Marxismo y Feminismo no son teorías contrarias.

Este artículo presenta un boceto sobre la Teoría de la Reproducción Social, debido a la extensión de la temática, este artículo se irá publicando en dos partes. Esta primera parte introduce el tema y los antecedentes de los que proviene, y comienza a explorar las aplicaciones de la misma; la segunda parte continuará con estos debates y planteando cuáles son sus posibilidades y futuro. Esta teoría es una invitación para que los hombres oprimidos por el clasismo y demás opresiones sistémicas (nunca los burgueses) participen en el potencial revolucionario del feminismo.

Introducción.

La Teoría de la Reproducción Social ha sido, durante décadas, una línea de estudio sin un nombre claro. En realidad, no se ha asentado como tal hasta hace unos años, con la publicación de dos textos imprescindibles: Social Reproduction Theory. Remapping Class, Recentering Oppresion (ed. Bhattacharya, Pluto Press, 2017) y Manifiesto de un feminismo para el 99% (Bhattacharya, Aruzza y Fraser, en español en Herder, 2019). En particular, el equipo de New Left Review publicó un extracto de este texto en su número de enero-febrero 2018. [1]

Y ¿qué significa ese «feminismo para el 99%»? Es una proclama que evoca el espíritu del «¡somos el 99%!» que se escuchó en EEUU y en Gran Bretaña durante los años posteriores a la crisis, en concentraciones populares como el Occupy Wall Street, parecido a nuestro 15M. Es la afirmación de la necesidad de un feminismo que, por un lado, ataque el capitalismo y que, por otro, sea crítico con los intentos de un feminismo excluyente para con los llamados «sujetos subalternos»: la gente racializada, migrante, LGTB. Y sí, es una llamada a incluir a los hombres en el feminismo.

Como manifiesto programático, este «feminismo para el 99%» pretende ser un arma para darle la vuelta a las condiciones sociales actuales, ancladas en el modo de producción capitalista. Como estudio reposado, la teoría de la reproducción social (en adelante, TRS) pretende pensar la relación entre la producción y la reproducción social, y la situación de subordinación que vivimos ─en base a este conjunto bien integrado de (re)producción─ por nuestro género y sexualidad, raza y discapacidad, y de acuerdo a nuestro lugar en el globo y bajo qué condiciones. Como tal, ofrece perspectivas filosóficas, sociológicas e históricas críticas en torno a todos estos temas y problemas de debate.

En resumen, la Teoría de la Reproducción Social es una línea de trabajo intelectual y militante que pretende sintetizar tanto en la teoría como en la práctica los puntos de vista y las proclamas marxistas y feministas. No es un «marxismo feminista» ni un «feminismo marxista» o «de clase». Es la integración de ambas tendencias en una sola perspectiva compleja, y que se nutre de las disputas y discusiones que abren los «sujetos subalternos», los otros incómodos para la hegemonía ideológica.

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Esquema que ilustra como el análisis de la sociedad, la estructura social, el poder, los principios estructurales, el dinamismo histórico y el binomio de contradicción y conflicto se conjuntan para explicar la estructura, sistema y reproducción social tal y como lo plantea Anthony Giddens. Primera imagen.

Antecedentes.

La Teoría de la Reproducción Social es un compromiso intelectual destinado a sintetizar marxismo y feminismo, por lo que su genealogía hay que buscarla en los que se han llamado los «matrimonios y divorcios» entre ambas líneas de pensamiento, que son en sí complejas y se han desarrollado en consonancia con los debates y la vida política de cada momento histórico particular. Quizá no haya genealogía trazada de forma tan delicada y al mismo tiempo sencilla como la que ofrece Cinzia Aruzza en Las sin parte. [2] Sin embargo, las raíces intelectuales mejor asentadas están en los debates del feminismo socialista de los años setenta, que guarda relaciones importantes con el feminismo radical como movimiento. Así, el feminismo radical había puesto en el centro del problema el patriarcado. Kate Millet, por ejemplo, sostenía que «el patriarcado es una constante social tan hondamente arraigada que se manifiesta en todas las formas políticas, sociales y económicas» [3]. Sin embargo, el feminismo socialista buscaba «desarrollar un concepto de “patriarcado” capaz de vincularse con la teoría de la lucha de clases» [4].

El primer gran texto que desplazará el paradigma es escrito por Dalla Costa en 1971: Las mujeres y la subversión de la comunidad [5]. Aquí, como dice Silvia Federici [6], «contra la ortodoxia marxista… [defendió] que la explotación de las mujeres había tenido una función central en el proceso de acumulación capitalista, en la medida en que las mujeres han sido las productoras y reproductoras de la mercancía capitalista más esencial: la fuerza de trabajo». Es decir, que el proceso de acumulación que dio pie al moderno sistema capitalista se sustentaba bajo el supuesto de una familia en la que la producción y la reproducción eran ─debían ser─ realidades separadas. Durante años, las feministas socialistas acogieron en decenas de textos el debate sobre la relación entre la familia, el trabajo y las formas en las que se expresa la violencia sobre las mujeres; no por casualidad los años setenta y ochenta se consideran la edad de plata de la historiografía feminista [7].

En los años posteriores, este debate se irá haciendo complejo y alcanzando distintos temas de estudio que se añadirán a las reivindicaciones feministas, especialmente en lo que hace al feminismo interseccional, donde la raza y la sexualidad cobran un protagonismo conjunto, siendo este el caso de Selma James, Angela Davis y Audre Lorde. [8]. En este sentido, el horizonte marxista ─que en la práctica había caído, como cualquier otro movimiento, en dinámicas fuertemente excluyentes─ no se había incorporado al pensamiento interseccional, dejando de lado un pensamiento sistemático y dialéctico que hubiera podido enriquecer enormemente estas ideas y su práctica social.

La TRS, gracias a la fuerza del pensamiento marxista y a los desafíos que supusieron estos cruces complejos entre las reivindicaciones de las excluidas, afirma la necesidad de una revolución total que incorpore estas perspectivas desde un planteamiento sistémico. Es, por tanto, también un análisis sobre «la relación entre la explotación (referida a la clase) y la opresión (comprendida a través de género, la raza, etc)» [9].

Temas, situaciones, perspectivas.

Producción y reproducción.

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Dibujo de dos hombres, uno feliz y otro molesto junto a un bocadillo de pensamiento que pregunta a ambos si es la clase dominante o la clase dominada. Segunda imagen.

El primer nudo que va a intentar analizar la TRS es el de la relación entre la producción y la reproducción social, ampliando en el proceso la teoría marxista. Marx había puesto el acento en la producción por medio del trabajo, que mediante la imposición del capitalismo ─como una sociedad basada en las mercancías─ había adquirido una dimensión abstracta que, en contraposición al trabajo concreto o útil que marca el valor de uso del producto del trabajo, ahora servía para darle un valor de cambio, algo que la equipara con las otras mercancías. [10] Para el pensamiento marxista, este es el comienzo y uno de los ejes fundamentales sobre los que gira el modo capitalista de producción. En un mundo que parecía dividirse cada vez más en dos clases, la del capitalista y la del obrero, a Marx le resultaba evidente que el liberalismo económico ─la doctrina de que todos los actores del mundo del trabajo se enfrentan y negocian sus condiciones de dependencia en igualdad─ era un escondite más del capital, que es un abstracto que se concreta en las relaciones entre las clases sociales [11] [12]. Pero Marx, en la práctica, no consideraría el lugar de las mujeres más que en unos pocos comentarios, por lo demás acertados. Su interés por el entramado de la producción pasó totalmente por alto el desarrollo de los lugares de hombres y mujeres en la familia y en el entonces nuevo sistema industrial [13]; incluso cuando habla de la reproducción, habla en realidad de la reproducción del capital, y no de la vida social [14].

Este es el primer problema del marxismo que quiere resolver la TRS: se trata de pensar la reproducción social, no como lugar en el que el capital se reproduce sino como espacio de producción de la fuerza de trabajo y que no reproduce por sí mismo el capital. Se trata de analizar con perspectiva histórica cómo las distintas formas históricas del capitalismo se han valido de un modo cualitativamente nuevo de división sexual del trabajo, y que de hecho la han impuesto. Se trata, también, de entender que las formas de reproducción social no sólo son más complejas y abarcan instituciones diversas ─por un lado la «educación pública y el sistema sanitario…, las pensiones, [que] componen en conjunto los “hábitos” históricamente determinados»; por otro lado el «reemplazo generacional a través de los nacimientos en una unidad familiar basada en el parentesco», pero también a través de las fronteras, como con «la esclavitud y la inmigración» [15]─, sino que están integradas como dos momentos de un mismo circuito. Pero este circuito «no puede desvelarse dentro del proceso capitalista de producción, ya que el proceso en conjunto se da con el objeto de valorizar el capital, y no para el desarrollo social del trabajo» [16].

La filosofía de Marx ─el materialismo histórico─ ha sido no obstante un punto de partida metodológico fundamental. Dice Silvia Federici que:

«reconocer que la subordinación social es un producto de la historia, cuyas raíces se encuentran en una organización específica del trabajo, ha tenido un efecto liberador para las mujeres. Ha permitido desnaturalizar la división sexual del trabajo y las identidades construidas a partir de ella, al concebir las categorías de género no solo como construcciones sociales, sino también como conceptos cuyo contenido está en constante redefinición, que son infinitamente móviles, abiertos al cambio, y que siempre tienen una carga política. De hecho, muchos debates feministas sobre la validez de «la mujer» como categoría analítica y política se podrían resolver antes si se aplicara este método, pues nos enseñan que es posible expresar un interés común sin estar adscrito a formas fijas y uniformes de comportamiento y condición social.» [17]

Desde el punto de vista de la historiografía, esto supone la exigencia de rastrear cómo se han producido los cambios históricos que condenaron a las mujeres a la invisibilidad y a los hombres al salario, y de cómo se divide la producción de la reproducción en las distintas fases históricas del capitalismo. En este sentido, y de acuerdo con Federici, la introducción de una economía monetaria ─que fue sustituyendo la coerción feudal por un mercantilismo─ mediante la privatización de la tierra y la consiguiente pauperización de la clase trabajadora fue lo que produjo la división histórica entre los ámbitos de la producción y reproducción, en el momento en que la producción destinada al uso dejó de tener un sentido propio [18].

Para Fraser, las distintas formas de capitalismo muestran una tensión constante entre esos dos espacios; se trata de una «contradicción social intrínseca a la profunda estructura de la sociedad capitalista», una que siempre se muestra como una frontera inestable que «limita la economía de la sociedad», una «lucha de fronteras ─como la denomina Fraser─ que es tan central para las sociedades capitalistas como la lucha de clases». De este modo, en el siglo XIX, el régimen del capitalismo liberal, con la combinación de la explotación industrial y de la expropiación colonial de la periferia, fue paralelo al establecimiento de la domesticidad y de los salarios, creando dos «esferas separadas» como elemento clave de la familia nuclear. En el siglo XX, el «capitalismo gestionado por el Estado», caracterizado por la producción a gran escala y el consumo doméstico, «internaliza la reproducción social por medio del Estado y del bienestar social provisto por las empresas». Para finales del siglo XX, el capitalismo financiero globalizado, que ya ha «reclutado a las mujeres para el trabajo asalariado y ha promovido la desinversión del Estado y las empresas del bienestar social», ha «externalizado el trabajo de cuidados hacia familias y comunidades… [disminuyendo] su capacidad para llevarlo a cabo», de modo que se produce una «organización dualizada de la reproducción social, [siendo] mercantilizada para quienes pueden pagarla y privatizada para quienes no». [19]

Para Bhattacharya, se trata también de «repensar a la clase trabajadora», ya que ésta se ha planteado a menudo desde la figura masculina o simplemente desde las fábricas. Esto es lo que la autora llama la «definición del secretario de sindicato». En cambio, de lo que se trata es de pensar desde una perspectiva sistémica. Así, sería parte de la clase trabajadora «cualquier [persona] de la clase productiva que haya participado en algún momento de su vida en el conjunto de la reproducción de la sociedad, sin importar si ese trabajo ha sido remunerado por el capital o si no ha sido remunerado». De otro modo no se comprende que «la re-estructuración de la producción en los lugares de trabajo y de los procesos sociales de reproducción de la fuerza de trabajo en los hogares, las comunidades y los espacios de la vida cotidiana han sido ataques paralelos del capital sobre el trabajo global» [20].

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Disponible online en: https://newleftreview.es/issues/114/articles/notas-para-un-manifiesto-feminista.pdf

[2] Disponible online en: http://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2015/11/Arruzza-Cinzia-Las-sin-parte.-Matrimonios-y-divorcios-entre-Feminismo-y-Marxismo.pdf

[3] En Política sexual, Cátedra, Madrid (1995), p. 71.

[4] Vogel, L., Marxism and the Oppresion of Women, Haymarket, Chicago (2013), p. 26.

[5] Disponible online en inglés en: http://www.generation-online.org/p/fpdallacosta2.htm

[6] En Calibán y la bruja, Traficantes de Sueños, Madrid (2004), p. 13.

[7] Algunos ejemplos: …

[8] Ver, por ejemplo: JAMES, S., Sex, Race, and Class. The Perspective of Winning: A Selection of Writings, 1952–2011, PM Press (2012); DAVIS, A., Women, Race, & Class, Vintage (1983); LORDE, A., Sister Outsider, Crossing Press (1984).

[9] T. Battacharya (ed.), Social Reproduction Theory. Remapping Class, Recentering Oppresion, Pluto Press, p. 8.

[10] El capital, tomo I volumen 1, Siglo XXI, Buenos Aires (2008); capítulo I (“La mercancía”), apartados 1 y 2; pp. 43-57 de la edición.

[11] Íbid, especialmente pp. 213-214 (final del capítulo IV [“Transformación del dinero en capital”], apartado 3).

[12] Para más detalles, se puede leer “Marxismo, explotación y derecho laboral”, artículo de A. Cukier publicado en español en Perspectiva. Blog de investigación filosófica (trad. de Rosa María García): https://bperspectiva.wordpress.com/2019/02/14/explotacion-marxismo-y-derecho-laboral-i-por-alexis-cukier/

[13] Ver: S. Federici, El patriarcado del salario, Traficantes de Sueños, Madrid (2018). Especialmente: “A modo de introducción. Marxismo y feminismo: historia y conceptos”, pp. 11-24; y el capítulo 2, “El capital y el género”, pp. 47-67.

[14] El capital, tomo I volumen 3, Siglo XXI, Buenos Aires (2008); capítulo XXI (“Reproducción simple”), pp. 695-712. Disponible online en: https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/21.htm

[15] T. Bhattacharya, “How Not to Skip Class: Social Reproduction of Labor and the Global Working Class”, en Bhattacharya, op. cit., pp. 74-99. Cita en p. 79.

[16] Íbid., p. 88.

[17] En “Marx, el feminismo y la construcción de los comunes”, en El patriarcado del salario, op. cit., pp. 81-111. Ver p. 87.

[18] Ver: “La acumulación de trabajo y la degradación de las mujeres. La construcción de la ‘diferencia’ en la ‘transición al capitalismo’”, en Calibán y la bruja, op. cit., pp. 85-178; especialmente, pp. 112 y ss.

[19] “Crisis of Care? On Social-Reproductive Contradictions of Contemporary Capitalism”, en Bhattacharya (ed.), op. cit., pp. 26-42.

[20] Bhattacharya, “How Not to Skip Class…”, op. cit., pp. 95 y ss.

Fuente de la primera imagen https://teoriasistemassociales.wordpress.com/2015/09/17/estructura-sistema-y-reproduccion-social/

Fuente de la segunda imagen https://www.youtube.com/watch?v=ZjJIPlnUxQE

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