En la actualidad, los libros de los colegios e institutos están plagados de hombres en todos los ámbitos, sin excepción. Esto hace que mucha gente, que no concibe que para que alguien destaque ha de tener personas que le limpien la mierda que va dejando a su paso, piense que la mujer ha sido irrelevante en el devenir histórico. Sin embargo, la realidad es muy distinta, la realidad se representa en cómo se nos ningunea en la historia y cómo nuestras acciones han sido decisivas en muchos ámbitos, a pesar de que luego se nos ha borrado de las mismas.
Revolución francesa: Vindicación de los derechos del hombre. Vindicación de los derechos de la mujer.
Dentro del currículo educativo, uno de los momentos más decisivos que estudiamos, es la Revolución Francesa. Pero ¿Dónde estaban las mujeres en
la Toma de la Bastilla, 14 de julio de 1789 y momentos posteriores? ¿En sus casas, fregando? Pues va a ser que no, aunque ya quisieran algunas personas.

Mary Wollstonecraft, en su publicación “Reflexiones sobre la revolución francesa”, escribió una carta a Edmun Burke llamada “Vindicación de los derechos del hombre”. Esta carta tuvo un éxito rotundo: todos los periódicos importantes de la época la recomendaron y la primera edición se agotó en tres semanas. Sin embargo, cuando Wollstonecraft escribe “Vindicación de los derechos de la mujer”, pasó de ser una intelectual “permitida” por los hombres con gran condescendencia, a ser llamada “la hiena con faldas”. La realidad es que Vindicación de los derechos de la mujer es un texto que sólo extiende los argumentos de su predecesor a las mujeres; ni más, ni menos. Y esa defensa de que las mujeres han de tener los mismos derechos que los hombres le costó a Mary Wollstonecraft, a pesar de ser una escritora más que considerada en su época, no ser ni siquiera reconocida en su propio país. Además, Olympe de Gouges, que siguió su misma línea de pensamiento fue guillotinada por la defensa de los derechos de las mujeres.
Revolución Francesa: Los libros de quejas.
Los cuadernos de quejas eran cuadernillos que anotaban deseos, demandas y aspiraciones de los habitantes de ese reino. Iban dirigidas al rey por norma general y servían de base para redactar el orden del día de los diputados. Pues bien, en 1789 la convocatoria de los Estados generales supuso para las mujeres la posibilidad de poder conseguir participación política dentro de Francia, ya que se preveía que ciertas mujeres pudieran formar parte de la misma. Por supuesto, se les negó la posibilidad de ejercer política a pesar de que en el propio articulado no se hacía distinción de genero o sexo (pero sí de clase), dejando de forma explícita lo que tácitamente habían realizado los hombres: que las mujeres no fueran siquiera consideradas ciudadanas. En estos libros de quejas podemos ver cómo ellas reclaman cosas básicas como educación, libertad de movimiento, y ser consideradas iguales a los hombres. Pero nada de eso se cumplió hasta muchos siglos después.
Revolución francesa: la marcha sobre Versalles.

En 1789 (gran año para la movilización de las mujeres, como estamos viendo), las mujeres en los mercados empezaron a protestar por el alto precio de la comida y la escasez de pan. Pasando por alto este dato (y lo que pasó a continuación), sí que recordamos que en cuarto de la ESO se mencionaba que María Antonieta dijo al pueblo: “si no pueden comprar pan, que coman galletas.” (en realidad, la frase no la dijo ella y quien se la atribuía en un primer momento dijo “que coman bollos”), pero resulta que aquí las señoras del mercado se hartaron de la pasividad de sus gobernantes y decidieron que ni los cuadernos de quejas eran suficientes, ni croissants con leche: se fueron directas primero a los mercados del Este de París y, armadas con los útiles que había en su cocina, marcharon al palacio de Versalles a protestar con la misma fuerza con la que sus estómagos pedían alimento. En el camino se les unieron los revolucionarios que pedían una monarquía constitucional en Francia y terminaron sacando a la realeza de Versalles y llevándolos de nuevo a París. Gracias a este primer paso, que fue secundado por el resto del pueblo, se marcó el fin de la autoridad real y los privilegios de la aristocracia empezaron a eliminarse.
Es irónico que, siendo una de las marchas más importantes para la revolución francesa después de la Toma de la Bastilla, se invisibilice no solo el evento en sí, si no cómo comenzó. Llamadnos suspicaces, pero creemos que a los que escriben los libros de historia les da miedo nombrar a las mujeres incluso cuando son ellas las que comienzan grandes movimientos.
España: Las cigarreras de Sevilla o lo que le escuece a un hombre que una mujer gane más.

El fumar nos viene de lejos, y en Sevilla durante mucho tiempo, estuvo la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, que hasta 1620 estuvo activa. Durante los siglos XVII y XVIII el trabajo de la fábrica estuvo llevado sólo por varones y el tabaco se vendía en polvo, pero la demanda en aumento de cigarros hizo que los salarios de los operarios aumentaran, y también el número de trabajadores. Sin embargo, la calidad del producto no dejaba de mermar, normalmente por la acción de éstos mismos trabajadores. Así que ni cortos ni perezosos, empezaron a contratar mujeres, que daban menos problemas y resulta que la calidad del producto no mermaba. Como es obvio, los señores decidieron que no querían trabajar con mujeres (y menos cobrando lo mismos que ellos, o más, porque se pagaba por cigarros realizados y resulta que las mujeres eran más eficaces y eficientes que ellos), y empezaron a crear incidentes en las fabricas para demostrar que con mujeres no se podía trabajar. Aun así, a mitad del siglo XVIII los cigarreros de Sevilla pasaron a ser las cigarreras, relegando a los señores sólo al trabajo con tabaco en polvo, que caía en desuso.
A pesar de que la Fábrica de Tabacos de Sevilla fue mundialmente famosa por la calidad de sus cigarros y por las mejoras que trajo a la producción (que, recordemos, las operarias eran mujeres en su práctica totalidad), es curioso que no se hable de esta fábrica ni como curiosidad histórica.
América Latina: Revoluciones y movimientos sociales de madres.
Además de estos hechos históricos que nos quedan cerca de casa, y que damos en las escuelas como parte de nuestra educación, nos parece imprescindible hablar de las luchas de Latino América por la decolonización de sus tierras y como las mujeres siempre han estado a pie de calle peleando por sus derechos y los de su clase.
Las mujeres han batallado en la primera fila de las luchas revolucionarias de América Latina. Prueba de ello, son los movimientos sociales de madres que surgieron durante épocas de guerra y dictadura, cuya acción sentó las bases para los gobiernos progresistas de la actualidad y la llegada de la mujer a la presidencia.

Desde la época de la colonización, las mujeres han sido protagonistas de movimientos de luchas, en este caso para liberarse del yugo español. Ana María Campos en Venezuela luchó contra el último gobernador realista; Juana Azurduy en Bolivia combatió junto a las guerrillas; y Policarpa Salavarrieta en Colombia fue espía y enlace de los revolucionarios. Todas sufrieron el flagelo de la guerra y murieron a causa de sus ideales progresistas.
Y estos solo son un par de ejemplos de mujeres Latinas que cambiaron el curso de la historia, sin las que muchas revoluciones no hubieran llegado a ningún lado, y las cuales son borradas de los libros de historia. En este caso por mujeres y latinoamericanas.
Esclavismo y las Mujeres.

Imposible olvidarnos del poder fundamental que tuvieron las mujeres negras en la lucha contra la esclavitud, desde Rosa Parks que se convirtió en 1949 en asesora de una asociación para promover el bienestar de los negros, la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP) y su famosa acción política en el autobús que puso de manifiesto una vez más las condiciones de segregación a que estaban sometidas las personas negras, que tenían prohibido el acceso a piscinas, escuelas, restaurantes y un gran número de servicios públicos exclusivos para los blancos. Además de la ya conocida Rosa, nos encontramos otras dos figuras imprescindibles contra la esclavitud: Sojourner Truth, activista por los derechos de las mujeres y abolicionista, primera mujer negra en ganar un juicio a un hombre blanco. Y la ya mundialmente conocida Pantera Negra, Angela Davis, cuyo trabajo incansable por los derechos de la comunidad negra la han llevado a presentar el 1984 la candidatura a vicepresidenta de su país.
Aunque insistimos en que estos solo son algunos ejemplos del papel fundamental de las mujeres en todas y cada una de las luchas sociales que se han ido sucediendo a lo largo de nuestra historia, la cual no nos nombra ni nos reconoce nuestros méritos.
Mujeres y Derechos LGTB.

La madrugada del 28 de junio de 1969 en un pub llamado Stonewall Inn, ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, se desatan unas revueltas protagonizadas principalmente por mujeres trans, que supondrían el inicio de la historia occidental del movimiento LGTBI. Y toda esta lucha no podría haber comenzado sin los aportes imprescindibles de Masha P. Johnson y Sylvia Rivera, las dos voces que supusieron el alzamiento de la comunidad contra la represión, el miedo y la violencia.
Junto con Rivera, Johnson era «madre» de la Casa STAR, juntando ropa y comida para ayudar apoyar a las jóvenes drag queens, mujeres trans y chicos callejeros que vivían en los muelles de la calle Christopher o en su casa, en el Lower East Side de Nueva York. Más tarde se convirtió en una activista en la lucha contra el SIDA con ACT UP.

Sylvia Rivera comenzó su activismo con la Guerra de Vietnam y los movimientos de derechos civiles y feministas, y llegó a su punto máximo en los tiempos de los Disturbios de Stonewall. Frecuentemente hablaba sobre su experiencia en el Stonewall Inn la noche de los disturbios, donde se cuenta que fue la llama que inició todo, lanzando un ladrillo a uno de los coche patrulla que estaban realizando la redada. También luchó por los derechos de los jóvenes puertorriqueños y afroamericanos, particularmente en los Young Lords y Black Panthers.
Conclusiones
Es interesante ver cómo a lo largo de la historia, donde nuestra presencia se ha hecho notar y hemos llegado incluso a sobrepasar a nuestros compañeros masculinos, historiadores y Estados se han encargado de eliminarlo de los libros de texto que nos enseñan a nosotras nuestra histroria. Creando un vacío en nuestras raíces que mella en las creencias que tenemos de conseguir todo aquello que nos propongamos.
Nos parece imprescindible no olvidar que las relecturas que se han llevado a cabo de nuestra historia, han convenido siempre a aquellos que tenían en su poder la oportunidad de cambiar el cuento y así eliminar de su camino posibles amenazas, como hemos sido siempre las mujeres empoderadas y luchadoras. Estos pasajes eliminados convenientemente y aquellos ensalzados en pos de un poder mayor, no son fieles a la realidad histórica y por tanto han de ser, si no descartadas de facto en muchas ocasiones, matizadas y rellenadas con aquello que ellos mismos han querido ocultar, tanto sobre los perdedores de aquellas batallas, como sobre aquellos que no quieren que aparezcan como sus mejores aliados en las luchas.