¿Cuántas veces habremos oído, e incluso, entonado esta cancioncita pensando que era verdad y que eso nos hacía especiales? ¿Cuántas veces hemos caído en hacerle el juego al machismo degradando a nuestras hermanas? Porque degradar a las demás sólo nos daña a todas. Porque no necesitas ser mejor que las demás para ser maravillosa.
Pero el patriarcado buscará la forma para hacernos pelear entre nosotras, buscará cómo hacer que nos sintamos inferiores a la vez que tratamos de mostrarnos especiales; siempre buscando la aprobación masculina. Y es que no necesito ser diferente porque todas las personas ya lo somos: pero al mismo tiempo todas nos vemos influenciadas en menor o mayor medida por el sistema que trata de usarnos.
Porque cuando un tío nos dice «no eres como las demás» lo hace bajo la premisa de que nos salimos del rol que nos obligan ellos mismos a acatar. Les gusta que desafiemos el sistema, siempre que no lo hagamos demasiado, solo hasta el punto suficiente de no dejarnos doblegar por ciertas normas sociales, sin desafiar a sus privilegios.
¿Cuántas veces habremos dicho lo típico de que «prefiero amigos chicos porque las chicas son aburridas y malas»?
Y lo peor es que en parte tenemos razón, porque nos enseñan a ser malas entre nosotras, nos enseñan a enfrentarnos, a degradarnos, a insultarnos, a mirarnos por encima del hombro… Nos enseñan a alejarnos las unas de las otras, porque si nos juntamos, somos imparables.
Durante muchísimo tiempo yo misma decía todo eso, añadiendo en mi mente que precisamente porque «era un poco marimacho», ningún chico se interesaba por mí.
Hacía responsable (indirectamente) a mis hermanas de que tíos pasaran de mí porque simplemente los tíos son parte del sistema patriarcal que nos educa. Hacía responsable a ellas, de mi convicción machista de creer que, mi valor, lo ponían los chicos que se interesaban por mí.
Y nada más lejos de la realidad, porque mi valor es lo que yo pienso de mí misma, es lo que cada una apreciamos de nosotras mismas y las cosas que sabemos que hay que cambiar, porque todas tenemos «defectos». Nuestro valor no depende de cómo nos vean ellos, porque precisamente al Machismo le interesa tenernos en baja estima y así manipularnos, nuestro valor es intrínseco a lo que somos como mujeres y como personas.
El patriarcado tiene especial interés en tenernos separadas y con la autoestima por los suelos, porque eso hace que seamos muchísimo más manejables. No es lo mismo manipular y maltratar a una mujer segura de sí misma, que hacerlo con una que tiene la autoestima tan baja, que lo único que se la sube es el poco amor que le das tú. No es lo mismo una mujer dueña de sí misma, una mujer segura de lo que es y de lo que puede llegar a ser; que una a la que la alienación le ha llevado a creer que sólo vale lo que, el machismo, le ha dicho que vale. No es lo mismo que estemos empoderadas en nuestros cuerpos y nuestras mentes, que sepamos lo que valemos; a creer que no valemos nada porque no somos como las mujeres de las revistas que el patriarcado nos vende como norma.
Gracias a Diosa, quitarse la venda de los ojos y ponerse las gafas violetas, nos ayuda a tener relaciones sanas y constructivas con otras mujeres, dejar a un lado la rivalidad y luchar unidas. Pero para ello, es necesario que las otras mujeres también lleven las gafas violetas, es necesario que dejen de vernos como enemigas y empiecen a vernos como aliadas. Es muy complicado, pero por eso precisamente entre feministas es cuando más fácilmente encontramos amigas o novias con las que sentirnos a gusto, y forjar relaciones sanas.
Os animo a que ayudéis a las mujeres de vuestro entorno a empoderarse y a ser dueñas de sí mismas, para así forjar relaciones más fuertes, tanto que acabemos por romper el sistema.
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