Cuando se habla de la trata de personas, en especial la trata por explotación sexual, siempre pensamos en un modelo grotesco que se sale por completo del imaginario colectivo, en el que solamente se puede dar esta violencia contra aquellas mujeres consideradas como la otredad por el feminismo hegemónico, aquellas sin las que no existe un discurso válido sobre este tema. Es por este motivo precisamente por el que hemos querido hablar con una compañera que lamentablemente ha sido víctima de una red de trata, debido a su situación de vulnerabilidad.
Por supuesto, su identidad será anónima como forma de protegerla de la violencia que puedan ejercer sobre ella, pero damos a conocer que esta mujer ya ha denunciado en las competencias pertinentes el caso y es precisamente ahora que ha decidido contarlo para que otras víctimas sepan que no están solas.

El Caso.
Este caso en concreto, es una cuestión muy reciente, hace poco esta mujer contactó con nosotras y nos contó lo que había ocurrido, que no sabía qué hacer. Se estaba debatiendo en si denunciar o no, y finalmente decidió hacerlo tras hablar con la operadora del teléfono de ayuda a las víctimas de trata (900105090), pero lo más importante es que su caso supone un clavo en la idea que siempre se tiene sobre la trata, no ocurre de forma tan alejada de nuestra realidad, si no que cualquiera puede ser víctima de ello.
«Yo ya había “trabajado” en casas que decían ser de masaje erótico y prostitución, yo no quería prostituirme sino sólo dar el masaje con contenido erótico, que al principio te lo venden muy bien pero no deja de ser explotación sexual. Siempre ha sido cuando he tenido problemas económicos muy pronunciados, no viendo muchas otras salidas por cuestiones personales (enfermedad). En total he estado en casas en Madrid, Sevilla y ésta última donde vivo ahora que prefiero no decirlo.
Nos cuenta como puede, presa de una sensación agridulce.
En ningún sitio duré más de un mes, en este en concreto duré dos semanas y poco. lo que me atrajo muchísimo es que en la llamada y la entrevista te decían que no había nada de prostitución, que todo era masaje erótico, que no había nada más. Obviamente una vez dentro esto era mentira, la “casa” se quedaba con el 50% y ponía pegas para pagarte tu 50%, me dijeron que era “todo legal”.»
Otra de las cuestiones a tener en cuenta, es que muchas de las formas de captar víctimas para la explotación sexual o, incluso, la reproductiva han evolucionado en los últimos años, ya que internet permite un anonimato que antes no existía y sirve de escondite para redes completas de delincuentes que no temen en atrapar a mujeres en situaciones de violencia. A esta mujer la captaron por una web conocida por todas aquellas personas que han tenido que ejercer en algún momento.
«En pasión.com, el lugar por excelencia en el que captan a mujeres para prostituirse con cualquier excusa y vendiéndotelo como la panacea, el fin de tus problemas económicos.«
Nos cuenta desde el asco más visceral ante las mentiras y los engaños de las mafias.

Todas las mujeres que caen en redes como estas, pertenecen a ciertas características concretas: Vulnerabilidad económica y/o social, pobreza extrema y, en muchísimos casos, tener gente a su cargo. Es por ello que nos resulta interesante saber las características de estas mujeres en concreto:
«La necesidad de obtener dinero. Una tenía un niño pequeño, yo necesitaba dinero para pagar el alquiler y las facturas, otra tenía personas mayores (creo recordar que sus abuelos) a su cargo porque era huérfana e hija única y se negaba a dejarlos en residencias después de haber sido criada por ellos, otras tenían cosas por el estilo: la que no tenía hijos llevaba más de un año desempleada (como yo); la que no, era porque sí tenía niños o personas a su cargo y la que ninguna de las dos era porque tenía algún problema urgente que solventar.
Nos cuenta con un nudo en la garganta.
Ninguna estábamos por placer, otra gran cosa en común era la forma en la que nos habían captado… Como me dijo el policía que me atendió, en las primera “entrevista” buscan de qué pie cojeas, por decirlo así, y buscan lo máximo posible exagerarlo y convencerte. Otra cosa era el desprecio, las amenazas, el control, la sensación de no tener control sobre ti y los insultos de la “jefa” y su hermano. Lo curioso es que en este lugar en concreto, todas éramos blancas, era un requisito del propio establecimiento, con ello pretendían dar una falsa idea de lujo (como si las mujeres racializadas fueran menos que nosotras).»
A menudo, lo más complicado para las víctimas es romper con la burbuja que crean los explotadores y darse cuenta de que están siendo explotadas, por ello es imprescindible ver los patrones de conducta de estas mafias y cómo actúan con las víctimas.
«Me puse enferma, así que estuve unos días sin ir, aproveché para reflexionarlo y cuando dejaba de pensar en el dinero que tanto necesitaba y sigo necesitando, me quedaba con que estaba en un lugar donde no quería estar, todo el día maquillada y semi desnuda, limpiando, cambiando velas… y que una mujer que nunca veía trabajar allí se llevaba el 50% de lo que yo conseguía, pero hubo una cosa muy fuerte que me hizo saltar las alarmas. También el hecho de que los “clientes” solían pedir sexo y nuestras instrucciones era negarnos, luego ofrecerle un precio más alto de lo normal y finalmente quedar en un precio acordado en el que convencías al tío de que lo estabas haciendo a escondidas porque él te gustaba y era una excepción. Es decir, si había relaciones sexuales, no se reducía únicamente a masaje erótico.»
Nos cuenta.

Al final las víctimas se dan cuenta de la situación, pero a muchas les sigue siendo imposible salir por su situación personal, en este caso se dio cuenta rápido y pudo salir, pero lamentablemente su situación sigue siendo igual de precaria, lo que es un caldo de cultivo para ser sometida a múltiples violencias.
«Fue precisamente las amenazas y el hecho de estar continuamente vigiladas por un hombre que se ponía violento, además de que nunca, jamás, por ningún motivo, podías rechazar a un “cliente” que te hubiera elegido después de la “pasarela” (nos obligaban a presentarnos una a una frente a los clientes en una habitación a parte, como si de una pasarela de ganado se tratase, allí te sentías expuesta y también sentías que no eras dueña de ti misma). No tenías ni siquiera ese mínimo de control, directamente si te habían elegido, estabas obligada a atenderle en lo que él quisiera.«
Nos cuenta cuando le preguntamos qué le hizo saltar las alarmas.
Uno de los miedos más característicos, a parte del obvio terror a que las redes de explotación persigan a las víctimas que denuncian, es que las dependencias policiales no sean un lugar seguro y se someta a las víctimas a más tipos de violencia y se las revictimice como ocurre con la violencia de género. Sin embargo, hay que procurar siempre ir a los centros especializados en estos delitos, allí nos sabrán asesorar y también nos tratarán con respeto.
«Cuando llamé al número que encontré para las víctimas de trata y explotación sexual tenía mucho miedo, pero me atendió una mujer que me tranquilizó mucho, luego en comisaría el hombre que me tomó la declaración fue muy amable, me escuchó y preguntó dando por sentado que yo decía la verdad, dándome ese preciado derecho a ser creída, cosa que agradecí muchísimo. También creo que era porque los tenían ya fichados y era otro testimonio más que recibían de ellos… Pero esta vez el de una víctima y no de gente que desde fuera viera algo raro.
Nos cuenta la compañera con un poco de esperanza sobre este tipo de dependencias.
Además el mismo policía se ofreció a ayudarme hablando con servicios sociales para resolver mi complicada situación sin tener que volver a exponerme a caer en este tipo de situaciones.»

Conclusiones
«La explotación sexual es cuando un tercero saca beneficio económico de cualquier actividad de connotación sexual que haga otra persona, por lo que no os fiéis de estas casas, la mayoría mueven además drogas, son violentas y no les importáis más que para ganar dinero; por lo que os estaréis metiendo en unos mundos muy difíciles de los que es casi imposible salir una vez lleves un tiempo. Las propias organizaciones se encargan de que jamás tengas la situación económica ni social necesaria para salir de ese mundo.
Este es el mensaje que quiere la víctima que quede más claro, no estáis solas.
Soy abolicionista, pero si vas a practicar algo así como masajes eróticos o prostituirte, es preferible que lo hagas por tu cuenta con alguien que esté atento o atenta a cualquier problema para ir a ayudarte, pero es menos peligroso que acudiendo a estas casas que te mienten, te roban, te explotan y a la mínima te echan para meter nuevas más jóvenes.»
Es obvio que desde Rebelión Feminista siempre nos vamos a posicionar del lado de todas las víctimas del sistema patriarcal, no será la primera vez que demos altavoz a compañeras y cualquiera que lo desee puede hablar con nosotras para que contemos su caso, no juzgamos, solo ayudamos en la medida de nuestras posibilidades (que lamentablemente son pocas, pero jamás estaréis solas). La Explotación sexual es una de las lacras de nuestra sociedad, que cada año pone en riesgo la vida de cientos de miles de mujeres y niñas en migraciones orquestadas por las propias redes de trata para abastecer países como el nuestro, sin embargo, esta no es la única trata que existe. En nuestro país hay cientos de miles de mujeres que están en situaciones de extrema vulnerabilidad (por el motivo que sea) y que acaban cediendo a realizar actividades de explotación sexual por pura desesperación. Además de todo esto, no podemos hablar de una libre elección en un mundo donde todas las condiciones sociales nos empujan a las mujeres (en especial a las migrantes, racializadas, trans y pobres) a caer en redes de trata para poder subsistir.