Una cuestión recurrente en los deportes femeninos es el debate al respecto de las mujeres trans y la testosterona que, según las personas con menos conocimientos en la materia, les ofrece a estas mujeres una ventaja injusta sobre el resto de competidoras. Sin embargo, esta última semana ha saltado la liebre con un caso que ya no afecta solo a mujeres trans; a pesar de que bien podría ser una consecuencia de las políticas de poner coto a las mujeres en este ámbito juzgándolas con prejuicios cissexistas: El caso de la deportista intersexual Caster Semenya, que por su condición intersexual, produce una cantidad de testosterona superior a las cantidades habituales.
La falacia de que el #DeporteFemenino está siendo eliminado por «hombres» que fingen ser mujeres es un discurso repetido hasta la saciedad por #TERF y #fachas pero eso no lo hace cierto.
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¿Quién es Caster Semenya?
Nos parece importante que, ya que su caso se ha viralizado para mal, porque ha sido obligada a adaptar químicamente sus niveles hormonales a los del resto de competidoras, aprovechemos este artículo para dar visibilidad a una deportista tan brillante y maravillosa.
Mokgadi Caster Semenya (Ga-Masehlong, Limpopo, Sudáfrica; 7 de enero de 1991) es una atleta sudafricana especialista en la prueba de 800 metros, donde ha conseguido ser dos veces campeona olímpica (en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016), y tres veces campeona mundial (en las competiciones de 2009, 2011 y 2017). En 2018 se mantiene invicta en esta prueba y se colgó la medalla de oro en los Juegos de la Mancomunidad de Gold Coast con un tiempo de 1:56,68, nueva marca recórd de la competición. Mientras que en la Liga de Diamante ganó en cuatro reuniones clasificatorias y también la final con un tiempo de 1:55,27 para hacerse con su tercer Trofeo de diamante consecutivo. Además, triunfó en la copa continental para el equipo de África (1:54,77). Tomó parte en la prueba de los 400m en la que fue segunda en la copa continental (49,62 s); en los 1500m ganó otra medalla de oro en los Juegos de la Mancomunidad con 4:00,71, también nuevo récord del evento; y en la inédita prueba de la carrera de relevos 4×400m mixto, en la copa continental, ocupó el segundo puesto. Sus compañeros de equipo fueron Christine Botlogetswe, Chidi Okezie y Baboloki Thebe.
La Polémica deportiva con su testosterona.
El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) considera que las normas de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) para regular la participación de mujeres con Desarrollo Sexual Diferente (DSD) son “discriminatorias”, pero aun así “necesarias, razonables y proporcionadas” para preservar la integridad del atletismo femenino. Es decir, plantea que si bien obligar a una persona a modificar su ciclo hormonal con más hormonas, resulta problemático y discriminatorio, consideran que es la única opción para que se lleve a cabo una competición justa. Porque está claro, que la ya famosa deportista, no ha entrenado tanto como el resto o no se esfuerza tanto como el resto por tener una condición hormonal diferente (IRONÍA, POR SUPUESTO).
Lo más curioso es que diversas asociaciones de deportistas y de mujeres, y hasta la Asamblea de la Naciones Unidas, habían denunciado la imposición solicitada por la IAAF. Consideraban que no se puede obligar a una mujer a medicarse para competir y subrayaban que justamente todas las atletas afectadas por la norma eran africanas. Aunque como bien sabemos, este debate lleva ya tiempo existiendo al rededor de las competidoras trans, las cuales son expulsadas de las competiciones femeninas por el prejuicio de sus supuestamente altos niveles de testosterona. Y lo más curioso, es que los hombres no se ven afectados en sus categorías por estas cuestiones, aquellos que tienen niveles más altos de Testosterona, pueden probar que es una cuestión genética y así competir sin considerar que se dopan. Además, aquellos hombres como Michael Phelps que tiene una ventaja genética que genera menos ácido láctico y eso le brinda la posibilidad de recuperarse mejor tras el esfuerzo, no es obligado a tratarse para que esa ventaja desaparezca. (Aquí más información sobre los efectos del ácido láctico en el cuerpo humano y, por tanto, de la ventaja de la que disfruta este hombre blanco frente a sus competidores.) Y así nos encontramos a cientos de miles de deportistas que tienen determinadas características que les brindan un cierto margen de superioridad frente a sus competidores, y no son obligados a medicarse para eliminarla, por lo que no podemos comprender la motivación de obligar a las mujeres (tanto cis, como intersexuales o trans) a medicarse para nivelar su cantidad de testosterona y eliminar una ventaja genética.
De la misma forma, el prejuicio habitual es creer que una mujer trans va a tener unos niveles de testosterona equivalente a los de un hombre cis. Aunque la realidad es muy diferente, ninguna atleta trans ha competido sin estar bajo tratamiento hormonal y/o sin haberse deshecho de sus testículos. Irónicamente eso ocasiona que sus niveles de testosterona están por debajo de los generados de forma habitual por mujeres cis.
Con la corredora Santhi Soundarajan, la prensa habló de “estafa por cromosoma Y». La judoca Edinanci Silva tuvo que operarse y hormonarse para poder seguir compitiendo. Los cuerpos de muchas deportistas rompen con las expectativas sobre las mujeres y con la tiranía del dualismo sexual que las presupone siempre inferiores físicamente a los hombres. La respuesta: controles médicos sexistas para probar que son “verdaderas mujeres” y ensañamiento mediático.
Dau García Dauder para el medio Pikara Magazine
Conclusiones
El deporte femenino siempre se ha visto como algo inferior al deporte masculino, con una consideración y unos fondos mucho menores de lo que los deportistas masculinos están acostumbrados a manejar. Pero es que además, como bien apunta en su artículo la compañera de Píkara, muchas deportistas femeninas ven juzgado su género o su sexualidad en valor al deporte que realizan y lo buenas que sean en él. De esta forma, las mujeres con niveles hormonales o apariencia física diferente a lo que se considera naturalmente «femenino» (de nuevo biologizando el género), son tachadas de dopadas o de hombres cuando se trata de mujeres trans e intersexuales. Todo esto por la simple razón de que se considera imposible que una mujer compita en igualdad de condiciones con un hombre, por cuestiones que a día de hoy deberíamos poner, como mínimo en duda. Y es que la realidad es que el desarrollo muscular diferenciado por los niveles hormonales, no supone una diferencia tan grande como nos quieren hacer creer, de la misma forma que hay mujeres con los mismos niveles hormonales que los hombres y viceversa.
En la década de los 60, el Comité Olímpico Internacional y algunas federaciones internacionales como la de atletismo, decidieron hacer controles de sexo a mujeres deportistas, también llamados tests de verificación de género o certificados de feminidad, porque como bien sabemos, la cisnorma mantiene unas condiciones biológicas para ser suficientemente mujer o suficientemente hombre, que hacen que muchas personas se vean abocadas a la marginalidad. El chequeo sexual consistía en una inspección anatómica realizada por un comité de expertos que examinaba a las deportistas desnudas, lo que suponía una humillación terrible para estas deportistas. Más tarde, en 1968, se pasó a pruebas menos invasivas como el análisis de la cromatina sexual a partir de la mucosa bucal o, en 1992, el test de la reacción al gen SRY. Se asume, así, que el caleidoscopio sexual formado por cromosomas, hormonas, gónadas, genitales externos, caracteres sexuales secundarios, etc. es único y que todos sus componentes se alinean según un dualismo que responde a los estándares o prototipos del cuerpo sexuado de hombre o de mujer, lo que no se tiene en cuenta es que esto es terriblemente dañino no solo para aquellas mujeres trans e intersexuales, si no para la dignidad de todas las mujeres, porque esto conlleva que se ignore que el género es un constructo social y se crea una falsa superioridad entre hombres y mujeres.
Desde aquí no sabemos cual deberá ser la mejor solución para esta problemática, quizás la creación de categorías unisex por peso y niveles de testosterona al tiempo que se deba acceder a ellas mediante paridad; o quizás algo más alambicado. Pero sí sabemos que la solución no debe pasar jamás por obligar a una mujer a medicarse para adaptar su cuerpo a estereotipos misóginos y solo así poder competir. Por último no olvidemos que el deporte y sus competiciones son tan misóginos como el resto de la sociedad, y aunque estas medidas y prejuicios tengan un evidente sesgo racista y cisexista su misoginia debe ser rechazada por todas.
Bibliografía:
-Para más información sobre casos recomendamos el siguiente artículo: «Vigilando las fronteras del sexo en el deporte femenino»
–Caster Semenya, obligada a medicarse para competir como mujer.
–Historias de vida: Caster Semenya.