Cuando se pregunta sobre el origen del 8 de marzo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se suele hacer referencia a una historia falaz que ha pasado como descripción de este día por múltiples círculos feministas: era un de 8 de marzo de 1908, los dueños de la fábrica Cotton Textile Factory, Nueva York, habían encerrado a sus trabajadoras y provocado un incendio para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga, que acabaría cobrándose la vida de 129 mujeres que murieron abrasadas por las llamas ya que el incendio no se pudo controlar. Sus reivindicaciones eran claras: la igualdad salarial, la reducción de la jornada laboral de 10 horas y la mejora de las condiciones higiénicas.
Sin embargo, la realidad es que esta anécdota no tiene aval histórico, si no que se confunde con otra historia parecida de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, donde el 25 de Marzo de 1911, en el que murieron 123 trabajadoras y 23 trabajadores abrasados por las llamas. Según los datos por una colilla mal apagada. Aunque sí tuvo que ver con un tema de huelga de las camisas de Nueva York desde 1909, en las que varias mujeres inmigrantes trabajadoras en la industria de las camisas marcharon durante 11 semanas, siendo su principal dirigente, Clara Lemlich.
Todas estas historias tienen un punto en común: La lucha de la mujer obrera por sus derechos laborales más básicos, aunque no es del todo el verdadero origen, sí nos da una pista de este.
Este año, por el Día internacional de la Mujer Trabajadora, queremos hacer un ejercicio de memoria histórica para que desde el feminismo se evite un arbitrario interclasismo, que reduzca este día al «Día de la Mujer» con una historia falaz, la cual es fácil de vaciar de toda conciencia de clase al atribuirla a una leyenda cuanto menos fantasmagórica. El verdadero origen del 8 de marzo se encuentra un año antes, como más adelante vamos a ver, con la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (Copenhague, 1910), siendo su principal impulsora Clara Zetkin, aférrime comunista y luchadora por los derechos de las mujeres.
¿El 8M es obra de la lucha de las mujeres obreras?
Seguramente ésta habrá sido la pregunta que se habrán hecho muchas de nuestras ávidas lectoras tras manifestar la inexistencia de un acontecimiento que se esparció como la pólvora tanto en entornos intelectuales, como en populares: y hemos de contestar que sí existe relación entre la luchas proletarias y el 8M. Negar la existencia de un hecho concreto no supone rechazar el origen proletario de este día, ya que las manifestaciones, huelgas y movilizaciones con presencia femenina fueron un hecho histórico constante en el siglo XIX y principios del siglo XX. De este modo, por ejemplo, en marzo de 1867 se llevó a cabo una huelga de planchadoras de cuellos de la ciudad de Troy en Nueva York o en 1912, la huelga de «pan y rosas» protagonizada por obreras de la industria textil de Lawrence (Massachusetts).

En este último caso, los obreros del sector de la industria textil se alzaban contra las patronales por las pésimas condiciones de trabajo que presentaban, así si sus condiciones eran precarias, las de sus compañeras obreras eran aún peores. Ante esta situación estas mujeres organizaron protestas exigiendo mejoras en sus condiciones de trabajo, no siendo sus reivindicaciones escuchadas (reducción de la jornada laboral, fin del trabajo infantil, mejores salarios y derecho al voto) hasta 1912 cuando las obreras dieron un paso mayor en su movilización y se asociaron con los Caballeros del Trabajo que permitieron su inclusión, ya que el resto de sindicatos sólo aceptaba el perfil de obreros varones, blancos y mayores de edad. En ese mismo año, el 11 de Enero, se pusieron en pie de huelga las trabajadoras polacas de una empresa de Lawrence y las fueron siguiendo compañeras de otra empresa. Ante la represión policial la solidaridad de los vecinos fue inmensa haciéndose cargo de los menores de las obreras y esa solidaridad se extendió, hasta el punto de que los empresarios tuvieron que ceder a las peticiones no sólo de las mujeres sino también a las de los hombres, para no quedar en evidencia.

Revuelta de las Faeneras, en la Ciudad de Málaga
En España, tras la I Guerra Mundial, las obreras españolas salieron y tomaron las calles en pleno momento de transformación económica del capitalismo que ponía en cuestión a todo un aparato ideológico, religioso y social que buscaba impedir convertir a la mujer en obrera asalariada. Tenemos por ejemplo: la Revuelta de las Faeneras, en la Ciudad de Málaga entre el 9 y 21 de Enero de 1918, La Revuelta de las Pedradas en la comarca de Ferroltera, Ciudad de A Coruña o La Revuelta de Mujeres de 1918 en Barcelona.
De esta manera, no podemos entender el 8M como Día Internacional de la Mujer Trabajadora desvinculado la cuestión de género de la de clase. Las huelgas mundiales acaecidas por parte de proletarias, en muchas ocasiones acompañadas de sus compañeros proletarios, no fue más que el caldo de cultivo ante el tiranismo de la clase burguesa dónde las obreras se pusieron en primera línea exigiendo sus derechos.
Clara Zetkin y el origen «oculto» del 8 de Marzo
Clara Zetkin, de soltera Clara Eissner, nació el 5 de julio de 1857 en una familia de artesanos en Sajonia, una región de Alemania. Fue una política comunista alemana influyente en su época y la actualidad, así como una luchadora por la organización y derechos de la mujer obrera. Militó en el Partido Socialdemocráta de Alemania hasta 1917, momento en el que ingresó a la Liga Espartaquista, la facción más izquierdista del Partido Socialdemocráta Independiente de Alemania (UPSD), posteriormente fundaría el Partido Comunista de Alemania. (KPD)
También fue secretaria de la Internacional Socialista de Mujeres y editora del periódico «La Igualdad» dónde trataba cuestiones como el matrimonio y el divorcio y su defensa del «amor libre» que quedo ampliamente reflejado en su vida privada.
«Vivió hasta su muerte, con un hombre con el que tuvo dos hijos, sin casarse y a los treinta nueve años no dudó en vivir en unión libre con un joven dieciocho años más joven que ella.»
Gilbert Badia. (Eine neue Biographie)
Clara Zetkin (II Internacional, Congreso de 1986)
«La agitación entre las mujeres debe unirse a los problemas que revisten una importancia prioritaria para todo el movimiento proletario. La tarea principal consiste en la formación de la consciencia de clase en la mujer y su compromiso activo en la lucha de clases. «
Desde un inicio, Clara es especialmente comprometida con el hecho de mantener una distancia entre lo que ella llama «feminismo burgués» y la socialdemocracia. Aunque en ningún momento niega que la cuestión femenina se plantea tanto para la mujer proletariada como para la mujer burguesa. La primera búsqueda ha de ser sin duda, el triunfo del socialismo y la emancipación de la mujer proletaria, para lo que Zetkin entiende que la mujer primero ha de participar en la producción a gran escala y que el trabajo doméstico le ocupe sólo un tiempo insignificante, sólo lográndolo en la fábrica moderna, según su teoría.
Así se ha de conseguir la mejora de las condiciones de la mujer trabajadora a través de la reducción de la jornada laboral, la eliminación del trabajo nocturno y el derecho de maternidad de las mujeres trabajadoras, por lo que estas fueron, entre otras, algunas de sus reivindicaciones. Pero la mujer proletaria se encuentra mucho más dispersa en los espacios de trabajo, al contrario del hombre proletario que está cada vez más concentrados en grandes fábricas y gozan de una mayor tasa de sindicalización respecto a las mujeres.
Clara también defenderá el derecho al voto de la mujer en 1920 en «Directrices para el movimiento comunista femenino», pero tendrá que convencer a los movimientos sufragistas sobre el sufragio universal femenino, cuando en su momento en Prusia por ejemplo no existía el sufragio universal masculino, sino solo para las clases poseedoras. Además de hacer entender que el voto femenino no es la consecución final de las mujeres proletariadas.
«Este derecho de voto no elimina la propiedad privada de los medios de producción(…) no suprime la causa de subordinación económica y explotación de la gran mayoría de mujeres y hombres ante una minoría de mujeres y hombres poseedores. El derecho de voto solamente esconde esta dependencia y esta explotación con el engañoso velo de la equiparación política. Tampoco la plena equiparación política puede ser el objetivo final del movimiento y de la lucha de las mujeres proletarias. «
Directrices para el movimiento comunista femenino, Clara Zetkin.
Pero Clara no se detendría ahí, sino que defendería la celebración del 8M como Día Internacional de la Mujer Trabajadora en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (Copenhague, 1910). Ese mismo año se aprobó por más de de 100 delegadas de 17 países dicha propuesta, así al año siguiente se proclamaría por primera vez en Austria, Dinamarca, Alemania y Suecia. Posteriormente sería ratificado por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1975, excluyendo el término de Trabajadora, con el objetivo de suavizar la cuestión de clase que debe protagonizar este día.
Por tanto, la elección de este día surge en un contexto cuanto menos conflictivo de reivindicaciones de luchas de las mujeres proletarias por toda Europa y EEUU, y no deberíamos de atribuirlo a un suceso en concreto, sino a la pluralidad de acontecimientos que propiciaron que las mujeres salieran a las calles para defender sus derechos frente a la explotación laboral (contratos precarios, bajos salarios…) a la que eran y lamentablemente aún somos sometidas.
El 8 de Marzo en Rusia. «Las mujeres sostienen la mitad del cielo»

Tras lograrse la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora en los países ya mencionados, años más tarde, en 1917 se le sumaría Rusia tras hacer llegar con este levantamiento la Revolución Bolchevique, cuando un grupo de obreras textiles de la Ciudad de Petrogrado (dónde ellas eran casi la mitad de la fuerza productiva), salieron a las calles para exigir a gritos: «¡Pan para sus hijos y el regreso de sus maridos de las trincheras!» Es decir, el fin de la guerra. Debemos de entender que Rusia atravesaba una grave crisis social y económica, que se había visto agravada por la participación 4 años en la I Guerra Mundial, que provocó una catástrofe en la sociedad (millones de muertos, hambruna) por el zarismo.
Aleksandra Kollontai
«El 23 de febrero de 1917 (en el antiguo calendario) ellas salieron valientemente a las calles de Petrogrado. Estas mujeres, obreras y esposas de soldados, exigían pan para sus hijos y el regreso de sus maridos de las trincheras. En aquel día, las mujeres rusas blandieron la antorcha de la revolución proletaria y dieron inicio a las hostilidades. La revolución de febrero comenzó aquel día”.
En consecuencia, en la Segunda Conferencia Comunista Femenina decidieron celebrar el Día Internacional de la Mujer, el día 8 de Marzo en conmemoración a la manifestación realizada por las obreras de Petrogrado que precedió a la Revolución de Febrero. No obstante, con el paso del tiempo al igual que en el resto de países el Día Internacional de la Mujer Trabajadora se acabaría convirtiendo en una fiesta femenina, dónde su tinte político y la cuestión obrera se iría diluyendo en el tiempo.
En conclusión, desde Rebelión Feminista llamamos a la celebración de este día 8 de marzo no como una fiesta, sino como una huelga y una manifestación, evitemos convertirlo unicamente en la cuestión femenina olvidando la conciencia de clase, como en muchas ocasiones se ha intentado hacer. Hace dos siglos miles de obreras se lanzaron a las calles para conquistar los derechos de los que hoy nosotras venimos disfrutando. ¡Por ellas y por nosotras hoy más que nunca, volvamos a tomar las calles.!