Cultura de la Violación

Debido a la explosión del juicio de «La Manada», las jornaleras de Huelva, la transfobia de ignorar la violencia sexual de mujeres cis a mujeres trans y el trato recibido por medios, abogados y jueces hacia las víctimas, etc. queremos dejaros un análisis de lo que implica la violación.
Como esperamos que todas sepáis, una violación es aquel acto sexual llevado a cabo con otra persona sin que medie consentimiento explícito.

Debido a la explosión del juicio de «La Manada», las jornaleras de Huelva, la transfobia de ignorar la violencia sexual de mujeres cis a mujeres trans y el trato recibido por medios, abogados y jueces hacia las víctimas, hablamos de #CulturadelaViolacion

Si dice que no, es violación.
Si no dice que sí, es violación.
Si insistes y acaba cediendo, es violación.
Si está demasiado borracha/drogada/inconsciente, es violación.
Si dijo que sí, pero luego dice que no, independientemente del punto del encuentro sexual en el que os encontréis, es violación.
Si es menor y tú mayor de edad, es violación.
Si has comprado su consentimiento sexual es violación.
Si no está en plenas facultades para decir que sí o que no, es violación.
Aunque sea tu pareja, si dice que no quiere, es violación.
Y si simplemente no responde por miedo o por cualquier otro motivo, sigue siendo violación.

En definitiva, si no desea la relación sexual es violación.

Datos sobre Violencia Sexual

Parece mentira, pero la cultura de la violación está tan interiorizada que tendemos a no considerar violación todas aquellas que no han sido por un desconocido, en un callejón, mediante violencia física explícita y en las que no media penetración por parte de un pene.
El 60% de denuncias por violencia hechas en el Instituto de Medicina Legal (IML) son de mujeres. De 150,586 peritajes médico legales realizados por el  IML, del 2013 al 2015, 90,830, fueron a féminas.

Según los datos del Estudio Nacional sobre la Violencia a la Mujeres Adultas, Adolescentes y Niñas: un enfoque médico legal, realizado por el Instituto de Medicina Legal (IML) entre 2013 y 2015, los principales agresores sexuales de mujeres y niñas son personas conocidas, familiares o la pareja. Se estima que un 60% de los violadores de menores son personas conocidas por los niños, cercanos pero no familiares, como amigos de la familia, niñeras, proveedores de cuidado de niños o vecinos.  Del 40% restante, aproximadamente el 30% son miembros de la familia y el 10%  personas extrañas para el niño.
No todos los autores de delitos sexuales son adultos: Se estima que el 23% de los casos denunciados de abuso sexual de menores son perpetrados por personas que tienen menos de 18 años de edad.

Violencia Sexual y Capacitismo

Además, varios estudios destacan que los violadores no presentan diferencias sustanciales de personalidad respecto a otros grupos de delincuentes. Entre estos estudios queremos destacar el presentado en el Segundo Simposio Español de Sexología, ya que su investigación fue llevada a cabo en distintas cárceles del país y sus test fueron contestados indistintamente por reclusos de delitos comunes y por presos condenados por delitos sexuales.

Aunque las diferencias entre estos dos grupos no resultan significativas, sí se aprecia entre los violadores una mayor impulsividad y un grado de sadismo más elevado.

Sin embargo, los psiquiatras que han realizado el estudio advierten que los violadores son todavía una caja negra, es decir, no hay un patrón fijo entre efecto y consecuencia o, dicho de otra manera, los psiquiatras no han descubierto qué hace que una persona se decida a violar, porque la motivación de un violador no tiene nada que ver con una patología o trastorno mental. Una de las primeras conclusiones del estudio es que los violadores no padecen habitualmente ninguna enfermedad mental y, por consiguiente, no están exentos de responsabilidad penal. Y algo que no se dice cuando se trata de quitar responsabilidad a los violadores, es que solo el 3% de los agresores mundiales de cualquier delito tienen algún trastorno mental grave, lo que implica que son hijos sanos de un sistema que avala la violencia contra las mujeres.

«Por lo general, el violador no es un enajenado según lo contempla el artículo 8 del Código Penal. Es decir, en la mayoría de casos, su personalidad tiene la suficiente capacidad para conocer los hechos que realiza y sus repercusiones, y posee suficiente capacidad para controlar su voluntad, de manera que no está afectada su imputabilidad»

Profesor Ortega-Monasterio al periódico «El País»

Por imputabilidad se entienden los requisitos de madurez psicobiológica que hacen que un individuo sea responsable de sus actos. Así pues nos encontramos con que los hombres que violan no son enfermos (como muchas veces se dice para apartar el foco del problema).

¿Por qué se cometen tantas Violaciones?

Porque existe una cultura de la violación que les enseña a tratarnos como simples objetos y no aceptar nuestra negativa, porque «un no de una mujer, quiere decir sí» y nos insisten hasta que cedemos. Porque hay miles de mujeres violadas que nunca sabrán que lo han sido, por el simple hecho de que tienen tan sumamente normalizada la violación que no lo ven o porque la forma en la que fueron violada, se sale de la norma. Y hay otros tantos hombres que se creen no ser violadores, mientras hacen chantaje emocional a sus parejas para tener sexo o ignoran sistemáticamente su no.

Porque el maltrato y la violencia de género en muchísimos otros países, ya incluye la violación en sus formas y entiende el contenido de género que lleva implícita este delito. Porque una mujer denuncia una violación cada ocho horas sólo en España, más de un millar de mujeres denunciaron en 2016 violaciones tipificadas como tal en el código penal. Aún se le pregunta a las mujeres si «cerraron bien las piernas» ante su denuncia y se le pregunta cómo iba vestida, qué hora era, si iba bebida/drogada, si provocó al susodicho, etc. Todavía se nos hace responsables de las violaciones que sufrimos. A día de hoy está tan normalizada la violación, que aún hay porno de violaciones que es consumido en altas proporciones por jóvenes y adultos, normalizando la sumisión de las mujeres y el ignorar sus negativas ante el sexo. Y además de todas estas lacras que nos encontramos, debemos añadir que se acota mucho lo que es una violación de cara a la sociedad, lo que conlleva que muchas víctimas no puedan nombrarse como tal ante el rechazo social y el estigma. Una violación no tiene por qué ser de un desconocido, no tiene que mediar penetración, no tiene que haber violencia de por medio, etc. Son cosas que debemos dejar claras para que las legislaciones respeten no solo el consentimiento si no nuestros derechos como personas.

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