que pudiera llevar una vida mejor a la de sus compañeros se encontraba más cerca de la cúspide y, aunque el mestizaje (muchas veces fruto de violaciones) mitigó ligeramente esa pirámide, entró en juego el concepto de pureza de raza o sangre, complicando aún más la categorización del sistema de castas. En todos los casos no ser blanco era igual a ser doblegado ante la figura del europeo, condenándole al exilio, servidumbre y destrucción de todo aquello que era, incluyendo su lengua y cultura. Todo esto supuso un desastre demográfico de la población indígena, que huían de sus lugares de origen para evitar el yugo del colono, obligando a los europeos a traer esclavos de África para realizar los trabajos pesados de agricultura y ganadería que los conquistadores se negaban a hacer.
Con esto introducido, ya tenemos los sujetos de nuestra problemática: los indígenas exiliados y acorralados, la gente negra esclavizada, el europeo que se dedicaba a darles caza a ambos mientras los que ya habían sido atrapados hacían todo el trabajo de campo y hogar que lo enriquecía, y las personas que surgieron de las relaciones entre estos tres grupos, cuyo destino lo marcaría lo blancos o no-blancos que pudieran parecer.
En el siglo XIX se planteó dejar de ser solo colonias y formar un solo Estado y bandera, lo que arrasó con las culturas indígenas y las forzó a someterse a la cultura dominante que habían traído los colonos. Las élites que aparecieron con la formación de los Estados Nacionales empezaron a negar su identidad como mestizos y quisieron abrazar más su lado descendiente de europeos, tratando a las demás etnias como la otredad, de la que no se debe hablar y a la que no se debe escuchar, intentando imitar a sus compañeros estadounidenses y europeos, por lo que si se mira la cultura indígena y negra de Latinoamérica se les verá como una mezcla de ambas culturas, renegados por los que la impusieron e incapaces de volver a la suya por la presión que venía de las nuevas altas esferas y que consideraban que la civilización debía ser como la habían planteado ellos.
Racialidad en la actualidad
Es muy difícil estimar cuántos nativos quedan, no solo por el mestizaje y los desorganizadísimos parámetros con el que se puede identificar a alguien como nativo, también por otras cuestiones. Sin embargo, en las últimas décadas se ha tratado de investigar sobre la identidad indígena y cómo estos tratan de visibilizar su existencia y sus problemática.
Todos los pueblos no blancos tienden a ser más pobres y a estar excluidos de la sociedad por haber perdido de forma masiva sus tierras y las dificultades para encontrar un empleo fuera de sus comunidades, presentan altos índices de muerte infantil, falta de electricidad, sistema de tuberías y falta de escolarización. Esto se debe a las políticas instauradas en el siglo XIX que trataban a los racializados como si no existiesen. Todo eso acaba en la emigración masiva en las ciudades, donde la mayoría de estas personas terminan en trabajos no asalariados o precarios junto a otros trabajos a media jornada que tienden a consistir en la venta de los productos agrícolas de su familia.
Los afrolatinos sufren igual esta segregación racial, por lo que tienen altas tasas de desempleo y no se encuentran en posiciones de poder o acomodadas. En la educación también se ven excluidos, ya que las comunidades indígenas presentan altos índices de analfabetismo, sobre todo los adultos, y su presencia en los estudios baja conforme suben los cursos, especialmente en México. Un documento de la Organización Panamericana de la Salud señaló que los grupos de gente racializada presentan mucha más exclusión de la sanidad, y señala que sus situaciones de pobreza se deben a la discriminación que sufren.
Conclusiones
No creemos que haga falta hablar de cómo la población trata a aquellas personas racializadas, ni lo que pasa cuando se comete algún delito de un blanco contra una persona racializada. Lo vemos cada día en las redes sociales (ya que los medios no se hacen eco), y más en los últimos tiempos en los que se nos está asesinando impunemente. Movimientos como el Blacks Lives Matter en todo el mundo y #RegulacionYa en España, nos muestran las problemáticas racistas que perviven aún hoy en nuestros países de origen y los de destino tras el expolio masivo de Abya Yala y África.
Los gobiernos deben unirse para fomentar el bienestar de todas las personas migrantes, permitirnos vivir en paz, proteger nuestra cultura y nuestra existencia y arreglar los problemas que sus antepasados crearon. Es hora de escuchar las voces que quisieron masacrar. Es hora de reparar las heridas del Colonialismo que aún sangran.
Bibliografía
- Bello, Á., & Rangel, M. (2002). La equidad y la exclusión de los pueblos indígenas y afrodescendientes en América Latina y el Caribe. Revista de la CEPAL.
- Aspectos conceptuales de los censos del 2000, CEPAL/ CELADE, Santiago
- G. Psacharopoulos y H.A. Patrinos (1994
- Hopenhayn, M. & Bello, Á. Discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe.
Lo que pasó en Abya Yala fue horrible y es un desastre que se conmemore cada año. Seguimos hoy día viviendo en una sociedad donde imperan el racismo y el heteropatriarcado. Hay que cambiar este mundo. Estoy convencido de que una nueva religión atea/agnóstica, no dogmática, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ+ puede ser muy útil. Podría convertirse en una alternativa al laicismo individualista que domina en amplios grupos de Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda y en pequeños sectores de la población de todo el mundo. Una perfecta excusa para construir comunidades no opresoras ( ni machistas ni racistas ni heteronormativas) en un movimiento organizado alternativo a las religiones viejas. Escribo en infinito5.home.blog sobre ella.
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