Llevamos cerca de una semana siendo testigos de otra de las más grandes representaciones de la Cultura de la Violación de nuestro país, el caso de Arandina CF, donde 3 ex jugadores han sido condenados a 38 años de cárcel por violar a una menor y por complicidad respecto al delito de violación de los otros.
A pesar de que el juez y el tribunal de justicia no han tenido dudas respecto al caso, al tratarse de una menor de 16 años ya no existe el consentimiento con adultos, hay una horda de gente defendiendo a estos violadores. Hasta el punto de que se ha convocado una concentración a la que han asistido al rededor de 300 personas (según las fuentes de la Asamblea Feminista de Aranda, en su mayoría foráneos y familia de los agresores) en apoyo de estos sujetos, tratando a la víctima (que sí es residente de la localidad) de guarra y otras lindeces. ¿En serio tenemos que explicar que si te acuestas con una menor, es delito? Pues nada, allá vamos.
Otra de las muestras de la #CulturadelaViolacion en nuestro país es el caso de Arandina CF, donde 3 jugadores violaron a una menor y argumentaron que era consensuado.
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El caso
El pasado 24 de noviembre de 2017 se producen los hechos en el piso de los exjugadores, la menor de edad había quedado con uno de ellos, el cual ofreció a la menor subir al piso y ella aceptó. Allí aparecieron el resto de los condenados, los cuales apagaron la luz y desnudaron a la menor, quién se tapó cruzando los brazos, pero según dicta los hechos probados por el tribunal, entró en shock y quedó a merced de estos hombres, quienes la usaron para masturbarse y la obligaron a que les practicara felaciones.
Otro de los hechos probados es que los autores conocían la edad de la víctima en el momento en el que ocurrieron los hechos, la niña tenía en aquel entonces 15 años, esto se demuestra ya que la madre y la víctima, además de un entrenado por los violadores, se lo había dicho a los acusados y también conocían a qué instituto iba la menor, ya que iba vestida con el uniforme de dicho centro. Si todo esto no fuera suficiente, en un grupo de Watshapp de los acusados, llamado «la trupe» y en el cual se jactaron de lo ocurrido, uno de los integrantes comentó que ella tenía 15 años. Recordemos que en España un menor de 16 años no puede consentir ninguna práctica sexual con otra persona que tenga una edad superior a la mayoría de edad. Y a pesar de que aunque hubiera dado consentimiento, éste no es válido por la edad de la muchacha, en los hechos probados del tribunal también se especifica como probado que ella no consintió en ningún momento lo ocurrido con los condenados. El tribunal ha admitido incluir como prueba la declaración de la víctima, que pese a haber más de una versión, no aprecian ningún indicio de que ésta tuviera móviles espurios contra los violadores. Así mismo tiene en cuenta la valoración psicológica de la víctima donde se demuestra la gran influencia que tenían sobre su vida las redes sociales que habrían influido en las declaraciones que había hecho a conocidos no cercanos sobre lo sucedido. Sin embargo, y tal como demuestran las psicólogas forenses que han participado en la evaluación de los testimonios de la víctima, el que tiene validez es aquel que la víctima dio a sus allegados, donde habla de que ella no quería que ocurriera nada de lo sucedido en aquel momento ni en momentos posteriores. Ya que dicho testimonio, que es también el aportado en el juicio, cumple los siguientes requisitos para ser aprobado por el tribunal: Ausencia de incredibilidad, verosimilitud del testimonio y persistencia en la incriminación (STS. 15-4-2004). Por otra parte se da por válida la intimidación ambiental de tres hombres adultos y corpulentos a una única niña menor de tan solo 15 años en la casa de uno de los acusados, en una habitación con la puerta cerrada y a oscuras. Todo esto además de ser probado por el testimonio de la víctima, se prueba en el grupo de los acusados, mencionado con anterioridad, donde estos seres decidieron alardear de haber violado a una menor; al más puro estilo de La Manada.
Por último los acusados Raúl Calvo, Carlos Cuadrado Lucho y Víctor Rodríguez Viti, han sido condenados a 38 años de prisión cada uno. La suma de estos años viene impuesta en 14 años por la autoría de un delito de agresión sexual (violación) y otras dos condenas de 12 años como cooperador necesario en dos delitos de agresión sexual (la que cometen los otros dos exjugadores). Esta pena viene motivada por la aplicación de la doctrina de la cooperación necesaria del Tribunal Supremo del año 2007.
La revictimización
A la víctima se la ha cuestionado por parte de muchas personas atendiendo a su comportamiento antes, durante y después de la violación. La víctima había mantenido una relación con uno de los violadores en base a llamadas y mensajes entre ambos, donde se especulaba sobre relaciones sexuales entre ellos y con más de una persona. Aquí debemos detenernos un momento y volver de nuevo a que un adulto en una posición de poder, por su trabajo y fama, mantenía conversaciones de carácter sexual con una niña de 15 años. Se ha hablado también de que ella tenía una carpeta donde recogía sus amoríos, cosa que no valida en ningún momento de ninguna forma que un mayor de edad cometiera esos actos basándose en la hipersexualización a la que esta había sido sometida. En este tipo de casos, la responsabilidad completa recae en el adulto que es quien siempre debe poner fin, por motivos tanto legales como éticos, a este tipo de relaciones que se están dando en una situación totalmente descompensada de poder entre los intervinientes.
Durante el propio hecho se suele hacer referencia a que la víctima no hizo intentos de escapar o de agredir a los agresores para poder irse de la casa. Lo que muchos olvidan, y que es ampliamente reconocido en todos los ámbitos judiciales, es que se pueden dar tres reacciones ante una violación y un escenario de intimidación de este tipo: atacar, huir o entrar en shock. Esta última fue la que tuvo la víctima en el momento, tal y como prueban las psicólogas forenses que han valorado a la víctima y sus secuelas tras lo acontecido.
Además se ha cometido un delito por parte de medios y políticos fascistas en torno a este caso: Se han hecho públicos los audios de la víctima hablando y alardeando (por su inmadurez ya probada, que prefería fingir que había sido consentido a admitir que había sido violada con la consiguiente victimización) de todo lo ocurrido, lo que supone en sí mismo un delito ya que rompe con el secreto de sumario e incurre en un delito de violación de la intimidad de la víctima menor de edad. Por fortuna, el padre de la víctima ya ha anunciado que emprenderá medidas legales contra todas aquellas personas y medios que hagan públicos dichos audios.
«Siento mucha vergüenza por el apoyo que el Ayuntamiento de Aranda muestra a los que han salido a manifestarse en favor de unos violadores en vez de hacer lo que debía hacer, que es estar defendiendo a quien es del pueblo»
El Padre de la víctima a la cadena de televisón La Sexta.
El Punitivismo
En este caso es más que obvio que nos encontramos ante una sociedad que prefiere ignorar los hechos, y se agarra a un clavo ardiendo para defender a aquellos que suponen para sí sus iguales. Así es como se explica que los mismos sujetos que reclamaban prisión permanente revisable para los acusados en el caso de Manresa (supuestamente magrebíes), en este caso hayan salido a las calles y medios a defender a unos sujetos condenados. Es decir, el punitivismo de nuestro código penal resulta correcto e incluso blando, cuando los acusados no son «de los vuestros», pero en el momento en el que se ven reflejados en los violadores, se rehumaniza a los condenados y entramos en cuestiones que refuerzan la cultura de la violación (justificar la violencia sexual, criminalizar a la víctima, juzgar a la víctima, etc.). Plantear elevar las penas de forma desorbitada (ya se propone la cadena perpetua) para luego alegar que «se le arruina la vida a unos chavales» cuando se aplican sobre «los vuestros» es entender el derecho penal como mecanismo de opresión. Un mecanismo que mantiene encerradas a aquellas personas que consideráis inferiores (por clase, raza, género, etc.), mientras no consideráis legítimo aplicarlo sobre vuestros iguales, porque pone la realidad en el espejo.
Así que aprovechamos vuestros alaridos sobre una condena más que probada y argumentada por el tribunal, la víctima y los peritos, para hablar de vuestra claro sesgo racista, clasista y, en definitiva, fascista. Las penas de privación de libertad nunca son una solución para la delincuencia de ninguna parte, mucho menos cuando se aplica de forma elitista.
Desde Rebelión Feminista siempre apoyamos a las víctimas, y esta no es la excepción. Es por ello que le mandamos un mensaje a la menor: No estás sola, hermana, esta es tu manada.
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