La ablación o mutilación genital femenina es una práctica realizada en diversos países que consiste en la extirpación total o parcial o en la alteración de los genitales externos femeninos por razones no médicas. No es una práctica aislada, ya que se enmarca en las prácticas patriarcales perniciosas para la mujer y la niña, y se llegan a concibo como una obligación moral o incluso ley. Se calcula que hay 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo que han sufrido la mutilación de sus genitales. La ablación se lleva a cabo en diversas zonas geográficas, entre los que se incluyen África, Oriente Medio y además en otras como Sri Lanka, India, Indonesia, Malasia y ciertos países de América Latina. En este último continente, fue introducido durante la colonización a través del tráfico de esclavos africanos. Asimismo, se reportan bastantes casos es países desarrollados introducidos con el flujo de inmigrantes.
Una aproximación médica
La ablación no obedece a ninguna razón médica. Provoca numerosas complicaciones de manera inmediata (dolor intenso, hemorragia, inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones como el tétanos, problemas urinarios, lesiones de los tejidos genitales vecinos, estado de choque, e incluso la muerte), y más a largo plazo (infecciones urinarias, problemas vaginales, problemas menstruales, queloides, coito doloroso, mayor riesgo de complicaciones en el parto, transtornos psicológicos, etc).
“Esta es una práctica bárbara y completamente innecesaria, que causa daños físicos y psicológicos devastadores para incontables niñas y mujeres en Estados Unidos y países de todo el mundo”
Raheel Raza, presidenta del Consejo para los Musulmanes que Enfrentan el Mañana.
Los procedimientos llevados a cabo se enumeran como sigue:
- Tipo 1 o clitoridectomía : resección parcial o total del clítoris y, en casos muy infrecuentes, solo del prepucio.
- Tipo 2 o excisión: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin excisión de los labios mayores.
- Tipo 3 o infibulación: estrechamiento de la abertura vaginal, que se sella cortando y recolocando los labios menores o mayores, a veces cosiéndolos, con o sin resección del clítoris.
- Tipo 4 , o «cajón desastre», que incluye procedimientos como la perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.
Estos procedimientos suelen realizarlos curanderas sin uso de anestesia, bajo nulas condiciones de asepsia, y con herramientas rudimentarias tales como cuchillas de afeitar. Sin embargo en los últimos años se ha ido desarrollando una medicalización del procedimiento: un 18% de las mutilaciones se realizan por profesionales sanitarios que usan tijeras quirúrgicas y anestésicos y a los que los progenitores acuden bajo la creencia de que los daños serán menores. No existen casos documentado de medicalización que hayan conducido a una reducción de la práctica de la mutilación genital femenina; en efecto la OMS y otros organismos opinan que la medicalización realmente contribuye a la defensa de la práctica al legitimarla como un procedimiento sanitario.
Contexto cultural y antropológico
En primer lugar convendría matizar que la práctica de la ablación o mutilación genital femenina no constituye en sí misma una cultura (o religión) en sí, sino una atroz y misógina costumbre integrada en diferentes marcos culturales que, por defensa a los derechos humanos fundamentales, debe ser perseguida y abolida. Sin embargo, sin una aproximación desde el punto de vista antropológico cualquier medida legislativa puede caer en saco roto, ya que es una práctica realizada incluso en países donde se prohíbe taxativamente. Por eso es vital comprender sus justificaciones (que en última instancia, se remiten al control del cuerpo y la sexualidad de la mujer, y que no pueden ampararse en un derecho de libertad ideológica y de creencias religiosas). La finalidad del abordaje antropológico es confrontarlas y sensibilizar sobre sus negativas implicaciones desde una perspectiva exenta de juicio moral a una población que lo practica bajo la errónea creencia de que están haciendo lo mejor por sus hijas.
“Aunque los orígenes de la mutilación genital femenina son antiguos y previos a la religión organizada, hay una cosa sobre la que tenemos certeza: su propósito es controlar la sexualidad femenina y reducir la humanidad de las mujeres.»
Jaha Dukureh, para el periódico The Guardian
Identidad cultural y de grupo
La ablación o mutilación genital femenina constituye un acto de legitimación. Donde la práctica es una convención o norma no escrita, la presión social condiciona la perpetuación de esta práctica. Además, en ciertas ocasiones ha surgido en determinadas sociedades por imitación de las vecinas que ya la practicaban. En el caso de los países occidentales la ablación se ha introducido a través de la inmigración, siendo la exclusión social y la discriminación las personas migrantes auténticos lastres para su eliminación.
“Políticos, médicos, policías, maestros y líderes comunitarios, todos tienen un rol que cumplir en garantizar que las niñas puedan recibir la ayuda que necesitan y merecen. No hay excusas para este tipo de abuso”
Paula Kweskin, productora del Documental Honor Diaries
En muchas culturas la mutilación genital femenina forma parte de los ritos de iniciación a la edad adulta y se practica en muchachas adolescentes. En otros casos, se piensa que tener una hija son «circuncir» es una vergüenza que llevaría a la exclusión social. Otras veces se apunta a las dificultades para encontrar marido, estando en muchas ocasiones tanto padres como hijas de acuerdo con llevar a cabo la práctica. Este hecho pone en evidencia la vulnerabilidad de las niñas procedentes de familias más pobres que pueden buscar a través del matrimonio una futura subsistencia en un contexto que las mujeres no pueden acceder a una independencia económica; no obstante, existen estudios que demuestran que esas consecuencias sociales no se producen necesariamente, y también existe una confrontación abierta entre las mujeres más jóvenes y mejor formadas, que luchan por su abolición, y sus propias madres.
El yugo de la sexualidad y la estética
La mutilación genital femenina muchas veces se asocia a los ideales sobre la feminidad. En unos casos, se trata de valores de recato y pureza sexual: las niñas son puras y hermosas una vez que se eliminan de su cuerpo aquellas partes que se consideran impuras o no femeninas, esto es, masculinas. En otros casos, deben a razones estéticas como que son feos y «masculinos» y hay que cortarlos. Resulta llamativa esta implicación, que (salvando las distancias) autoras como Díaz et al. relacionan con la presión que en países desarrollados sufren las mujeres trans sobre sus genitales y la intervención quirúrgica sobre lo mismos para ser consideradas válidas como mujeres. Ambos procedimientos comparten su raíz en el patriarcado y en el control del cuerpo de la mujer a través de la sexualidad, del culto a una feminidad impuesta y de la presión estética.
De manera mas explícita respecto al control de la sexualidad, en algunas culturas también se alude específicamente a una mitigación del deseo sexual de la mujer para mantener el honor de la familia a través de la virginidad de las niñas. Además, donde se practica la poligamia se pretende limitar las demandas sexuales hacia el marido, para que éste pueda «satisfacer» a todas sus mujeres.
Por otro lado, considerando un marco donde la sexualidad masculina es la hegemónica, la mutilación genital femenina se practica bajo la creencia de que contribuye a aumentar el placer sexual del hombre; e incluso en otras culturas se llega mucho más lejos, creyendo que tener relaciones sexuales con una mujer que no ha sido sometida a la ablación podría ser peligroso para el hombre porque el contacto del pene con el clítoris podría provocar la muerte del varón.
Finalmente, y pesar de que la evidencia científica lo contradice, se cree que la mutilación genital femenina puede favorecer el parto, ya que el contacto con el clítoris puede causar la muerte del bebén, o mejorar la fertilidad.
La religión
En algunos casos se excusa como un precepto religioso del Islam, aunque no sea practicado por la inmensa mayoría de musulmanes (partidarios asimismo de su abolición). En efecto, la evidencia arqueológica sugiere que es una constumbre milenaria de orígen africano, habiéndose encontrado en Egipto cadáveres de mujeres sometidas a estas prácticas datados del 4000 a.C. Sin embargo, diversos líderes religiosos encuentran en la religión la justificación a esta atroz práctica pese a que no hay escrituras religiosas que la prescriban.
No es equiparable a la circuncisión masculina semita
Pese a que tanto la circuncisión masculina como la ablación femenina son considerados ritos de paso y muchas veces se practican en las mismas culturas, no son prácticas comparables. En primer lugar, la circuncisión masculina sí que encuentra su base en las escrituras. Así, en el Antiguo testamento encontramos las siguientes citas: «Circuncidarán la carne de su prepucio, y esa será el signo de mi alianza con ustedes», (Génesis,17:11), y «Al cumplir ocho días, serán circuncidados los varones de cada generación (Génesis, 17:12), que sirve de aplicación en la religión judía (mientras que en el Islam se remite más a ritos preislámicos). Además, y desde el punto de vista quirúrgico, la circuncisión masculina corresponde a la sección del prepucio, solo equiparable a la ablación de Tipo 1 o ciruncisión sunna en cuanto al protocolo pero en ningún caso a las repercusiones sobre la salud, pues son mucho más graves las de la mutilación genital femenina.
Conclusión
La mutilación genital femenina es una práctica que tiene fuertes raíces patriarcales asociadas al culto a la feminidad, a los ideales de pureza, recato y belleza, amén de la vulnerabilidad económica que empuja a las familias a hacer lo posible para desposar a sus hijas. El enfoque de clase, de género y de raza junto con el estudio antropológico serán herramientas clave para comprender y abordar esta problemática.
Bibliografía
Benedicte Lucas (2010). Aproximación antropológica a la práctica de la ablación o mutilación femenina.
Capitolina Díaz et al (2013). Sociología y género.
Elena Torres (2008). La mutilación genital femenina: un delito culturalmente condicionado. Universidad de Almería
Esperanza Ferrer Ferrandiz (2007). Mutilación genital femenina. EscuelaEnfermería de la Fe.
Medio Millón de niñas en peligro de sufrir mutilación genital en USA
Organización Mundial de la Salud: Mutilación genital femenina
Vicente Sánchez Criado e Isabel María López Medina. Mutilación Genital Femenina.
El Estado Islámico ordena la ablación de todas las mujeres y niñas en el norte de Irak
Su líder reivindica la práctica para ‘alejar a las mujeres del libertinaje y la inmoralidad’
Me gustaMe gusta
Esta claro que no se puede comparar la mutilacion genital femenina con la circuncisión masculina!!!, para nada!. La masculina a veces es una indicación medica para solucionar problemas del pene, como por ejemplo fimosis, parafimosis, frenillo corto, balanitis.. , también para tener mejor higiene, evitar infecciones .. yo mismo tengo hecha la circuncisión por necesidad medica( operacion de fimosis)
Me gustaMe gusta