El matrimonio igualitario no existe.

Una de las grandes victorias de la última década en nuestro país por los derechos del colectivo LGTBIA ha sido el matrimonio igualitario, en el cual podían casarse personas del mismo género. Sin embargo, este logro no ha tenido en cuenta de nuevo una problemática que nos afecta a la comunidad discapacitada y sin quienes el matrimonio igualitario no existe: que no se nos toma como seres independientes dentro de estos contratos, y se nos subordina a la necesidad de cuidado por parte de nuestra pareja. Esto supone que muchas de las prestaciones o ayudas que recibimos las personas discapacitadas, son incompatibles con la pertenencia a una unidad familiar en la que se supere ciertos ingresos. Esto supone un problema en el momento que las personas discapacitadas no tenemos solvencia económica para poder huir de una situación de maltrato.

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Imagen del canal de televisión «La sexta» de una mujer discapacitada con gesto dolido. En la parte superior dos carteles dicen «El infierno de ser maltratada y discapacitada» y «016 contra el maltrato» respectivamente.

A la hora de situar los derechos de toda la sociedad, siempre se caen en las mismas cuestiones que llevan ignorando nuestras necesidades durante décadas, no se nos escucha, no se nos lee, no se nos presta atención y, por supuesto, no pertenecemos a la sociedad cuando se trata de avanzar. Todas las victorias del resto de luchas, no son aplicables a la comunidad discapacitada, porque no se han conseguido pensando en nosotras.

Esto se debe a que vivimos en un contexto capitalista e inhumano en el que a cada persona se le valora solo por aquello que posee y/o es capaz de producir; relegando al resto de la sociedad a seres humanos de segunda categoría, en el mejor de los casos. Esta situación tan deshumanizante llega al punto en el que se usa el eslogan fácil de la muerte digna para eliminar a las personas que no somos igual de productivas para el sistema capitalista para que la muerte nos sea preferible a vivir con pensiones indignas. Se instrumentalizar nuestro sufrimiento en una sociedad capacitista para así instar a que «decidamos libremente» acabar con nuestras vidas, y así que no se tengan que poner soluciones a aquellas cuestiones que reclamamos.

La idea del #MatrimonioIgualitario de nuevo se ha desarrollado sin contar con la comunidad disca, lo que causa que para nosotras una vulnerabilidad añadida ante diferentes violencias.

Pensión no contributiva

Uno de los derechos que más nos ha costado conseguir y que aún hoy supone un debate en ciertos círculos fascistas, es la pensión no contributiva a aquellas personas que, por su discapacidad, no pueden trabajar en las mismas condiciones que el resto de la sociedad y que, por lo tanto, dificulta que tengamos un empleo (así tenemos una tasa de desempleo del el 74,6% en la juventud discapacitada). Esta medida supone una mejora en muchas vidas, pues supone tener un dinero que de otra forma sería muy difícil conseguirlo, pero ¿qué pasa cuando nos casamos? Si nuestra pareja gana más de una cantidad concreta de dinero, esa ayuda es retirada, y quedamos a merced de lo que nuestra pareja decida darnos para nuestros gastos personales, eso en sí mismo genera una vulnerabilidad añadida a la violencia de género.

Si ya de por sí, solo por ser mujer, ya se es extremadamente vulnerable a la violencia de género; si además eres discapacitada quedas completamente a merced de tu pareja. Lo que supone que algo tan cotidiano como terminar con la relación sentimental (aunque no hubiera maltrato) se convierte en un paso tortuoso en el que nos quedamos completamente expuestas. Todo esto mientras volvemos a solicitar la ayuda y esta es o no concedida, por lo que no somos libres de acabar con la relación. Si a esto se le añade una situación de maltrato con la situación emocional y psicológica que ello supone, la vulnerabilidad rebasa con creces a la que sufre una mujer maltratada que no es discapacitada. Y nuestro verdugo no dudará en usar nuestra discapacidad para ejercer poder sobre nosotras. Mientras el feminismo hegemónico no ponga sobre la mesa estas cuestiones, estará dejando a mujeres de lado en una vulnerabilidad extrema.

Titular de «La Verdad, Murcia» del 26/11/2019 con la imagen de una mujer sentada en el suelo de un baño y tapándose la cara con ambas manos que dice: El 31% de las mujeres discapacitadas ha sufrido violencia de género. El porcentaje es más del doble que las mujeres sin discapacidad (12,5%)»

El hecho de que más del 30% de las mujeres discapacitadas hayamos sufrido violencia de género, no es una cuestión casual. Si no que es consecuencia de un sistema social que nos relega a víctimas de segunda (en el mejor de los casos), donde los institutos de la mujer o las asociaciones carecen de las herramientas, la voluntad y las adaptaciones necesarias para atendernos de forma correcta. Si a esta vulnerabilidad le sumamos la auto-percepción de nosotras mismas y la idea de la sociedad sobre la discapacidad donde es habitual usarnos como insulto, hace que la violencia de género sea una constante en nuestras vidas. Para eliminar esta lacra de una forma radical, lo primero es garantizar autonomía de sus familias a las mujeres discapacitadas, garantizar que tengan una opción para salir de esa violencia, y cuando un empleo no es posible (por el tipo de discapacidad), es necesario garantizar la pensión no contributiva que nos permita una independencia económica y supervivencia más allá de nuestras parejas.

Renta Básica Familiar

Otra opción que es una solución para todas las mujeres más vulnerables a la violencia machista, es la renta básica familiar, una medida que lleva siendo requerida por familias y sindicatos desde hace años pero que parece que por primera vez se está empezando a plantear de manera seria tras las últimas elecciones. Se trata de una medida económica por la cual todas las familias contarían con una cantidad de dinero (todavía por determinar) para garantizar que ninguna familia caiga en la pobreza. Por supuesto, esta medida ha sido fuertemente criticada por aquellos que pretenden vender a la clase trabajadora, que pretenden eliminar a aquellas personas que no le seamos productivas al sistema en sí. El Ejecutivo socialista cree que este complemento de renta podría llegar a cubrir hasta 730.000 hogares en una situación de riesgo de pobreza severa; sin embargo esta cantidad de familias se podría extender (con requisitos más específicos) hasta a 1,8 millones de familias beneficiarias; y por supuesto esto incluye a cientos de miles de familias con personas discapacitadas bien a su cargo, bien como cabezas de familia. Es obvio que esta medida podría ser una ley reformista que sirva de apoyo para aquellas familias en situaciones realmente precarias (temporal mientras se elimina el capitalismo, que sería la solución real).

Si esta medida llegara a hacerse efectiva no cabe duda que las personas discapacitadas seríamos las grandes beneficiadas. Resulta penoso sin embargo que esto no se haría pensando en nosotras a pesar de la extrema necesidad que tenemos de ello para que nuestros derechos humanos básicos sean efectivos (es decir, tanto como pueden serlo en un contexto capitalista) y necesitando así beneficiarnos de unas medidas que no son específicas. No decimos que no sea una medida justa, señalamos la ironía de que quizás podamos beneficiarnos de medidas vitales para nosotras que no se han hecho pensando en nosotras.

Conclusiones

La comunidad discapacitada aún no forma parte de las mentes de aquellas personas que encabezan numerosos movimientos sociales indispensables para garantizar la libertad de la ciudadanía, sin embargo sin nosotras no existe la libertad. Si tus medidas no nos incluyen, si no piensas en cómo nos afecta a nosotras tus ideas, entonces no estás siendo inclusiva.

Uno de los movimientos donde menos se nos está escuchando, es en el feminismo. Cuando se habla de nuestras necesidades dentro del movimiento feminista, siempre se hace desde la lástima, el paternalismo y sin tener ni idea de la realidad de nuestras necesidades, cuando no se nos instrumentaliza para justificar diferentes discursos como el tema de la Asistencia Sexual (que de nuevo explicamos que no es prostitución, aunque nos instrumentalicen para hacer creer que sí.) No puede ser que no se nos escuchen las necesidades más básicas de accesibilidad en todas y cada una de las charlas o reuniones feministas, mientras se nos instrumentaliza para justificar atrocidades que van en contra de nuestros derechos.

Si no piensas en nosotras para construir un movimiento crítico contra el sistema capitalista, donde se tengan en cuenta nuestras necesidades y nuestros avances en materia de debate, no nos utilices para justificar ni tu odio ni tu lucha por oprimir a otras mujeres y lucrarte en el camino.

Bibliografía

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