
Ha sido muy sonado las últimas semanas la pataleta de un conjunto de hombres (porque lamentablemente es lo que son, aunque no lo parezca) en sus casas enfadados porque el Satisfyer fuera un top ventas en poco tiempo. Qué malas somos las mujeres por querer tener orgasmos a pesar que durante toda nuestra vida nos hayan dicho que nuestro placer no importa.
Este artículo será acompañado de reacciones reales de hombres y alguna mujer al éxito del Satisfyer en redes sociales.

A lo mejor lo que nos tiene amargadas es vivir en una constante hipervigilancia de cómo disfrutamos y que no os molestéis en hacernos disfrutar.
El #Satisfayer es uno de los inventos de las últimas décadas que ha supuesto una #RevolucionSexual para las mujeres, al centrarse por completo en nuestro placer.
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La Heteronorma
Una de las razones principales por la cual muchas de nosotras estamos insatisfechas es la ya conocida heteronorma, donde se nos imponen unas normas de sexualidad que nos obligan a primar el placer de ellos por encima del nuestro. Además de que se educa a los hombres bajo la creencia de que su placer es lo único importante, por lo que a la hora de proporcionar placer a sus parejas, por lo general, son muy mediocres.

No, Quique, las que usamos el satisfyer estamos hartas de que solo uses la polla para correrte tú.
Cuando se habla de relaciones sexuales, siempre se hace desde un prisma que ha sido construido por el patriarcado capitalista. Esto sitúa el debate en torno a ellos. Los hombres pasan a ser el centro de importancia del placer sexual porque todo gira en torno a la familia nuclear cishetero y monógama. Esta educación no se lleva a cabo al azar, sino con la pretensión de mantener a las mujeres encadenadas a unas normas de conducta en las que no pueden tener sexo cómo, cuándo y con quién quieran sin ser juzgadas. Se nos impone la idea de que el único sexo realmente válido es el que ocurre entre un hombre y una mujer (cis, por supuesto). Se nos mete en la cabeza que es importantísimo que siempre esté satisfecho y que siempre piense que nos ha hecho llegar a nosotras. El tabú es tal para que seamos siempre serviciales, que muchas son incapaces de decirle a sus parejas sexuales que no les está gustando el sexo o que determinada práctica les parece mejor que otra. Así un alto porcentaje de mujeres acaban fingiendo los orgasmos con sus parejas, lo que por supuesto hace que ellas tengan que buscarse solas ese placer. Según un estudio realizado por LELO (una marca sueca de juguetes sexuales) más de la mitad de las mujeres fingen sus orgasmos, y de este porcentaje, el 40% dice hacerlo para hacer sentir bien a su pareja.

“Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de avanzar y profundizar más sobre el orgasmo femenino, ya que por el momento tanto mujeres como hombres no son capaces de extraer todo el potencial al placer sexual de la mujer”
Valérie Tasso, escritora, sexóloga e investigadora francesa
Lo que ha supuesto una verdadera revolución, tanto que ha hecho a todo el patriarcado revolverse, es que por fin se esté hablando de que las mujeres estamos insatisfechas y es culpa del sistema que no enseña sobre nuestro placer. Es una revolución reciente. Nuestras madres o abuelas no hablaban de sexo como lo hacemos ahora, ni siquiera recibían educación sexual básica (sobre métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual), y mucho menos les hablaban de placer. Eso sumado a que la mentalidad recatada y católica era preponderante antiguamente (aunque aún hoy se siguen manteniendo estas ideas), hace que para las mujeres que nos precedieron resulte hasta incómodo hablar de sexo en entornos supuestamente seguros. Y para poder ver que el problema no es nuestro, es necesario que hablemos entre nosotras, por eso el patriarcado se ha encargado de que veamos en el resto de mujeres como rivales, en lugar de a compañeras.

Al parecer le molesta que hablemos de que por fin algo nos hace llegar al orgasmo, huele a que con él nunca han sido pesadas.
El Coitocentrismo
Solo un 3,3% de mujeres cis son capaces de llegar al orgasmo por vía vaginal, sin embargo el coito por penetración es la única forma de sexo que se entiende como completa. Esto conlleva, por supuesto, a que muchas mujeres finjan orgasmos con sus parejas y luego busquen satisfacción en otros métodos más individuales. Porque los hombres y comerse un coño nunca han sido buenos compañeros.

Aún a día de hoy se habla de «preliminares» y ahí se meten todas esas formas de estimulación que no incluyen penetración, lo que implica significar el resto de formas de sexualidad como incompletas o pasos previos a la penetración, no entendiendo el sexo sin ésta. Sin embargo, las mujeres tienen muchas formas de correrse, y las que mejor sabemos cómo hacerlo, somos nostras mismas. Nos parece importante destacar que la autoexploración y el autoconocimiento son imprescindibles para comprender cómo funciona nuestro cuerpo y conseguir de esta forma tener relaciones sexuales más satisfactorias con nuestras parejas. Pero, para ello, también es esencial que nuestras parejas (en especial, las parejas masculinas) se interesen en nuestro placer, pregunten y no se centren únicamente en lo que les proporciona a ellos placer.

Si quieren que la revolución de las máquinas no termine con ellos, lo mejor será que se adapten a los nuevos tiempos. Las mujeres ya no tenemos miedo de decir que no sabéis comernos el coño. No tenemos miedo de decir que nos masturbamos y no tenemos miedo de usar los juguetes que nos venga en gana para llegar al orgasmo sin necesidad de nadie.

Conclusiones
Las ventas desproporcionadas de juguetes sexuales que proporcionan placer sexual femenino, no es más que un claro síntoma de que aún a día de hoy nos encontramos con una sociedad que no piensa en el placer femenino como prioridad. Todo ello aderezado, por supuesto, de machismo, cultura de la violación, heteronorma, coitocentrismo y, obviamente, de la idea de que las mujeres sólo deben tener relaciones sexuales para procrear.

Parece obvio hablar de que, si precisamente hay tanta variedad y tanta promoción en torno a los juguetes sexuales, es para capitalizar nuestra opresión otra vez. Es una nueva forma del capitalismo de lucrarse a través de la cultura machista que se ha encargado de construir y mantener. Sin embargo, no olvidemos que todo lo referente a nuestra opresión ha sido instrumentalizado de esta forma, por lo que decirle a las mujeres que dejen de comprar juguetes sexuales porque están capitalizando su opresión, no es más que decirle a las mujeres que se queden insatisfechas mientras el patriarcado se mantiene, sin analizar y solventar las problemáticas que nos llevan a la insatisfacción.