El oportunismo de la desescalada: «Nueva» normalidad.

La esperada desescalada del confinamiento por fin está llegando, probablemente la mayoría de las personas no pensaron que el estado de alarma iba a durar tanto. Algunas, menos ingenuas, intuíamos precisamente lo contrario. Precisamente nos preguntamos cómo es que el proceso de la pandemia ha pillado en tan buenas fechas pensándolo en términos turísticos.

Otra crisis que vamos a pagar.

Sabemos que, en una sociedad capitalista, la paralización de la economía es nefasta. Tanto para la empresaria como para la trabajadora a la que explotan. La caída tendencial de la tasa de ganancia sobre la que Marx teorizó en «El Capital» implica la necesidad de una economía que esté siempre funcionando, un capital siempre intentando aumentar su plusvalía.

Una manera de interpretar las crisis capitalistas es a partir de esa caída tendencial de la tasa de ganancia. Aunque cada crisis tenga sus especificidades, lo que ocurre en ellas es básicamente la destrucción de fuerzas productivas (medios de producción y fuerza de trabajo) y centralización del capital en detrimento de las pequeñas empresas. Esto significa, para la clase trabajadora, la pérdida de puestos de trabajo, peores condiciones laborales…. La pandemia actual se presenta como una crisis sanitaria, aunque es innegable su relación con la economía. Ya hemos visto las consecuencias económicas en todos los hogares obreros y los parches inútiles que se han ofrecido desde las instituciones.

Hemos comprobado cómo se han agudizado las desigualdades sociales, ha aumentado el paro, se han precarizado condiciones de trabajo, de nuevo las mujeres han perdido más… Algunas creemos que esto no es una cuestión coyuntural, sino que viene para quedarse. Al igual que en la crisis del 2008. Muchas sabíamos que la salida a la crisis consistía, entre otras cosas, en una precarización generalizada de la clase trabajadora.

se han agudizado las desigualdades sociales, ha aumentado el paro, se han precarizado condiciones de trabajo, de nuevo las mujeres han perdido más… Algunas creemos que esto no es una cuestión coyuntural, sino que viene para quedarse. Al igual que en la crisis del 2008. Muchas sabíamos que la salida a la crisis consistía, entre otras cosas, en una precarización generalizada de la clase trabajadora.

Curiosamente, la salida a la crisis beneficia al capital y perjudica a los trabajadores. Hemos llegado a un momento histórico en que resulta muy complicado pensar en que se trate de una situación reversible. Cada crisis nos golpea a las de abajo, a las trabajadoras. Y cada vez más.

La puntería del capital.

Desde este punto de vista, pensando que la crisis sanitaria es un problema fundamentalmente económico, podemos volver al planteamiento inicial. El fin de la pandemia ha pillado unas fechas estupendas para que la desescalada coincida con el turismo. En una sociedad capitalista tenemos que pensar en términos de lo que beneficia a la misma. Se sabe que España ha enfocado su economía hacia dos sectores fundamentales: la construcción y el turismo. Todas sabemos qué pasó en el 2008 con la burbuja inmobiliaria. Desde entonces, la apuesta por el turismo como pilar fundamental de la economía española ha sido cada vez más fuerte.

Turismo nacional, internacional. Invención de distintas fórmulas turísticas para distintos nichos: el gastronómico, el rural, el arquitectónico, el montañero, el histórico… En los medios de comunicación hablan con naturalidad de la apertura al turismo y lo necesario que resulta para la economía del país. Desde luego que lo es. Si el capital pierde, nosotras perdemos. Si el capital gana, nosotras no ganamos pero tenemos más opciones de seguir sobreviviendo. Porque al final esa es nuestra opción, sobrevivir para poder seguir luchando contra todo esto.

¿Es oportuno desde el punto de vista sanitario fomentar el turismo, que parece el objetivo final de la desescalada? Quizá no. La posibilidad de que se produzcan rebrotes de Covid-19 existe. Imaginemos que no viviéramos en una sociedad capitalista y que no dependiera nuestra subsistencia de la reactivación del turismo. Un modelo social distinto, el que sea, pero que no dependan nuestras condiciones materiales de las ganancias del capital. En este caso hipotético no haría falta reactivar el turismo (ni, en su momento, habría estallado la burbuja inmobiliaria).

Imagen de una señal gráfica pidiendo mantener la distancia de seguridad. Autor Berlinschneid.

¿Podemos pensar otras formas sociales con una organización distinta?

Este interrogar por condiciones diferentes es útil en tanto que hace más visible que los tiempos de la pandemia son muy oportunos para el turismo pero no debido a ninguna certeza sanitaria que niegue posibles rebrotes. Quizá es justo al contrario, la economía necesita el turismo a pesar del riesgo de nuevos focos de infección. No puede permitirse que continúe la pérdida de ganancias del capital. El número de muertes de trabajadoras, el número de personas en paro, en situación de ERTE, en condiciones muy precarias… eso es irrelevante. Quizá incluso beneficia a la economía: menos pensionistas, menos potenciales parados, menos personas discapacitadas poco productivas.

¿Qué hace mientras el feminismo?

Desde luego que a nosotras, que pensamos en las personas, sí que nos importa. Y mucho. El fuerte golpe que han recibido las personas en peor situación material nos ha dolido. Ver a esas mujeres que han tenido que teletrabajar mientras hacían las veces de cuidadoras de toda la familia, esas mujeres que se han visto en la encrucijada de pedir menos horas de trabajo para cuidar a sus vástagos y como el capital las ha vuelto a dejar de lado. Nos ha dolido porque nos movemos por sororidad y solidaridad. Sin embargo, nuestros valores como personas (trabajadoras) no coinciden con los del capitalismo. A este le conviene o no, le interesa o no la destrucción de fuerza de trabajo. Es duro decirlo, pero no le vienen mal las muertes de trabajadores. Mientras no peligre la tasa de ganancia…

Obviamente, la crisis económica con vestido sanitario necesita oxigenar la tasa de ganancia. Necesita, ahora mismo, el turismo. Creemos que si las fechas hubieran sido otras, la desescalada habría sido diferente. Los ritmos habrían sido otros y el objetivo final no sería el turismo. No estamos diciendo nada demasiado novedoso: las trabajadoras quieren abrir sus negocios, el gobierno sabe la importancia del turismo y, además, después de tanto confinamiento, la gente está deseando tomarse unas vacaciones.

No seremos nosotras quienes apostemos por una sociedad de control que restrinja los movimientos de las personas, ni mucho menos. Simplemente lanzamos una pregunta: ¿somos conscientes de que la reactivación del turismo se hace siendo conscientes de posibles rebrotes? Nuevos casos que, tal vez, convengan al capital por aquello de la destrucción de fuerzas productivas durante las crisis. Y que, en caso de que se produzcan (lo cual es bastante probable), habrá merecido la pena para salvar el capitalismo.

Recordemos, por último, que antes de la pandemia se hablaba de una recesión. Esto poca gente lo recuerda. Cuando hay crisis, se destruyen fuerzas productivas (pequeños negocios y puestos de trabajo, fundamentalmente). La pandemia ha venido de perlas para que olvidemos que la caída tendencial de la tasa de ganancia ya estaba derivando en una nueva crisis. ¿Cómo será la salida en esta ocasión? ¿Quizá más precariedad pero con el aderezo de un control social mucho más acusado? ¿Una “nueva normalidad” con sujetos más domesticados? Nosotras tenemos claro que no podemos volver a pagar los platos rotos del capital, que el feminismo como movimiento comunitario se ha volcado en múltiples campañas sociales precisamente para evitar la destrucción de las personas que el capitalismo entiende como peones sacrificables. Pero es que nosotras no vamos a parar de luchar contra todo esto, porque nos importa como afecta a todas.

2 comentarios sobre “El oportunismo de la desescalada: «Nueva» normalidad.

Agrega el tuyo

  1. Deberíamos construir una nueva normalidad diferente a la que el capital espera. En ella, las personas que escapamos a lo que esperaría de nosotras el patriarcado tendríamos que estar más organizadas, tanto, al menos, como lo está la gente conservadora, que se reúne todos los fines de semana en sus diversos templos. En torno a una religión atea/agnóstica, feminista, antirracista y ecologista lo haríamos y se crearían comunidades en muchos lugares. En infinito5.home.blog escribo sobre ella.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: