El machismo que sufren las autoras en el mundo literario es un tema recurrente que se debe analizar desde todos los frentes. Sin embargo, esta vez nos vamos a enfocar más en el síndrome del impostor, el cual ya hemos mencionado alguna vez, como en este artículo.
Síndrome del impostor: Concepto y diferencias de género
El síndrome del impostor es un fenómeno en el cual no somos capaces de percibir nuestros logros como realmente nuestros. Tendemos a pensar que ha sido suerte, que no ha sido para tanto, que cualquier persona lo puede hacer mejor o sabe más del tema, etc. En definitiva, hacemos cualquier atribución externa que provoque que el mérito no sea nuestro, sintiéndonos “un impostor”. Esto puede afectar a cualquier persona, pero hay ciertos grupos y ciertas condiciones que pueden hacer más vulnerable a una persona para que padezca este síndrome.
“Durante muchos años hubo muchísimas expectativas sobre mí. Y de hecho, aún hay gente que las tiene. Pero no puedo evitar pensar que realmente estoy fingiendo saber mucho más de lo que sé, o que hablo de cosas que no me corresponden. Me pasa a la hora de escribir un artículo o con alguna de mis historias. No puedo terminar de creerme que haya gente que me lea y le guste porque yo misma siento que no merece la pena, que soy una vil impostora.”
Testimonio de una compañera en el que describe cómo se percibe con el Síndrome del Impostor.
Además, el mayor problema de esto es que, como dice Valerie Young en su libro “The secret thoughts of successful women: Why capable people suffer from the impostor syndrome and how to thrive in spite of it” (2011), el síndrome del impostor no se termina con un diploma. Debido a la atribución externa mencionada en el párrafo anterior, cualquier certificado, diploma, premio y, en general, éxito cosechado, va a ser directamente atribuido a la suerte o la casualidad, o, por otro lado, lo vamos a percibir como no merecido. En este libro, además, como se puede apreciar por el título, Valerie habla del síndrome del impostor dirigiéndose a las mujeres, porque la realidad es que les afecta un 18% más que a los hombres. Algunas de las causas más importantes de esta diferencia son el hecho de que, tradicionalmente, cuando una mujer ha sido demasiado buena o exitosa en algo, más que sus compañeros hombres, se percibía como “poco femenino”. Además, si el campo en el que es exitosa es un campo masculinizado, esto se agrava, como le pasó a Beatrix Potter. Esta escritora de cuentos y de artículos científicos fue rechazada en su época por haber ocupado un espacio considerado masculino y mantuvo su aprendizaje y su afición a la Biología en secreto (para los hombres, la ciencia no era cosa de mujeres). Por otro lado, también tenemos las atribuciones externas que ha hecho la sociedad al éxito de las mujeres en numerosas ocasiones, aludiendo a que su éxito ha dependido de un hombre. Todos conocemos el ejemplo clásico de la mujer que es exitosa en negocios y todo el mundo ha dado por hecho que se ha acostado con su jefe o con algún gran cargo, y que, por lo tanto, el mérito no le pertenece. Esto se traduce en que, en el imaginario colectivo, el triunfo femenino es visto como una farsa.

Lo que resulta más curioso del Síndrome del Impostor en las mujeres es que está marcado por la idea de que, para que algo creado por una mujer tenga valor, debe ser excepcional. Para que se nos reconozca nuestra valía siempre tenemos que sobresalir por encima de nuestros compañeros masculinos, pero con ellos no pasa lo mismo. ¿Cuántos autores masculinos han alcanzado la fama con novelas mediocres simplemente porque son hombres? Nosotras también tenemos derecho a la mediocridad, validar nuestro trabajo únicamente cuando es excepcional no es más que una forma de incentivar que las mujeres nunca se sientan suficientemente buenas en nada.
«Para que algo creado por una mujer tenga valor, debe ser excepcional. Para que se nos reconozca nuestra valía siempre tenemos que sobresalir por encima de nuestros compañeros masculinos, pero con ellos no pasa lo mismo.» #SindromeDelImpostor
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El Síndrome de Impostor y las autoras
En España, de todos los libros vendidos en 2019, solo un tercio estaban escritos por mujeres. Además, de los 62.231 ISBN que se corresponden con un solo autor, el 59,9% eran hombres, el 35,6% mujeres y el 4,5% no consta. Estos datos podrían hacer alusión únicamente a una cuestión de género y machismo y, aparentemente, no tener tanto que ver con el síndrome del impostor en sí, pero vamos a ver si después de hablar sobre cómo funciona este padecimiento en la literatura este dato adquiere más matices.
“Siempre pienso que, cuando escribo algo, debo llegar a la cima de una montaña que está demasiado lejos de mi punto de partida. La sensación de engañar a las personas con mis escritos es continua, ya que en mi interior pienso que no soy lo suficientemente buena como para llegar a donde se me pide, que engaño con mi “producto”, pues no soy verdaderamente buena y tampoco mi “producto” como tal. Siento que soy demasiado inferior, que tal vez quiero abarcar más de lo que mis capacidades me permiten y tengo como resultado algo que no me representa y me convierte en un completo fraude para quienes me rodean”.
Testimonio de @Itsmai_ en el que habla de cómo convive con el Síndrome del impostor siendo escritora principiante.
El problema que nos encontramos en la literatura y que facilita que se plante una semilla para acabar desarrollando el síndrome del impostor, comenta la web para escritores Sinjania, es que no existe una formación concreta para ser escritor. Esto provoca que uno no tenga muy claro cuándo debe considerarse escritor, y que, cuando te hacen la pregunta de si eres escritor tus respuestas sean vagas o ambiguas (por ejemplo: “estoy intentando serlo” o “me gustaría serlo”), facilitando mucho que la autopercepción se vaya distorsionando hasta sentirte “un fraude”.
Si pensamos en cuando íbamos al colegio y estudiábamos literatura, al hacer un repaso mental de los grandes escritores, nos damos cuenta de que la gran mayoría eran hombres, pese a que, en realidad, no estamos faltos de grandes autoras. Eso sí, como ya comentó nuestra compañera en el artículo enlazado más arriba, muchas de ellas bajo el nombre de “anónimo” o seudónimos e iniciales (como P.L Travers, autora de Mary Poppins). De hecho, un posible caso de síndrome del impostor muy interesante en escritoras podría ser el de Richmal Crompton (1890-1969), escritora, sufragista y discapacitada, autora de la serie de libros “Guillermo el travieso” (“Just William” en inglés) y del arquetipo de personaje de “niño revoltoso” que ha inspirado figuras como Daniel el travieso o Bart Simpson. Debido a la ambigüedad del nombre, muchos lectores creyeron erróneamente que la persona detrás de las aventuras de Guillermo era un hombre. Lo llamativo de esta situación es que Crompton sabía que gran parte de su público creía que era un hombre, pero nunca quiso desmentir eso, alegando que la fama y el ser reconocida le daba mucha vergüenza. Esto encaja perfectamente con lo descrito sobre el síndrome del impostor: mujer, escritora y, además, autora de una saga de libros sobre un niño revoltoso, que hace uso de una fina ironía y una profunda sátira social (que, de hecho, en la España franquista de los años 50 haría que muchos niños encontraran refugio y una identificación en la figura rebelde y anarquista del personaje, como dijo Fernando Savater). Para la sociedad de principios del siglo XX podía ser chocante pensar que había una mujer detrás de esa obra.

El caso descrito ni es aislado ni es algo que se haya terminado hoy en día. Un campo de la literatura en el que la discriminación y desvalorización de las autoras ha sido evidente es en el del manga. Hace unos meses se desató una gran polémica con la editorial de manga Sueisha al decir en una charla que, pese a tener alguna editora y haberlas tenido en el pasado, un manga shonen necesita de trabajadores que “entiendan los corazones de los chicos”, por lo que en términos generales no contemplan demasiado la contratación de editoras. Esto solo deja en evidencia que la industria del manga, sobre todo el shonen, tiene en muy baja estima la capacidad de las mangakas y que es realmente difícil ser autora de manga shonen o de acción y sacar adelante tu obra. Tenemos de ejemplo a Hiromu Arakawa, autora de Fullmetal Alchemist, que fue uno de los ejemplos con los que se contestó a las afirmaciones de Sueisha. Arakawa, pese a haber sacado a flote su obra y haberse consolidado como una gran obra de shonen, tiende a usar la versión masculina de su nombre, Hiromi. Tsubasa Yamaguchi, autora de Blue Period, comenta que hay muchas mangakas bajo nombres falsos escribiendo shonen.

Como ejemplo de autoras que no se ocultan y han sufrido por ello podríamos hablar de Yana Toboso, autora de Kuroshitsuji (Black Butler en España) cuya obra, pese a todo el esfuerzo en la trama, el giro argumental que se dio hace unos meses y la documentación, se ha tratado de desvalorizar continuamente tratando de hacer ver que parece un “shonen para chicas” (como si esto fuera malo) por el estilo de dibujo estilizado que tiene. Estos casos dan pie a pensar que es bastante normal que sea tan fácil que una mujer que se dedica a la literatura desarrolle Síndrome del Impostor.
Consejos prácticos para reducir el Síndrome del Impostor
Por último, nos gustaría dejar algunos consejos para reducir el Síndrome del Impostor. Dejamos consejos tanto para el que lo padece, como para el que conoce a alguien que lo padece, puesto que además de trabajo por parte de la persona es importante rodearse de un buen ambiente y de que las personas cercanas sepan cómo apoyar a esa persona.
Si eres la que lo padece:
- Trata de marcarte pequeñas metas a corto plazo, en vez de una muy grande a largo plazo.
- Intenta aceptar los cumplidos, y, sobre todo, los análisis positivos de lo que escribes.
- Si estás empezando, comienza a exponerte poco a poco: primero comparte lo que escribes con algunos amigos que sean tus lectores beta de confianza, luego comienza a mencionarlo en tus redes, dando cada vez un pasito más.
- Haz un análisis objetivo: ¿Escribes? ¿Tienes algún relato? ¿Tienes proyectos? ¿Has publicado algo? Eso es ser escritor. Puedes decir que eres principiante, novel, que estás empezando, o denominarlo como mejor te parezca. Pero eso es ser escritor.
Si tienes a alguien que lo padece:
- Esto puede parecer una obviedad, pero lo primero es apoyar a esa persona.
- Si esa persona habla en redes de sus proyectos, compártelo, dale difusión. Para ti es un clic y para ella puede suponer un mundo.
- Trata de hacer cumplidos con sustancia: No te centres sólo en decir “me encanta” o “eres maravillosa”. Háblale de ese personaje tan profundo que te ha llegado, cómo te parece muy acertado el giro argumental del capítulo ocho, si los ambientes te transportan a la historia… Si no, la persona tiende a pensar que le dices que te ha gustado porque le aprecias, no porque sea verdad.
- Ayúdale a revisarlo: si lo comparte contigo es porque eres una persona importante para elle, pero también porque eres su lector beta. Ayúdale con críticas constructivas a que su manuscrito quede perfecto. En vez de decir que algo está mal, puedes sustituirlo con comentarios tales como “creo que esta escena es muy interesante y merece más detalle”, “quizá esto se puede interpretar de otra manera y es mejor aclararlo más, por si acaso”. Hacer hincapié en que algo está bien, aunque haya que pulirlo (porque todos los manuscritos pasan por muchos borradores y esto es lógico), no a que esté mal.
Conclusión
El Síndrome del Impostor puede afectar a cualquier tipo de persona, pero es cierto que afecta a más mujeres que a hombres, y que el mundo de la escritura es muy propicio para que desarrolle, por lo que ser mujer y escritora es una combinación perfecta para que este problema arraigue con profundidad en nosotras, haciendo que no reconozcamos nuestros méritos, e incluso que en algunos casos más extremos no queramos exponernos y “nos escondamos de la fama”. Contad los libros de vuestra biblioteca y contad cuántos han sido escritos por mujeres. Pensad en cuántas han sido invisibilizadas. Las disciplinas de letras están feminizadas, y sin embargo, en las estanterías y en las clases de Lengua no paramos de oír nombres de señores. Reflexionad sobre esto y apoyad a vuestros seres queridos escritores, sobre todo si son escritoras. No dejemos que una gran mente emergente se tenga que volver a sentir así.
Bibliografía
Cagogan, M. (2003). Richmal Crompton: The woman behind William. The History Press Ltd.
Cerezo, H. (2007, 17 marzo). Richmal Crompton, una escritora, no un escritor. Javiermarías.
Lane, M. (1978). The magic years of Beatrix Potter (1.a ed., Vol. 0). Frederick Warne (Publishers) Ltd: London.